Mi madre sólo menciona
a Corea con esta frase: “Esto es Corea”, para referirse a una situación de
cierto grado conflictivo en cualquier ámbito, sea familiar, social, laboral,
etc. Y debe ser una costumbre arraigada porque la escucho muy a menudo
independientemente del territorio que visite.
La guerra de Corea
finalizó en 1953 con un alto el fuego que nunca alcanzó las virtudes de un
tratado de paz. Desde entonces, las escaladas bélicas entre las dos Coreas, las
amenazas veladas o directas, las maniobras militares para mostrar la fuerza,
han sido una constante en la relación de estos dos países irreconciliables.
Estados Unidos apoya de
forma permanente a Corea del Sur, país próspero, creciendo anualmente en torno
al 6% y con una proyección imparable en tecnologías de la comunicación,
industria del automóvil, informática y otros rubros de fuerte salida mundial.
Del otro lado, Corea del Norte, siempre se ha mantenido en la más absoluta de
las pobrezas, con un régimen comunista de los más cerrados del mundo, con
cerrojo a la comunicación con el
exterior y con un desarrollo exclusivo en su carrera armamentística.
En ambas Coreas se
utilizan los llamamientos a una posible invasión del enemigo para que toda la
población cierre filas en torno a sus dirigentes, hagan patria y aguanten
condiciones de vida de explotación y de miseria.
En estos momentos, EEUU
realiza unas maniobras conjuntas con Corea del Sur, que han sido calificadas
por el régimen de Pyongyang de
ensayo de una invasión inminente a Corea del Norte y, se despachan los
norcoreanos, con una amenaza directa sobre la utilización de armamento nuclear
anunciando que incluso pueden alcanzar territorio americano.
Actualmente, Estados Unidos mantiene en Corea del Sur unos 30.000
efectivos y las maniobras que realizan ahora tienen el nombre de Key Resolve
(determinación clave), lo que da idea de lo nerviosos que se han puesto los
enemigos del norte, que han optado a su vez por realizar otras maniobras a gran
escala en el frente oriental del país.
Desde hace 60 años los coreanos (del norte y del sur) nos tienen
acostumbrados a sus bravuconadas, amenazas y siempre parece que la guerra va a
rebrotar y nunca sucede nada. Pero no podemos confiarnos, pues como en el
cuento de Pedro y el Lobo, siempre cabe la posibilidad de que se encienda la
mecha real de los misiles y nos pille a todos mirando para otro lado.