domingo, 10 de diciembre de 2017

REFUGIADOS CLIMÁTICOS


 Los desastres naturales provocados por el cambio climático están actuando y multiplican la vulnerabilidad de millones de personas que se convertirán en este Siglo en los nuevos refugiados por motivos de los efecto del clima. Ya sean desastres de impacto lento, como las sequías recurrentes o la elevación del nivel del agua en los océanos, o de impacto súbito como los terremotos o inundaciones, vientos huracanados o erupciones volcánicas; cada día contabilizamos un mayor numero de personas que se ven obligadas a dejar sus hogares habituales, cultivos y buscar otras zonas. Si unimos a ello las personas desplazadas por conflictos bélicos, ya sean de baja, media o alta intensidad, el número se dispara, convirtiéndose en uno de los problemas más graves que tendremos que afrontar en la actualidad y en los años venideros.

Estos desplazamientos pueden darse a nivel interno de un determinado Estado o saliendo del país habitual de residencia. Cada una de las opciones tiene sus peculiaridad. A nivel interno de los países, los desplazamientos de personas suelen producirse del campo a la ciudad, abandonando la vida en lo rural y fundamentalmente los cultivos agrícolas y ganadería que de forma habitual constituían la subsistencia de los ahora desplazados. Con la llegada de cada vez más personas a las ciudades, nos encontramos con la saturación de los servicios básicos, creándose grandes bolsones de pobreza y miseria en urbes cada vez mayores.

Si el desplazamiento se produce hacia el exterior, habríamos de distinguir entre países cercanos o limítrofes, o hacia países lejanos (otro continentes) por efecto llamada o reagrupamiento familiar. La salida a otros países suele llevar anexa la dificultad del idioma, de las costumbres, de la preparación para realizar determinados trabajos y, sobre todo, un alto nivel de discriminación que en determinados lugares suele parecerse más a una esclavitud tácita que a una acogida.

Sea como fuese,  la figura de los desplazados o refugiados por motivos climáticos o bélicos, han adquirido un nivel preocupante en lo que llevamos de Siglo y amenaza con convertirse en uno de los fenómenos más importantes al que tendremos que prestar desde la comunidad internacional la atención debida. Mientras en el mundo occidental la natalidad se congela y el crecimiento poblacional se acerca mucho al cero, millones de personas necesitan un nuevo espacio para vivir, para rehacer la esperanza perdida en un Planeta que le viene aplicando una hostilidad creciente.

Además de ello, y dentro del mundo desarrollado, nos encontramos también con determinadas zonas y regiones que sufren de sequías o inundaciones, tanto ciudades como áreas de cultivo y ganadería que se verán obligadas a cambiar de rubro productivo, incluso en muchos lugares a abandonarlos de forma definitiva. Estas situaciones no son pronósticos más o menos predictivos sino que ya se están produciendo en diversos países europeos, entre ellos el nuestro.

Por lo tanto, se hace necesario el diseño de un plan internacional, traducido a cada uno de los países y regiones, que configure un nuevo mapa poblacional y tenga prevista la movilidad de millones de personas en los próximos años. Si no avanzamos en estos diseños nos encontraremos con un alto nivel de improvisación en las respuestas, poniendo en peligro la vida tal y como la conocemos hoy día y no solo de las personas obligadas a la situación de refugio o desplazamiento.


DERECHOS HUMANOS EN BOLIVIA


DERECHOS HUMANOS EN BOLIVIA.

He leído, con sorpresa, un artículo publicado en el diario El País (España) titulado “Las Trampas autoritarias de Evo Morales”, con fecha 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, firmado por Javier El-Hage, como Director Jurídico de Human Rights Foundation. Resulta preocupante que el autor no haga ni una sola referencia a los logros que en materia de Derechos Humanos fundamentales han progresado en Bolivia adecuadamente bajo los mandatos del presidente Morales y centre toda su crítica (adornadas con algunas falsedades) en las triquiñuelas del Presidente para conseguir presentarse a la reelección en 2019.

Resulta paradójico que esta organización de Derechos Humanos se esté centrando en atacar despóticamente a una serie de mandatarios por el simple hecho de no responder a los cánones de los intereses del capitalismo financiero internacional. Bolivia, en su recorrido histórico, es reconocida en dos periodos: La de antes de Evo Morales y la de después. Le recordaremos al señor El-Hage la de antes, ya que parece que no le han informado.

Sumidos en una pobreza extrema, los bolivianos, en su mayoría indígenas, vivían además una situación prácticamente de apartheid. Ser indio, además de ser pobre, implicaba pertenecer a ese eslabón social de casta inferior, los sin acceso, alejados de la Educación, los servicios básicos de Salud, de las opciones de progreso y crecimiento. Una minoría blanca (casi siempre en el gobierno) gobernaba para los blancos y la exigua clase media mestiza, pero nunca para la población indígena mayoritaria.

Los peores empleos estaban destinados a los indígenas, recortados sus derechos de acceso a lo público y sintiendo en el día a día el desprecio de las élites dominantes en la política, la economía, la cultura, las costumbres, etc. Hoy día, después de doce cortos años de un gobierno distinto, que coloca en primer lugar a las clases más populares, podemos decir que en Bolivia se ha recuperado la Dignidad de los muchos manteniendo un respeto en el avance de todo el país.

Situar la cuestión de la posibilidad de volver a presentarse a la reelección del presidente para desacreditar la labor realizada en bien de las mayorías durante estos años, es simple y llanamente, una torpeza impropia de una Fundación que dice dedicarse al respeto y cumplimiento de los Derechos Humanos. He de recordarle al Sr. El-Hage que en más de la mitad de los países del mundo la reelección es de carácter indefinido, sin ir mas lejos en el mío, España, donde el actual presidente se niega en rotundo a reducir los mandatos a dos y puede ser reelecto indefinidamente. Todos los gobernantes intentarán, de una forma u otra, mantenerse en el poder el mayor tiempo posible y aunque constitucionalmente esté establecido, se puede cambiar la constitución o como en el caso de Bolivia recurrir ante el tribunal constitucional para hacer posible la presentación a un tercer mandato.

Desilusiona ver en manos de quienes están las organizaciones de defensa de los Derechos Humanos a nivel internacional, cuando como en este caso acusa al Presidente Morales de “derrocar” al anterior presidente Sánchez de Losada, pues bien sabe que es rotundamente falso.

Las críticas al gobierno de Morales hay que realizarlas en base a la labor de gestión, lo que se ha hecho bien y lo que se ha hecho mal, lo que se puede mejorar y lo que se puede replicar. Centrar en un día como hoy la máxima descalificación de Bolivia por el hecho de la posibilidad de reelección es cuanto menos ruin, enjuto y malintencionado. Menos mal que reconoce el autor que en Bolivia existe la oposición política y que está puede ganar las elecciones. Pues para eso no hace falta ser director en ninguna organización de Derechos Humanos.