martes, 31 de mayo de 2016

LA BATALLA POR FALUYA

A finales de diciembre de 2013, un grupo de combatientes del ISIS se hacen con la población de Faluya, a 50 kilómetros al oeste de Bagdad, con 350.000 habitantes. El 3 de enero de 2014 se proclama el Califato, dando inicio a lo que hoy conocemos como Estado Islámico. Bakral-Baghdadi se presenta como El Califa, con el nombre de Ibrahim.

Después de dos años y medio de su fundación, el califato sólo ha crecido, ampliando su radio de acción no solo a Irak y Siria, sino adentrándose en Libia, Mali, Nigeria, Burkina Faso, Costa de Marfil, Túnez y algunos países más, con apoyo de otras milicias muyahidines.

Durante todo este tiempo, la colación internacional, que dirige Estados Unidos, ha estado estudiando la forma de contrarrestar su crecimiento y comenzar a detraer y recuperar los territorios ocupados por ISIS. Bajo la premisa de que no se podría realizar tal misión si la infantería no ponía su bota en la contienda y queriendo evitar a toda costa que los efectivos fueses norteamericanos, EEUU ha llevado a cabo una preparación militar concienzuda del nuevo ejército iraquí para que sean ellos los encargados de las tomas terrestres.

Con el apoyo de la fuerza aérea estadounidense, el ejército iraquí, formado ahora por mayoría de chiíes, se plantea la recuperación de Faluya con la intención de mostrar al mundo que se inicia una guerra contra ISIS para erradicar su actual poder. Pero lo que realmente esconde esta ofensiva militar ideada y financiada por la coalición internacional, es un ensayo y comprobación de los efectos de un ataque masivo contra una ciudad como Faluya para poder evaluar las bajas en la batalla, las bajas civiles, el número de personas desplazadas, y la inversión realizada en la empresa. Todo ello, con miras a su objetivo principal que sería el ataque a Mosul, bastión del ISIS, una ciudad con más de dos millones de habitantes y centro real de la expansión y financiación del Estado Islámico.

Es denunciable, ante la opinión pública internacional, que los estrategas militares de Estados Unidos en la región estén utilizando a la población de Faluya como conejillos de india para valorar los efectos de un ataque de recuperación de localidades mayores, sin importarles el número de bajas civiles, las familias desplazadas que se encontrarán en el máximo de los desamparos y la destrucción total de una ciudad que quedará reducida a escombros para que nadie pueda habitarla ni gestionarla. Esta estrategia de Tierra Quemada supone, no solo un fracaso en un escenario bélico, sino una violación de los derechos humanos que afectan a las personas civiles tomadas como rehenes por unos y por meros daños colaterales por otros.

Faluya quedará destruida y sus habitantes también. Es muy posible que el ejército iraquí recupere esta ciudad con el apoyo de Estados Unidos, pero los daños ocasionados para que esto suceda pondrán en valor la estrategia del ISIS para seguir aumentando sus acciones y agrandando su ejército. Mal empezamos.



sábado, 28 de mayo de 2016

VENEZUELA EN CAMPAÑA

Aliados los interesados en destacar la pésima situación política, social y económica de Venezuela en la campaña electoral española, PSOE, Ciudadanos y PP, atacan de forma virulenta a este país, resaltando las semejanzas y peligros que entrañaría para el nuestro  que PODEMOS implante un régimen bolivariano que nos lleve a la miseria y a un recorte democrático.

Muchos de estos críticos no sabían hace unos días localizar a Venezuela en el mapa y muchos de ellos, sobre todo en las filas del PP y PSOE, miraban para otro lado cuando hace veinte años el país caribeño estaba siendo saqueado por los opulentos manteniendo en la más severa de las miserias a la mayoría de la población venezolana.

No seré yo quien defienda la situación actual de Venezuela ni a su Presidente  Maduro. Antes bien, me encuentro entre los que analizando la situación piensa que las cosas deben hacerse de otra forma en el país y apuesto por un diálogo sincero que devuelva a soluciones pactadas el devenir de los venezolanos. Pero atacar a Venezuela como lo están haciendo nuestros ilustres y cultos políticos, me saca de quicio.

Hasta el gobierno en funciones ha convocado el Consejo de Seguridad Nacional (que hasta ahora estaba reservado a momentos álgidos del terrorismo nacional e internacional) para abordar, incomprensiblemente, el caso de Venezuela. Albert Rivera se ha plantado en Caracas para hacer su rueda de prensa y echar unas lagrimitas y el PSOE aprovecha la jugada para seguir metiendo los apodos de bolivarianos a las filas de Podemos.

La situación de violación de derechos humanos, a nivel internacional, es bastante grave como para olvidarnos miserablemente del gran número de países que sistemáticamente incumplen los mismos, centrándonos exclusivamente en un ataque brutal a la situación en Venezuela. Con estrategias electorales de asusta viejos, han organizado un despliegue mediático para meter en campaña a Venezuela ante el temor al avance de la fórmula de Unidos Podemos. El resto de los países donde se violan los Derechos Humanos no les importan, ni siquiera conocen sus nombres. Su único interés es desviar la atención para conseguir un puñado de votos ocasionados por el miedo.

Por suerte, la ciudadanía española ha ido madurando en estos tiempos de democracia y sabe analizar que en pérdida de derechos fundamentales: Laborales, Sociales y de Libertad de Expresión,  España ha perdido muchísimos enteros en los últimos ocho años, gracias a la estafa de la crisis. Por más que se empeñen en incorporar a Maduro a la campaña electoral asimilándolo a Pablo Iglesias, lo único que conseguirán será el desprecio de los electores españoles, por manipuladores y mentirosos.

Dicho esto, señalar que Venezuela necesita un repaso, una especie de reseteo de ordenador, donde entren en juego propuestas de entendimiento y compromiso de avance conjunto de una sociedad actualmente polarizada. Pero eso, o se denuncia de forma global en todos los países del mundo que se encuentran en similar o peor situación o formará parte del esperpento de nuestros mediocres políticos.

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