lunes, 30 de junio de 2014

RICOS Y POBRES.


Ha calado hondamente en la población la situación de desesperación por la realidad en la que vivimos. Cientos de miles de familias han caído al umbral de pobreza y decenas de miles al de pobreza extrema. El paro continúa estancado en torno a 6 millones de personas, el juvenil supera el 54%, los contratos basura aumentan y la inestabilidad en el empleo con sueldos bajos está a la orden del día.

De otro lado, también aumentan los ricos en España. En lo que va de año se han sumado varios miles a aquellos que poseen más de un millón de euros. La explicación la podemos encontrar en políticas gubernamentales que continúan beneficiando a los que más tienen y enviando a la exclusión a los que menos tienen.

La afirmación popular del “siempre ha habido ricos y pobres”, cobra peso al ver eternizarse una situación catastrófica de la que tardaremos varios lustros en salir. Pero la clave no está en los refranes, sino en las políticas públicas aplicadas por un gobierno neoliberal, sometido a los dictados de la troika y al servicio en exclusiva del poder económico y financiero.

En estos años de crisis brutal, la población se ha ido acostumbrando a los efectos de la misma: compra menos, gasta menos, sale menos, recorta gastos básicos, para intentar llegar a final de mes a duras penas. Más de un millón de familias en España no llegan al día 10 del mes. Pero ese habituarse no tiene nada que ver con la aceptación de la realidad impuesta, teniendo bien identificados a los culpables de la misma y habiéndoles tomado la matrícula para las próximas elecciones.

Va creciendo la conciencia ciudadana de que ellos son los que realmente ponen o quitan políticos. Y han sido tan duros los efectos provocados por los gobiernos de Zapatero y de Rajoy, que la gente madura su elección para poner a cada uno en su sitio. En las europeas se ha sacado tarjeta amarilla al PP y al PSOE, castigándolos ejemplarmente, pero es muy posible que en las municipales, autonómicas y generales del próximo año a más de un partido se le saque la tarjeta roja.

Hay quienes intentan reinventarse a toda máquina para no perder espacios electorales. Hay quienes forjarán coaliciones para evitar el derrumbe y otros que van a sufrir un estancamiento tan descarado que se plantearán la reconversión o la unión con otros partidos del mismo espectro ideológico.

Nos queda mucho que ver en estos meses venideros, pero lo que no va a cambiar es el sentimiento de estafa que tienen millones de ciudadanos por las políticas restrictivas y recortes de servicios públicos fundamentales. Avanzamos, indefectiblemente, hacia un cambio social y político, donde los ciudadanos tienen la batuta para que los músicos políticos toquen las piezas que los directores digan. El cambio está garantizado, lo que no sabemos muy bien es hacia dónde. Pero eso lo decidirán los electores cuando llegue su momento mientras los partidos se esfuerzan por seguir resultando atractivos.





sábado, 28 de junio de 2014

REACCIONES LOCALES.


La crisis económica, social y política que ha provocado la aplicación de las políticas neoliberales del actual gobierno de Partido Popular, iniciadas las mismas con el anterior gobierno del PSOE, han golpeado con una dureza extrema a las capas más vulnerables de la población y desplomado las clases medias a cifras de hace treinta años.

España se encuentra en un periodo especial, de cambios profundos, para rediseñar el Estado que ha sido puesto en cuestión precisamente por los efectos nocivos de los últimos gobiernos en el país. Estos cambios van a concretarse, en menos de un año, en las elecciones municipales a celebrar en Mayo 2015. Los Ayuntamientos, como instituciones más cercanas a la ciudadanía, han dejado pasar la oportunidad de ponerse al servicio de sus vecinos y acometer acciones que redundaran a favor de la inclusión y permitieran paliar las desigualdades provocadas por la política salvaje de la troika.

El hartazgo de la ciudadanía tiene que notarse también en la elección de los gobernantes de los municipios, siendo capaces de traducir con inteligencia la necesidad de nuevas formas de plantear la política local desde una visión global de la situación que vivimos en el país. Pensar globalmente, actuar localmente, para hacer posible otra forma de servir al pueblo desde las instituciones municipales.

No se trata de montar de urgencia mega coaliciones electorales con una sopa de siglas que nadie entendería. Se trata de ofertar con un alto grado de responsabilidad y generosidad una alternativa real a estas formas tan arcaicas de gobernar los ayuntamientos, para pasar de una mera prestación de servicios a colocarse al frente de las propuestas necesarias para solucionar y denunciar las problemáticas que afectas a sus vecinos.

Esta alternativa para cambiar las ciudades y los pueblos, debe estar conformada por organizaciones sociales, Asociaciones de Vecinos, Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos, Peñas, clubs deportivos, Asociaciones culturales, ONGS, Plataformas y mareas ciudadanas, grupos sectoriales de la ciudad y, también, por partidos políticos y movimientos políticos alternativos. Aquellos que pretendan promover estas propuestas a la forma tradicional de sentar a varios partidos en una mesa camilla para determinar qué hacer, se equivocarán irremediablemente.

Hacen falta cientos de organizaciones y entidades, pequeñas, medianas o grandes, miles de ciudadanos independientes que se pongan al frente de la propuesta. No es hora de la amalgama de siglas partidarias, sino de priorizar los problemas de la ciudad, fijar los objetivos para el cambio y las acciones necesarias para acometerlo.

El cambio real puede comenzar desde abajo, desde los Ayuntamientos, provocando una auténtica revolución en la forma de entender la política local y apoyando desde ahí los futuros cambios en autonomías y gobierno central. Solo es necesario altura de miras en los partidos y compromisos claros de la población en general para elaborar un programa de gobierno que garantice el cambio necesario para nuestras ciudades. El reto merece la pena y es ilusionante.


martes, 24 de junio de 2014

MUNICIPIOS INTELIGENTES.


La gestión municipal va recobrando actualidad en la medida en que se acercan las elecciones municipales de mayo de 2015. Todos los partidos políticos se encuentran preparando su artillería para lanzar a la palestra a sus candidatos y garantizarse determinados éxitos en la contienda electoral. Creo que es un buen momento para poner a debate algunas cuestiones relacionadas con la gestión municipal, la participación de la ciudadanía y las opciones de trabajo desde los ayuntamientos.
Lamentablemente, en esta época de crisis que estamos atravesando, hemos podido comprobar la fragilidad de los entes municipales para poder abordar las problemáticas que afectan a sus ciudadanos. Siendo el principal problema actual el PARO, los municipios no han sido capaces de lanzar propuestas viables (siempre dentro de sus competencias y presupuestos) para abordar esta problemática social de tanto impacto. Y eso es así porque se ha instalado en la concepción ideológica de los partidos que los Ayuntamientos son entes de la Administración Pública encargados fundamentalmente de la prestación de servicios a los ciudadanos. Por ello, lo que cobra especial relevancia en su día a día es la planificación de la recogida de basuras, el transporte público, la limpieza de calles, alumbrado, aceras y pavimentos, parque y jardines, cementerios y poco más. Estos son los servicios que el ciudadano ve y utiliza día a día y son sobre los que se vuelcan los ediles en su trabajo cotidiano.
Pero un municipio es mucho más, es la condición identitaria de pertenencia al municipio y que conlleva que siendo el Ayuntamiento la entidad pública más cercana al ciudadano, los concejales deberían preocuparse de los problemas acuciantes que tienen los vecinos. Por ello, resulta grave haber comprobado que ningún municipio haya sido capaz de poner en marcha medidas de creación de empleo en su ámbito y planificar acciones de políticas públicas que abordaran posibles soluciones al momento de crisis que venimos padeciendo, evitando la exclusión social y promoviendo alternativas.
Y esto es así porque los Alcaldes a la cabeza de los gobiernos municipales y de la entidad, mantienen la concepción de partidos clásicos de que el Ayuntamiento está para gobernar la miseria, o lo que es lo mismo, prestar los servicios que pueda de la mejor forma posible y gestionados con la mayor de las transparencias. Pero eso sólo nos conduce a una entidad prestadora de servicios que, como en el caso actual donde la crisis golpea brutalmente a sus vecinos, pasa olímpicamente del tema, mirando para otro lado (eso es culpa del Gobierno Central o competencia del Gobierno Autonómico) y se enroca para seguir desarrollando sus políticas públicas de gestión de la miseria.
Ya deberían haber evolucionado los representantes municipales hacia una visión mucho más holística de sus quehaceres públicos, sabiendo planificar con inteligencia sobre los problemas de su ciudad, no despegándose de los que afectan de lleno a los ciudadanos y trabajar por sus ciudades con el compromiso y la responsabilidad de quien tiene como principal función lograr el bienestar de la comunidad que conforma su municipio. Pero claro, de eso, los políticos actuales no saben.




lunes, 16 de junio de 2014

COLOMBIA AMARGA.


Juan Manuel Santos ha ganado en el balotaje a su oponente Zuluaga. Con el 51% de los votos, Santos gobernará Colombia en el próximo periodo. Ahora conviene desgranar un poco estos datos y su significado para el futuro inmediato de los colombianos.

En primer lugar, hay que hacer mención a la alta abstención en la segunda vuelta. Más del 50% de los electores se han quedado en casa. Eso quiere decir que los colombianos están realmente cansados de las alternancias entre liberales y conservadores en los gobiernos, que se dan desde su independencia con o sin democracia. Es un bipartidismo gastado y obsoleto que sigue beneficiando a las clases altas y medias altas del país, mientras mantiene enormes bolsones de pobreza y de extrema pobreza. Colombia es uno de los países más desiguales del continente. El resultado para Santos es evidente, pero recordemos que sólo le ha votado un 25% de los electores totales, sólo ¼ de los colombianos apoyan sus propuestas.

En segundo lugar, la elección ha estado marcada por el proceso de Paz iniciado con las FARC y recientemente con el ELN. Santos se ha propuesto como meta la pacificación del país para terminar con más de cincuenta años de guerra que ha costado la vida de cerca de 250.000 colombianos y más de tres millones de desplazados. Podemos intuir que la apuesta es firme por la paz y la reconciliación, pero al ritmo que llevan las negociaciones de La Habana el proceso podría dilatarse demasiado en el tiempo y comenzar a estancarse con los asuntos más espinosos del diálogo que aún no se han tocado.

En tercer lugar, los colombianos están dando muestra de hartazgo de esta clase política que los ha llevado a la ruina durante decenios y así lo ha manifestado en la primera vuelta, votando nuevas opciones, aunque no consiguieron colarse para la segunda. Mucho han de cambiar las cosas en los actuales mandatarios y oposición de Colombia, para evitar que en los próximos procesos electorales entren en liza nuevas opciones, jóvenes, vivas y con poco almidón en sus ropas. Se vislumbra la aparición de una nueva Colombia en lo político, con discursos innovadores y modernos, para la aplicación de políticas públicas que busquen mayor equidad y un desarrollo armónico y simétrico.

Por último, Santos tiene que plantearse muy seriamente un ejecutivo capaz de sintonizar con los problemas reales de la gente, muchos de ellos más allá de la guerra en el país. Tendrá que ir mezclando los adelantos de proceso de paz con un alarde de nuevas políticas si realmente quiere lo mejor para su pueblo. No puede construirse la paz de los cementerios sino una paz que dibuje un nuevo país, valiente, integrador, no excluyente y dispuesto a avanzar en común hacia un desarrollo y una democracia real, acabar con la corrupción y promover la unidad de todos los colombianos.



sábado, 14 de junio de 2014

REY PUESTO.


Esta semana, por imperativo legal y si el tiempo no lo impide, nos encontraremos con un nuevo rey. Felipe VI será proclamado Rey de España, con algunos honores, sin estridencias y sin haber sido validado por la población.

Hereda un reino de forma vitalicia y hereditaria. En nuestro caso, hereda la Jefatura del Estado al que representará oficialmente, será el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas y velará por el cumplimiento de la constitución. Como su padre, hará negocios a favor del país, gestiones por el mundo acompañado de empresarios ricos, que harán su agosto con el apoyo real, ampliando la curiosa “marca España” del uno al otro confín.

Intentará ganarse en los próximos meses el calor de la mayoría de los españoles, paseándose desde Tarifa a Bilbao, desde Coruña a Murcia, quedándose este año sin vacaciones reales, invirtiendo en marketing regio.

Mientras, el pueblo continuará con sus problemas, paro, recortes, incertidumbre, emigración, desahucios, pobreza energética, malnutrición infantil y un sinfín de males que hemos acogido como una plaga en los últimos años del reinado anterior. Los cortesanos desempolvan sus dádivas guardadas para el momento y se preparan para codearse con la nueva corona, mas joven, vigorosa y preparada que nunca.

Los plebeyos recibidos en herencia, como si fueran muebles, inmuebles, haciendas o tierras, continuarán preguntándose por qué no han sido consultados para dar su conformidad al recambio. Habría sido muy importante conocer la opinión de los súbditos en una democracia del siglo XXI, la figura real habría salido fortalecida. Pero se ha optado por mantener la tendencia decimonónica, casposa, irreverente y alejada del populacho.

Se ha perdido una gran oportunidad. Seguramente Felipe VI no contará con un 23F que le eleve a los altares y tendrá que ganarse a pulso su permanencia en el trono. Ese pulso en nuestro país se llama elecciones, de cuyos resultados se irán derivando poco a poco, pero más temprano que tarde, los necesarios cambios constitucionales que deben realizarse en el marco de una Constituyente. Los partidos monárquicos irán perdiendo votantes y llegará el momento de plantear el final de la era borbónica para dar paso a la III República Federal Española.

Esto ahora puede sonar a ciencia ficción, pero quién nos iba a decir hace 20 años que la telefonía móvil iba a estar presente en nuestras vidas como el aire que respiramos. Mientras esos cambios llegan, nos prepararemos a ver imágenes esperpénticas de los nuevos yuppies de la nobleza, cortesanos de marca, que quieran seguir manteniendo sus privilegios en una sociedad que sobrevive día a día a los ataques de la desesperación.





sábado, 7 de junio de 2014

SE ACABÓ EL CHOLLO.


A juzgar por el enorme interés que se están tomando los partidos convencionales en marcar territorio, parece que se está tambaleando el mercadeo de ocupar cargos públicos en las instituciones como costumbre instalada en nuestra  democracia representativa. Los de la “carrera política”, que ingresaban de jóvenes y se jubilaban en esto, después de haber pasado por innumerables cargos y responsabilidades públicas y, muchos, por más de un partido político, le están viendo las orejas al lobo de que se les acaba el chollo.

La instalación en el chiringuito está siendo cuestionada por la inmensa mayoría de la ciudadanía. No sólo por el reflejo de las tendencias en los votantes sino, además, por el alto índice de desencanto y desafección que se ve reflejado en la abstención creciente. Esta nunca les ha preocupado a los partidos de nuestro sistema democrático, pues al final lo que contaban eran los resultados obtenidos en porcentaje de votos y el reparto de puestos, pero es alarmante y bochornosa en una sociedad que se entienda como moderna y comprometida con lo público.

Son síntomas evidentes de que algo se está moviendo y que socialmente está cambiando. Las preocupaciones fundamentales de la población valorarán las propuestas que incidan en el mantenimiento de un sistema público y de calidad en educación, sanidad, vivienda, servicios sociales e igualdad de la mujer en todos los ámbitos. Se castigará la falta de transparencia, la corrupción, la mala gestión, pero también la chulería, altanería y prepotencia de líderes y candidatos.

La ciudadanía española manifiesta hartazgo del sistema, que puede traducirse en la necesidad de reformar la Constitución en busca de un estado avanzado, del Siglo XXI, modificando la actual estructura territorial e institucional, caminando hacia un Estado Federal, Solidario y Laico. Cambiar la Ley electoral injusta para conseguir una democracia mucho más real y participativa.

Se valorarán las propuestas que sepan abordar el empleo como un derecho ciudadano, aplicando políticas serias que reestructuren nuestros sectores y posibiliten empleo de calidad, basadas en la potenciación del I+D+I y en la reindustrialización competitiva, apoyando a Pymes y autónomos en su desempeño.

Colocar en primer lugar a las personas, conlleva invertir los órdenes actuales (primero el partido, después los ciudadanos), trabajar por la colectividad, abordar la necesidad de cambios sin descanso y dejar de esconderse tras los coches oficiales, los escaños y las reuniones de partido, para salir y estar en la calle, con las antenas puestas y abiertas permanentemente. Los partidos en sí han dejado de interesar, interesan las propuestas y la resolución de problemas que tiene la población.

En este cambio de percepción de lo político, que a primera vista parece un cambio de paradigma, los ciudadanos hemos de tomar conciencia de nuestra responsabilidad en su aplicación práctica. Hemos de estudiar muy bien las propuestas que realizan los partidos, su nivel de credibilidad y su compromiso real con lo público. Ya no queremos representantes sino servidores del bien común.

martes, 3 de junio de 2014

ENTRE REYES


La abdicación de Juan Carlos I se había venido barajando como opción desde el safari en Botswana que provocó la operación de cadera y la petición de perdón: “lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”. Los líos del yerno, la imputación de la Infanta Cristina, no ayudaban mucho y la Casa Real entro en una valoración en picado de la ciudadanía. Sin duda, la elección del Rey para buscar el momento idóneo para abdicar ha sido ejemplar. De haberlo hecho antes, hubiésemos justificado por la aparición de los escándalos citados. Más tarde, por los problemas políticos que podrían surgir en torno a Cataluña, el crecimiento de fuerzas o frentes republicanos, la debacle del constitucionalismo inestable del bipartidismo, etc.

El momento entre reyes es el justo, el más apropiado. La situación en España es de una extrema gravedad, sin que las políticas de recortes del gobierno del PP tengan marcha atrás y cientos de miles de familias no tengan acceso a ningún tipo de ayuda social ni perciban ningún ingreso entre sus miembros. Los preferentistas siguen con su dinero perdido, robado; continúan los desahucios a miles; la frenada del paro es bastante estacional y los empleos que se crean son cada vez más basura, temporales y mal pagados. Continuamos teniendo muchas casas sin gente y mucha gente sin casas; una sanidad venida a menos y una educación que baja enteros; demasiada corrupción en la clase política y en el sistema financiero; una banca rescatada y a Bruselas vigilando cada movimiento y dato del Gobierno.

Sin duda, nuestro país va a dar pasos incansables hacia un cambio político, donde lo de ayer aparecerá indefectiblemente como viejo, caduco y trasnochado. Y en ese paquete también entraba el Rey Padre, la monarquía, la Casa Real, aunque mucho mejor valorado que ninguno de ellos, el Príncipe Felipe. El Futuro e inminente Rey de España Felipe VI, ha sabido mantenerse al margen de todos los desatinos reales y ha cultivado su imagen de joven formado (ya no es tan joven); asumiendo las representaciones ante América Latina en actos oficiales desde hace muchos años; listo para asumir las tareas que emanan del cargo de Rey de España.

Todos recordaremos este periodo entre reyes, que durará más o menos un mes, como la memoria de lo realizado por el monarca padre y las virtudes a desarrollar por el monarca hijo. Un hecho histórico que nos ha tocado vivir. Pero no debemos olvidar que los próximos meses en la vida política española serán muy convulsos, desde el secesionismo catalán al vasco, pasando por unas elecciones municipales, autonómicas y generales, que tensionarán mucho más una situación muy alejada de lo idílico.

El Rey Felipe VI pertenecerá a la media de edad de los españoles actuales, sintonizará mucho más con ellos y posiblemente entenderá los problemas sociales, económicos, políticos y de estado, con otros puntos de vista. Pero él mismo debe saber que la designación constitucional como heredero de la corona es un asunto rancio, que la gente no entiende por qué no gobierna su hermana Elena, porqué no se cambio la Ley Sálica, incluso por qué no debe someterse a un referéndum popular que certifique su apoyo como monarca.

Sabe el próximo Rey que los momentos no son para nada tranquilos y que va a necesitar de un fuerte apoyo institucional y político para afrontar los próximos tiempos. D. Juan Carlos tendrá que echar una mano a su hijo, con una transición escalonada, sin rupturas ni estridencias, cambiando algunos decorados y personajes, pero no la obra a representar.




lunes, 2 de junio de 2014

EL FINAL DE LA INERCIA


Siempre es conveniente dejar pasar unos días tras las elecciones para, más en frío, poder analizar con tranquilidad los resultados. Ha habido tiempo para que los partidos políticos realicen sus sesudos análisis y tomen las medidas que consideren oportunas.

En primer lugar, conviene señalar que con referencia a las últimas elecciones de ámbito estatal, es decir las generales de noviembre de 2011, los resultados han sido muy malos para PSOE y PP, y malos para IU y UPYD. Las cuatro formaciones políticas bajan en votos, en el caso del PP el hundimiento nacional es terrible: pierde más de 6 millones de votos. Mientras, el PSOE ha perdido 2,5 millones de votos. Sin duda, los dos partidos han sido los grandes perdedores en las elecciones europeas, con más de 8,5 millones de personas que les han retirado su confianza.

De otro lado, Izquierda Unida, también ha perdido votantes, aunque menos, 118.243 votos menos, al tiempo que UPyD, se deja algo más por el camino, 124.246 votantes. Los únicos que han ganado votos (sin analizar partidos nacionalistas), han sido Podemos, que consiguen 1.245.948 votos y Ciudadanos, que obtiene 495.114. Todas las lecturas que quieran hacer los partidos para disimular su rotundo fracaso serán lecturas interesadas para despistar al personal. Lo cierto y verdad es que la aparición fulminante de Podemos y, en menor medida, la irrupción en el mapa nacional de Ciudadanos, son los elementos novedosos a tener en cuenta sobre la realidad política que nos espera de cara a un año 2015 electoral.

En su traslación a Andalucía, la lectura sobre los datos es bastante similar. Los cuatro partidos han perdido votantes en las europeas, siempre con respecto al voto obtenido en la comunidad en las elecciones generales anteriores. En el caso del PP, pierde en Andalucía la friolera de 1.290.933 votos, mientras el PSOE se deja en el camino algo más de 650.000 votos. Por su parte, Izquierda Unida ha perdido en Andalucía alrededor de 49 mil votos y, UPyD baja en 17 mil votantes. Al igual que en las generales los grandes y únicos vencedores en Andalucía han sido Podemos, que pasa de 0 a 189.882 votos y Ciudadanos, que lo hace de 0 a 46.299.

La inercia del voto que había reinado en nuestro país, consolidando un modelo bipartidista, acaba de romperse con el resultado de las elecciones europeas del 25M. La ciudadanía comienza a hacer lecturas propias, basadas en su experiencia de lo que les afecta la política y a traducir críticamente su realidad con el apoyo a un determinado partido. Para los partidos viejos se ha acabado el alternarse en el poder, ahora les toca trabajar en serio si quieren permanecer en la vida política del país. Tocan nuevas propuestas para tiempos y necesidades nuevas. Distintas formas de organización y de participación política. Así que ya no vale con la inercia de siempre.