domingo, 31 de enero de 2016

HAMBRE CERO

Adentrados ya en el Siglo XXI, mantenemos unas cifras vergonzosas de hambre en el mundo, superando los 1.000 millones de personas en pobreza extrema, de los cuales más de 400 millones están en riesgo de desnutrición severa. Las cifras son de Naciones Unidas, dentro de su Programa Mundial de Alimentos (PMA) y ponen los pelos de punta a propios y extraños. Al mismo tiempo, el informe señala una superproducción de alimentos que está obligando a muchos países a reducir sus producciones de carne, lácteos, productos agrícolas y manufacturados. Un sinsentido que nos obliga a repensar estrategias para terminar con el hambre de nuestros semejantes.

Hemos de trabajar para conseguir tres comidas al día a toda la población mundial, aprovechando los excedentes de producción y canalizando esa ayuda alimenticia de forma correcta y eficaz. Les aseguro que esto no cuesta tanto trabajo, pero se imponen las políticas de los mercados para los controles de precios a la solidaridad humana. Al mismo tiempo, se han de poner en marcha propuestas de desarrollo endógeno que faciliten a las poblaciones más vulnerables un avance en su extrema situación y garanticen su soberanía alimentaria en el medio plazo.

En la raíz del problema del hambre, se encuentra la grave desigualdad social existente, que en determinados países se acrecienta debido a políticas de ajuste estructural que hacen recaer sobre la población más indefensa los efectos de un lamentable crimen programado. Si le sumamos a ello los altísimos niveles de corrupción política en los gobernantes de esos países, tenemos la tormenta perfecta que coloca a millones de personas al borde del abismo nutricional.

Para hacer frente a esa desigualdad, hay que aplicar políticas serias de redistribución de la riqueza, comenzando por la dedicación del 0’7 % a la Cooperación Internacional al Desarrollo, objetivo trazado por Naciones Unidas en 1992. Esta Ayuda al Desarrollo, debe ser controlada y evaluada por los actores más cercanos a la población meta, contando con las ONG como instrumento social que garanticen el destino de los fondos.

Al mismo tiempo, a nivel interno de los países receptores, han de ponerse en marcha políticas de crecimiento endógeno que cuenten con acciones de protección a la población más vulnerable y garanticen los servicios públicos básicos de Salud y Educación. Las ayudas tienen que ser condicionadas al cumplimiento de los objetivos marcados en los planes de desarrollo que se formulen. No podemos permitirnos que el dinero para la ayuda se quede por el camino o en los bolsillos de dirigentes corruptos.

Por último, sería necesario articular medidas de protección a la infancia desnutrida o en riesgo de desnutrición, ya que son los más vulnerables de entre los pobres. Debemos exigir un compromiso firme para terminar con esta vergüenza humana.



miércoles, 27 de enero de 2016

EL DERECHO DE VIVIR EN PAZ

Desde el final de la II Guerra Mundial seguimos inmersos, sin ningún paréntesis, en situaciones de conflicto internacional que dicen muy poco sobre nuestra capacidad de conseguir un derecho fundamental de la especie humana: El Derecho a Vivir en Paz. Conflictos de baja, media y alta intensidad, nos asolan por todo el planeta, en base a raíces ideológicas, religiosas, de poder, económicas, etc., a las que próximamente se incorporarán causas como el control del agua dulce y los cauces, nuevos minerales, control de amplios territorios y algunas más.

El ser humano, nacido libre y como máximo escalón de la biodiversidad, no está dando respuesta válida al cumplimiento de este Derecho Internacional básico: Vivir en Paz. Las relaciones entre la humanidad se mediatizan por la posesión de armas nucleares (persuasión nuclear), bombas de hidrógeno (bastante más destructivas que las anteriores), armas bacteriológicas, armas de destrucción masiva y armamento convencional.

Mientras no se planteen medidas de gran calado, nuestro destino estará marcado por los países poderosos en posesión del armamento citado. Estas medidas, básicamente, pueden resumirse en las siguientes:

-          Erradicación y destrucción de los arsenales nucleares, de uranio enriquecido e hidrógeno, con un control garantista suficiente basado en la propuesta 0+0.
-          Erradicación y destrucción total de las armas de destrucción masiva, bacteriológicas, bombas racimo y todas aquellas que no discriminen su objetivo.
-           Acabar con los lobbys de armamentos, tanto “legales”, es decir el comercio de armas controlado por los propios estados, como “ilegales”, erradicando el tráfico de armas de cualquier tipo, mediante una gendarmería que vele por dicho control.
-          Reducción al 50% del actual armamento convencional, debe acabarse el hacer negocio con los instrumentos que garantizan la guerra y la destrucción, mediante un compromiso verificable de esta disminución.
-          Disminución del número de efectivos en los ejército regulares, compensando a nivel de Policía Civil de forma ponderada y proporcionada.
-          Trabajar en la Prevención de Conflictos, interactuando las acciones de contención, negociación y diplomacia, con la de sanciones que nunca vayan a las espaldas de la ciudadanía de los estados concretos.
-          Incluir una cultura de Paz en todos los niveles educativos, en busca de personas pacíficas, dialogantes, negociadoras y comprometidas por la paz.

Los gobiernos actuales no están por la labor, ya que sacan beneficios muy jugosos de estas situaciones de conflicto. Ni siquiera Naciones Unidas ha sido capaz de actuar en firme contra esta necesaria distensión, ya que los países poderosos que la conforman vetan sucesivamente cualquier iniciativa que vaya en el sentido de las propuestas reseñadas. Hemos de reivindicar nuestro Derecho de Vivir en Paz.



domingo, 24 de enero de 2016

CAMBIO CLIMÁTICO

Las autoridades reunidas en París en la Conferencia Internacional promovida por Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, llegaron a algunos acuerdos interesantes pero no vinculantes. No fueron capaces de concluir con unos Tratados, que serían de obligado cumplimiento, sino recomendaciones y compromisos que se revisarán cada lustro sin que modifiquen las políticas medioambientales de los países emisores de forma obligatoria.

Mal lo tenemos para las futuras generaciones si los actuales gobernantes no ponen remedio de una forma rápida y eficaz a los efectos que provoca el Cambio Climático. Pero mucho peor si no se atienden toda una batería de propuestas que modifiquen nuestros hábitos de vida y conduzcan a un Planeta más limpio, saludable y duradero. Somos la especie humana la que hemos decidido cargarnos el habitat de todas las demás especies, convirtiéndonos así en animales humanos peligrosos para los demás animales y especies vegetales.

Dentro de la batería de propuestas a abordar, se encuentra la sustitución de la energía nuclear y de hidrocarburos por energías limpias y renovables, anteponiendo los intereses de todos a los de empresas multinacionales. Para ello, hay que ser muy valiente y contar con una suerte de aptitudes de las que hoy adolecen los mandatarios internacionales. Para tal fin, Naciones Unidas también ha fracasado, ya que sus intentos de avanzar chocan frontalmente con los posicionamientos particulares de los poderosos y siempre juega al no molestar demasiado, ya que prefieren conseguir pequeños avances a no conseguir nada.

Tenemos que iniciar ya la sustitución del actual parque automovilístico por vehículos limpios. Sabemos que contamos desde hace tiempo con la tecnología necesaria para su implementación y que son intereses especulativos del petróleo los que ejercen una presión inmensa para no cambiar nuestro sistema privado de transporte: el coche.

Tenemos que erradicar, de forma radical, la tala indiscriminada de masa boscosa e iniciar un incremento de la masa arbórea mundial que duplique nuestra actual situación. Podemos plantearnos, con bastantes opciones de éxito, la reducción de las zonas desérticas en un 10% de su masa actual, ampliando nuestro suelo cultivable y poniendo freno al avance de las mismas.

Hemos de comenzar, sin dilación, a trasladar los núcleos urbanos del litoral al interior, alejarnos de las costas para evitar millones de muertes en el futuro. La planificación de este cambio es prioritaria y puede llevarse a cabo de forma progresiva pero urgente en los próximos años.  Hemos de garantizar unas formas y hábitos de vida mucho más saludables, con un transporte público económico y de calidad; un profundo sistema efectivo de tratamiento de los residuos sólidos urbanos que garantice su reutilización. En estos cambios urgentes, las personas somos imprescindibles, tanto para reclamar su aplicación a los gobernantes como para cambiar nuestros propios hábitos de vida.



sábado, 16 de enero de 2016

LA CUESTA DE ENERO


Los informes económicos del Banco Nacional, indican que ha disminuido sensiblemente el ahorro de los españoles, al tiempo que se ha acrecentado el consumo y reactivado con pequeños porcentajes las cifras de ventas. Sin embargo, cientos de miles de familias ni tienen ahorro sensible ni pueden permitirse superar la tan temida cuesta de enero.

Estirar nóminas menguantes se ha convertido en el deporte nacional y cada vez nos parecemos más a los cubanos en aquello de “resolver”. Separar el dinero para pagar la hipoteca o el alquiler, la luz, el agua, el transporte, los alimentos básicos, ropa y calzado, dejan a muchísimas familias a cero, pero no a final de mes, sino a mediados.

Nos hemos acostumbrado a esta realidad con salarios muy reducidos que hacen que muchas personas que trabajan continúen en la espiral de la pobreza y de la preocupación por el día a día. El gobierno del PP muestra continuamente la bajada del desempleo como un éxito de su política de restricciones, pero oculta que los empleos creados no perciben, en su mayoría, salarios que permitan vivir con desasosiego y hacer frente a los gastos enormes de los servicios básicos.

Hemos perdido, en menos de ocho años, las garantías de seguridad que otrora nos daba un trabajo como reflejo de formar parte del grueso de la ciudadanía en una campana de Gauss. Más de 400.000 jóvenes han salido del país en busca de cualquier tipo de trabajo, mientras que los que obtienen un contrato en España saben que suelen durar días o semanas y en raras ocasiones llegará a los 1.000 euros de salario mensual.

La cuesta de enero ya nos dura desde 2008 y vivimos en ella asumiendo que estos cambios en las relaciones con el mundo del trabajo y de los salarios han venido para quedarse. Hemos detectado, con toda claridad, que la crisis o la estafa de la crisis, ha sido utilizada para establecer nuevos modelos en la contratación y el empleo, colocándonos en una renta per cápita y en un índice de Consumo Individual Efectivo por debajo de la media europea.

Estancados ahí los datos durante varios años, deja de funcionar el sentimiento de que es fruto de la denostada crisis, que esta ya ha sido superada y que lo que tenemos es lo que hay. Nadie espera ya volver a tiempos mejores que cada vez son más olvidados y entramos en la normalidad de unas condiciones salariales pésimas y estrechas y un nivel de vida más cercano a finales del siglo pasado que al actual.

Los cinturones se han ajustado todo lo posible y el concepto de cuesta de enero se mantiene durante todo el año. Después de algunos homenajes fruto de las fiestas navideñas, volvemos a la triste realidad de los ajustes intrafamiliares y la economía real, siempre tan alejada de los datos de la economía oficial.


domingo, 10 de enero de 2016

EL PROCESO CATALÁN


Kafka se hubiera sentido ridiculizado si en sus tiempos se hubiera vivido el escenario de este Proceso. Los participantes en la escenificación han jugado todas sus cartas y los tiempos de una forma magistral, a sabiendas de que sus decisiones tendrían un cierto coste político para los protagonistas, que sopesaron muy bien antes de asumir el reto.

Tras los resultados de las elecciones catalanas, se vislumbró que el recorrido para formar gobierno no sería nada fácil y se diseñó una estrategia que pasaba por no llegar a ningún tipo de acuerdo hasta que se celebraran las elecciones generales. Rajoy, a sabiendas de la intención, retrasó al máximo la convocatoria de elecciones para colocar el tema catalán en la campaña electoral, reduciendo el impacto de sus políticas antisociales y su currícula de corrupción. Por su parte, los independentistas intentaban sacar los mejores beneficios de un nuevo escenario político tras el 20D. Y eso es lo que se ha producido.

El acuerdo in extremis de la CUP con Junts pel sí , que garantiza el inicio del proceso hacia la soberanía de Cataluña, pone en jaque la inestabilidad del futuro gobierno español. Coloca a Rajoy en la mejor posición de salida posible para la nueva realidad y cerca al PSOE, que se verá abocado a apoyar un gobierno del PP con su abstención, posiblemente en la segunda sesión. Al proceso, le interesa que haya un gobierno del PP en minoría absoluta y casar al PSOE con el inmovilismo político para reforzar sus posicionamientos en Cataluña.

Hemos pasado de puntillas los últimos meses sobre el proceso de Cataluña, pero a partir de hoy la cuestión de la independencia se coloca en trending topic de la política española. Todo aquello que se haga, se diga, se piense o se manifieste, tendrá una repercusión a medio plazo en los avances soberanistas de Cataluña. Lo único serio que hemos oído en la campaña electoral, es la necesidad de caminar hacia una consulta, basada en el derecho a decidir, que ponga fin a los despropósitos de unos y de otros. Lo demás ha sido, simplemente, postureo.

En el año en que se cumplen 80 del inicio del golpe fascista, el inicio de la guerra civil que acabó con la II República y la democracia en este país, hemos de plantearnos muy seriamente si ha llegado el momento de recomponer nuestro espacio compartido con un reconocimiento plurinacional y dibujar una nueva Constitución que nos sirva para otros cuarenta años, como mínimo. Las posturas enfrentadas e inmovilistas solo nos traerán resultados retrógrados. Es urgente cambiar la Constitución, adaptarla al Siglo XXI y a nuestra realidad de Estado. No será fácil el camino, pero los resultados nos colocarán en la mejor posición posible para afrontar con garantías de éxito los próximos decenios. Enrocarse en discursos trasnochados y rancios no es la mejor opción.




sábado, 2 de enero de 2016

SE BUSCA PRESIDENTE.


Después de dos semanas de celebradas las elecciones generales, continuamos sin saber quién formará gobierno. Rajoy le ha pedido encarecidamente a los Reyes Magos, un aluvión de cordura en el PSOE y Ciudadanos para evitar la hecatombe de un gobierno con la presencia de PODEMOS que, según él, nos llevaría al caos. Pedro Sánchez, pelea a pecho descubierto con los barones territoriales para evitar un gobierno del PP, mientras las huestes susanistas se preparan para mudarse a Madrid.

Parece que la “repetición “  o “nuevas elecciones”, serán inevitables, a no ser que en las rebajas de enero los partidos aflojen sus líneas rojas y las tercien en asalmonadas. De celebrarse nuevas elecciones, seguramente en primavera, el partido más beneficiado sería el PP, recuperando muchos de los votos que se ha llevado ciudadanos como castigo a sus políticas de austeridad extrema y a la corrupción que están intentando disipar. Otro partido que aumentaría su representación sería PODEMOS, que ha captado la atención de muchos votantes del PSOE hundido en las luchas intestinas, así como de votantes de IU que han visto como la dispersión de su voto no ha sido muy útil para lograr el cambio.

De los discursos de fin de año de los reinos de taifas, el que más me ha sorprendido ha sido el de Susana Díaz, que se ha permitido el lujo de utilizar la televisión andaluza para largar un mitin político del PSOE y de su particular precampaña para el cónclave socialista. Es una vergüenza cómo esta mujer utiliza a Andalucía en beneficio propio y, sin pestañear, nos coloca a los andaluces como referente español por excelencia de la unidad territorial indivisible, mientras los datos de desempleo y de pobreza se estancan en la comunidad, los servicios de salud están cada día más deteriorados y la educación mantiene niveles de fracaso escolar insoportables.

Personalmente, pienso que la campaña electoral de las nuevas elecciones ya ha empezado, sean estas en primavera o en Noviembre de este año. Y ello no debería provocarnos ningún tipo de desazón a la ciudadanía, pues los tiempos han cambiado y tenemos que readecuarnos a los mismos. Si para ello tenemos que votar algunas veces más no debe preocuparnos demasiado, pero la extrema situación por la que atravesamos necesita de un gobierno de cambio cuanto antes si no queremos enquistar los efectos de la estafa de la crisis.

De momento, las opciones que tenemos para Presidente son o Mariano Rajoy, o Pedro Sánchez, y mucho me temo que ninguno de los dos contarán con apoyos suficientes para conseguir la investidura. Si se diera el milagro, sus gobiernos serían demasiado débiles como para superar la prueba del algodón de los presupuestos 2017, lo que conseguiría trasladar el momento electoral a noviembre. Por lo pronto está asegurado que en la casa de ambos recibirán carbón el día 6.