España supera en la
actualidad en 24% de paro global y más del 52% de paro juvenil. Una situación
insostenible para recuperar nuestro crecimiento y una economía fluida y ágil.
Sin embargo, las distintas administraciones están absorbidas por el llegar a
fin de mes, tener liquidez, efectuar recortes en lo que puedan y ver cómo
pueden acabar este año sin muchos números en rojo.
Bajo mi punto de vista
están olvidando su verdadero objetivo. En política, la gestión de lo público,
tiene dos vertientes bien diferenciadas: en primer lugar, la propia gestión,
eficaz, eficiente, saneada, de calidad, que por la experiencia acumulada en
estos años podemos afirmar que dista mucho de haber cumplido con sus fines.
Pero, de otro lado, la gestión de lo público debe incorporar,
indefectiblemente, el máximo nivel de previsibilidad que garantice un
desarrollo armónico y nos prepare para afrontar el futuro.
Este nivel de
previsibilidad, a su vez, tiene dos finalidades. La primera, evitar la
improvisación, que es lo que está ocurriendo ahora en todas las
administraciones públicas; y la segunda, adelantarse a los acontecimientos
poniendo en marcha políticas con visión de futuro que coadyuven a paliar
efectos de una situación no deseada.
No dudo que la
prioridad está ahora en cómo llegar a final de mes sin causar demasiados
estropicios, pero si las administraciones públicas, especialmente el Estado y
las Comunidades Autónomas, no se ponen manos a la obra en un nuevo diseño de
nuestra economía a futuro, lo más probable es que perezcamos en el intento.
Hemos de trabajar con
la perspectiva y el diseño de la España que queremos en el año 2050. Para eso
están los planificadores, que partiendo de una realidad dada (diagnóstico),
dibujan un escenario de cambio a largo plazo que contiene todos los parámetros
necesarios en pasos a dar para transformar dicha realidad (tratamiento).
Los que hemos trabajado
en Planificación Estratégica para el Desarrollo, no sólo sabemos que esto es
posible por las experiencias acumuladas en América Latina y África, sino que en
el caso español y europeo, es absolutamente imprescindible.
Podemos cebarnos con el
análisis de la situación a corto, crucificar todo lo que queramos o imponer
penitencias a los culpables. Pero si no actuamos ya en diseños de escenarios
distintos al actual, con previsiones a medio y largo plazo introduciendo las
modificaciones necesarias, paso a paso, para poder conseguir nuevos objetivos,
lo que estaremos haciendo es “Gobernar la Miseria” y ustedes me disculparán,
pero eso lo hace cualquiera.
El perfil del político
debe cambiar de inmediato. Mucho más cercano a la realidad social y con
experiencia profesional, motivando los planes citados, con capacidad de
diseños a futuro, analítico, generador de cambio social y estadistas. Andamos
escasos en la actualidad de esos perfiles en PP y PSOE, por eso hemos de
proceder a cambios de opciones que anulen un bipartidismo trasnochado y vayan
al fondo de la labor real que ha de cumplir la política.