Hemos comenzado el año con un
atentado en una discoteca de Estambul en el que han muerto 39 personas y,
recordemos, que lo cerramos con otro atentado en Berlín con 12 muertos como
resultado. Ambos asumidos por el Estado Islámico.
Si alguien continúa dudando si
estamos en guerra o no, debería hacérselo mirar. Llevamos en guerra desde 2014,
exactamente desde el mes de junio de ese año en que se proclamó El Califato. Si
alguien continúa pensando que esta guerra es lejana a nosotros y que no nos
afecta, debe frotarse los ojos dos veces y analizar qué es lo que está
ocurriendo a nuestro alrededor.
Desde la fecha citada, me
atrevería a afirmar que hemos entrado en los inicios de la Tercera Guerra
Mundial. Una guerra que será larga en el tiempo y que no va a responder a los cánones tradicionales
de combate de las grandes guerras anteriores. Los tiempos van cambiando y los
modos de hacer la guerra, también.
Ya sabemos que Estados Unidos
estuvo detrás de la creación de grupos rebeldes para apoyar su triunfo en Irak,
Afganistán, Libia y Siria. Lo han reconocido. Pero el asunto se les fue de las
manos. En este inicio de Guerra Mundial, aparentemente sólo hay algunos
actores, pero el elenco amenaza con aumentar cada día. De momento, los países europeos
estamos en el punto de mira. Baste recordar las extremas medidas de seguridad
para tomarse las uvas en Madrid o, simplemente, para visitar un mercado
navideño en cualquier ciudad europea.
Esta Guerra incluye el terror
entre sus métodos de ataque y a eso se le llama terrorismo. Pero para los
combatientes el resultado es lo que cuenta y se consigue con formas no
convencionales de guerra: La paralización psicológica que provoca el miedo y la
radicalización de las posturas de los gobiernos amenazados. Estos gobiernos, de
paso, aprovecharán para recortar libertades individuales que les viene muy bien
en su dibujo de la sociedad que pretenden manejar, pero esa es otra historia.
Una Europa débil y camino de la
desintegración por autodestrucción, se convertirá en una presa fácil para
cualquier grupo militar que actúa con lobos solitarios provocando atentados.
Con la salida del Reino Unido y a las puertas de que hagan lo propio Holanda,
Alemania y la misma Francia, si sus extremas derechas ganan las elecciones en
este año, el proyecto de Unión Europea desaparecerá del mapa. Y aquí es donde
volvemos a encontrarnos con las potencias, que siempre estuvieron ahí y que
nunca le dieron a la UE la más mínima posibilidad de consolidar su integración
regional, más allá del Mercado Común. Supieron consolidar la Europa de los
mercaderes, pero nunca se preocuparon de la Europa de las personas, la Europa
de lo social y, sin ello, era fácil hacer caer a un simple mercado.
Ahora le toca el turno a los
mayores, a los que saben de esto y tienen la potencia de fuego suficiente y
claridad en sus intereses como para meter la mano: El Dragón, El Oso y el Tío
Sam. Vamos a observar, en los próximos meses, movimientos de envergadura que
implicarán a otros países y que ampliarán el número de actores en el conflicto
de la III Guerra Mundial. Depende del posicionamiento de China, Rusia y Estados
Unidos, que se modifiquen considerablemente las reglas del juego internacional
de cara a los próximos cien años.
Será una Guerra larga, sin trincheras
pero con muertos, cientos de miles de muertos. Unos morirán por bombardeos y
otros mientras se tomaban un café en una terraza parisina o bailaban la lambada
en una discoteca turca. Tendremos que intentar parar esta espiral, pero ya
vaticino de lo quijotesco del empeño, pues llevamos dos año y medio de luchas y muertes.