Recientemente he tenido
la oportunidad de visitar la ciudad de Santa Cruz de la Sierra por motivos de
trabajo. La última ocasión que pisé el municipio fue hace dos años exactos y he
podido comprobar que de aquella fecha a esta la ciudad no la reconozco.
Todo está en
construcción. Cualquier lote pequeño en cualquier cuadra de cualquier anillo,
se encuentra en obras construyendo torres de departamentos, edificios, casas,
dando la impresión de que Santa Cruz es aún una ciudad inacabada, una ciudad
para el futuro.
Me he ocupado y
preocupado por el asunto y he indagado sobre qué es lo que estaba pasando,
temeroso quizás del fenómeno de burbuja inmobiliaria que hemos vivido en España
en el último decenio y que dio al traste con el avance de nuestra economía
cayendo en una profunda depresión y recesión económicas y vivenciales.
De mis indagaciones he
podido concluir que se está construyendo porque hay demanda y se espera que la
misma continúe, al menos, durante los próximos ocho años. Santa Cruz de la
Sierra, que en la actualidad cuenta con un censo de millón y medio de almas,
podría pasar en 2.020 a tener 3 millones de habitantes, lo que significa
duplicar la población en diez años.
Esto puede dar una idea
sobre las bondades de esta ciudad y del departamento, donde una vez concluida
la migración propia intradepartamental de finales del siglo XX del campo a la
ciudad, ahora se comienza a producir un nuevo fenómeno con más fuerza de
migración interdepartamental, dando respuesta al efecto llamada que el
desarrollo económico en Santa Cruz significa para un país que cuenta con
amplias zonas de baja o nula producción.
Aquellas familias que
hayan conseguido ahorrar un poco de plata desde cualquier parte del país, se
disponen a dar el salto a Santa Cruz con la idea de rentabilizar sus pesos y
adquirir mejores condiciones de vida.
Hasta ahí el fenómeno
puede considerarse explicado. Pero lo que realmente me preocupa es si el
municipio, el gobierno departamental y el gobierno central están preparados
para esta oleada a Santa Cruz. Una ciudad que duplica su población en tan
escaso periodo de tiempo va a precisar de toda una serie de servicios públicos,
planificación urbanística, saneamientos, salud y educación, transportes,
cultura, deporte, etc., que no pueden encontrar desprevenidas a las autoridades
responsables de la gestión de las políticas públicas.
Si Santa Cruz continúa
creciendo como ciudad a lo ancho será todo un desastre por lo que ha de
planificarse también el crecimiento a lo alto, es decir, con edificios que
garanticen mayor concentración de población por Km cuadrado. De lo contrario
cruzar la ciudad de un extremo a otro puede convertirse en una excursión más
que un paseo.
Ello conllevaría el
poder prestar los servicios públicos con mayores garantías y a un menor coste y
garantizar, de alguna manera, que el peligro extensionista de la ciudad no va a
causar mayores cotas de exclusión social.
Dibujar una ciudad
nueva es el reto que deberían tener las autoridades actuales de los tres
niveles con una doble perspectiva: En primer lugar, evitar las improvisaciones
cuando nos encontremos una realidad casi imposible de manejar en lo
urbanístico; En segundo lugar, porque más allá de la coyuntura cortoplacista en
que suele moverse “lo político”, hemos de dibujar escenarios que garanticen la
necesaria previsibilidad que se le supone al gobernante, que ha de gobernar
para ahora, para mañana y para el futuro, más allá del interés electoralista
del momento.
Por ello, quisiera
llamarles la atención sobre este fenómeno que espero poder contemplar conforme
se vaya produciendo en los próximos años y manifestar mi opinión sobre la
necesidad imperiosa de que hubiese ya funcionando una pequeña comisión de
expertos que desde los tres ámbitos citados: municipio, departamento y gobierno
central, fueran analizando, planificando, previendo y construyendo, las
distintas posibilidades de crecimiento que se esperan para Santa Cruz de la
Sierra de una forma inminente.
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