Los resultados de la IV
Cumbre Unión Europea –África, celebrada esta semana en Bruselas, han dejado al
descubierto los verdaderos intereses de la Unión Europea en esto de la
cooperación al desarrollo con los países empobrecidos. África es un continente
olvidado, que ha sufrido y continúa padeciendo innumerables guerras coloniales,
tribales, políticas, económicas, etc., y que ha visto como se esquilmaban sus
recursos naturales (especialmente los relacionados con la minería y piedras preciosas)
manteniendo en la pobreza absoluta a más del 40% de su población.
Hasta el año 2000, no
se inicia una acción coordinada y planificada para alcanzar el cumplimiento de
los Objetivos del Milenio, marcados por Naciones Unidas, comenzando los
distintos gobiernos a plantearse logros sociales y avances en lo económico. En
2013, el crecimiento económico del continente alcanzó el 5,5%, pero no logró
reducir las diferencias entre ricos y pobres, aumentando la pobreza extrema y
el número de personas que mueren por enfermedades curables.
El VIH-Sida sigue
golpeando sin piedad a millones de afectados, mientras las patentes continúan
bloqueadas y los retrovirales a precios del primer mundo. La malaria hace
estragos en decenas de países y, para colmo, el virus del Ébola, en su versión
más mortífera llamada “Zaire”, amenaza con extenderse en varios países como
Guinea, Liberia, Sierra Leona y otros.
La mortalidad infantil
no se ha frenado y los problemas de mujeres muertas en el parto continúan, la
atención médica apenas ha crecido en los últimos diez años y aún queda lejos
resolver el problema alimenticio y de desnutrición que sufren grandes capas de
la población africana. El empleo no aumenta a pesar de los datos de crecimiento
económico, sigue habiendo salarios de miseria y de cuasi esclavitud, que
impiden que una familia pueda sobrevivir dignamente con los servicios básicos
de vivienda digna, salud, educación, agua, luz, etc. Ellos no se encuentran en
“crisis”, porque siempre han vivido en ella.
Miles de personas, sobre
todo jóvenes, se aferran a la emigración (legal o no) para buscar un futuro
mejor para sus familias en el continente africano. Hoy por hoy, el primer rubro
de ingresos en todo el continente lo constituyen las remesas de los inmigrantes
que llegan a sus familias desde Europa, suponiendo un 5% del total del PIB
africano.
La Unión Europa ha
abordado el problema en la IV Cumbre y ha colocado en primer lugar sus
intereses de frenar la inmigración ilegal desde África. Su compromiso de dotar
con 28.000 millones de euros hasta 2020 la cooperación con África, lleva
incorporada la cláusula de que los países receptores de la ayuda se comprometan
a frenar por todos los medios a su alcance la inmigración hacia Europa.
Curioso, si tenemos en cuenta que la inmigración ilegal que nos llega desde
África a través de las fronteras más utilizadas (Lampedusa, Sicilia, Grecia o
Ceuta y Melilla), sólo suponen el 5% de la inmigración ilegal que accede a
Europa. El 85% entra por los aeropuertos internacionales y el resto en coche.
Lejos de sumarse a la
Agenda Post 2015 que en estos momentos debaten Naciones Unidas y todos los
agentes de cooperación internacional (incluidas las ONGD), va a funcionar una
ayuda bilateral de la UE con una cooperación directa con aquellos países que
logren frenar los movimientos migratorios hacia Europa. Una vez más, los
intereses políticos se superponen a los verdaderos planes de cooperación al
desarrollo que permitan reducir la pobreza extrema en el continente africano y
consigan hacer de la vida en los distintos países una experiencia deseable para
no abandonarla.
Hacen falta programas
serios de Salud, de Educación (desde primaria a universitaria), diversificación
de las economías nacionales que acaben con los monocultivos y la dependencia
externa, una apuesta firme por la redistribución de la riqueza, freno a la
corrupción y exigencia de buena gobernanza. Respeto a los derechos humanos,
avances democráticos reales, equidad entre sexos, poner fin a los conflictos
étnicos, territoriales y a los especulativos de empresas extranjeras.
La lucha de Europa por
permanecer en África como aliado estratégico se ha reforzado debido a la
fortísima presencia de China en el continente. Los chinos se encuentran hoy en
casi todos los campos estratégicos del desarrollo africano y Europa continúa
perdiendo peso. Mientras tanto la población africana continúa viviendo en la
miseria y se ve sometida a los intereses de unos y otros que rara vez los
tienen en cuenta.
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