Cuando en Marzo del año pasado
las Marchas por la Dignidad llegaron a Madrid, pudimos vislumbrar en qué se
podría traducir la posibilidad de cambiar realmente la situación política de
nuestro país. Cientos de colectivos sociales, partidos políticos, sindicatos,
mareas ciudadanas, inundaron la capital del reino con unos puntos de acuerdo
mínimos para gritar ¡basta!. Era la unidad en estado puro, la unidad social,
reivindicativa y progresista, la que es capaz de ponerse de acuerdo en la
calle.
Con el impulso del 15M en 2011 y
la enorme concentración del 22M del año pasado, la ciudadanía demuestra su
capacidad de hartazgo y su inteligencia para realizar propuestas comunes para
la búsqueda del bien común. Todo eso había que traducirlo en respuesta electoral,
apareciendo la opción de Podemos, primero en las europeas y luego en las
andaluzas, luego en plataformas de confluencia en municipales y autonómicas.
Ahora nos enfrentamos al verdadero reto que debe intentar concretar esa
plasmación del 15M y de la Marcha Dignidad en alternativa de cambio político en
España.
Ha llegado el momento de la
altura de miras, de los objetivos comunes y de la inteligencia progresista.
Nuestro país precisa con urgencia de una alternativa política real, que asuma
las propuestas de la Dignidad, que se coloque al frente y que al mismo tiempo
sepa convertirse en un contrapoder. Los poderes económicos, financieros,
mediáticos y de la vieja política al servicio de los anteriores, intentarán por
todos los medios a su alcance (y son muchos), evitar cualquier opción de cambio
transformador.
Antes de septiembre la
convergencia tiene que darse, sí o sí. No queda otra. Las mareas sociales y
ciudadanas tienen que indicar el camino a los partidos políticos y plataformas
electorales para hacer realidad la alternativa. El bipartidismo recurrirá a la
Gran Coalición para defender el sistema financiero y sus propios intereses,
pero la ciudadanía ha de encontrar que la opción de cambio es seria,
contundente y sin fisuras. Si desaprovechamos este momento histórico y los
partidos del cambio se enrocan en sus marcas sin ver más allá de sus narices,
le estaremos sirviendo las copas de cava al bipartidismo el día de las
elecciones generales.
Es la hora de la generosidad, de
la alegría de poder caminar juntos para derrocar la ignominia, de colocar el
interés general por encima de los objetivos de partido. Es la hora del cambio,
de movilizarnos por las grandes propuestas sociales, ecológicas y del bien
común. Es la hora del pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario