domingo, 29 de noviembre de 2015

CANDIDATOS


Me decía una amiga sexagenaria que ella siempre había votado al candidato más guapo. Más allá de sus imposibles fantasías sexuales, los programas quedaban en un lugar residual a la hora de seleccionar y decidir su voto. Le pasó con Suárez, con González y con Aznar, rompiendo su tendencia con el voto a Rajoy, porque ZP no le caía bien.

De moda con los yogurines, ahora va a votar a Rivera, con su edad las fantasías suelen extremarse deseando probar bocados jóvenes. Dice que no le importa que haya dejado a su mujer y a sus hijas, ni que esté enrollado con alguna jovencita de su partido, que un toque canalla también le gusta y que para eso están los delirios y los sueños. A Pablo Iglesias no le votará porque los hombres con coleta le parecen afeminados y además son bolivarianos, término que dudo sepa ni lo que significa.

Por el bien de este país espero que la inmensa mayoría de los votantes asuman su responsabilidad de electores y fijen su punto de mira en las propuestas electorales de cada uno de los partidos en liza. Hay que leerse los programas de gobierno, a pesar de que el PP nos enseñara el camino de que los programas están para incumplirlos desde el minuto uno. Hay que dibujar nuestra propia idea de España y del futuro acercándonos en el voto a la propuesta que más se parezca a lo que hemos diseñado.

Cuando le dije a mi amiga que en la República costó muchísimo que se admitiera el voto de la mujer, precisamente porque algunos políticos de la época opinaban sobre la vulnerabilidad femenina que se iba a dejar llevar por bajos instintos y que en base a eso se opusieron frenéticamente al voto igualitario, se deja caer con un ¡y qué!. “Acaso alguien se lee los programas electorales, acaso algún partido los cumple cuando llega al gobierno, todos buscan lo mismo y nos joderán de igual manera, así que al menos nos joda el más guapo…”

Las últimas encuestas indican un empate a tres y un PODEMOS en alza. Es muy posible que por estas tendencias estemos muy cerca de un gobierno a dos, es decir, un gobierno de coalición con dos caras en la Presidencia y Vicepresidencia, un Consejo de Ministros al 50% y una distribución equitativa en los puestos de responsabilidad de la administración del Estado. Sería la primera vez que esta situación se diera en nuestro país a nivel central, pero podría ser interesante para despegarnos de una vez del bipartidismo rancio y pasar a construir un estado moderno del Siglo XXI.

Lamentablemente, los asuntos de Cataluña y de la guerra contra Estado Islámico, van a distraer una campaña que debería centrarse en las propuestas de país para la recuperación de nuestra economía, nuestros derechos sociales y libertades, arreglando los desaguisados llevados a cabo por el PP y el PSOE en los últimos ocho años.




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