Tras los
atentados en el aeropuerto y metro de
Bruselas, el primer ministro francés, Manuel Valls, se apresuró a declarar que
estamos en guerra. Bueno, no es que haya descubierto la pólvora, pero conviene
especificar en qué tipo de guerra estamos desde hace ya dos años y medio con la
aparición del ISIS o Estado Islámico, y hacia dónde se dirige la misma.
En la
actualidad, los radicales yihadistas han extendido su presencia en Irak y
Siria. No es cierto que hayan retrocedido ni perdido muchas plazas, su
estrategia pasa por tomar territorios y consolidar un “Estado” propiamente
dicho. En estos países se trata de una guerra de posiciones, a la antigua
usanza aunque sin frentes definidos en trincheras. Controlan una buena parte
del petróleo Iraquí en los pozos del norte y este del país, con un corredor que
atraviesa el norte de Siria hasta llegar a Turquía, donde suelen dar salida a
sus mercancías en el mercado negro.
Además de esta
guerra de posiciones, ISIS se plantea una estrategia de desgaste permanente en
dos frentes: Por un lado, el África Occidental, donde sus grupos afines
perpetran atentados y realizan acciones de golpe de mano en Malí, Níger, Costa
de Marfil, Burkina Faso y Túnez; y, por otro, acciones de terror e intimidación
en la Europa central, que mantengan elevado el espíritu de lucha de sus
seguidores al tiempo que obligue a las autoridades de varios países a aumentar
sus estados internos de alerta policial y social. En ambos frentes de desgaste,
el coste en vidas y armamento para el Estado Islámico es mínimo comparado con
los “beneficios” que obtienen.
Pero el diseño
estratégico del Estado Islámico va mucho más allá de lo que actualmente podemos
imaginar. La guerra de desgaste elevará su nivel e intensidad en cinco países de
vital importancia para ISIS: Turquía, Egipto, Libia, Argelia y Túnez. En los
próximos meses, iremos viendo como se incrementan los atentados en estos
países, llamando la atención sobre Argelia y Egipto, principales objetivos de
los yihadistas para sumar territorio en toda la orilla sur del Mediterráneo.
En el caso de
Egipto contarán con el apoyo de radicales egipcios que vieron cómo los
militares le arrebataron mediante golpe de estado un gobierno de los Hermanos
Musulmanes elegido democráticamente. En Argelia, la bajada de los precios del
crudo y del gas, hacen que cada día se sumen más yihadistas contra el gobierno,
sin tampoco olvidar la carnicería que supuso arrebatar el poder por la fuerza
al Frente Islámico de Salvación (FIS), brazo político del Grupo Islámico Armado
(GIA), que sigue latente a pesar de los veinte años transcurridos.
Aparecerán en
países europeos actos de terrorismo cuando ellos quieran y les interese,
poniendo en jaque las decisiones que se tomen sobre su contienda. Estamos en
una guerra que no se ganará hasta que alguna coalición aliada de gran
envergadura ponga las botas (infantería) en los escenarios del conflicto, cosa
que por ahora se ve muy poco probable.
A Túnez,
Egipto y Turquía los están desangrando con uno de sus principales rubros de
entrada de divisas: el turismo. Pero además de las acciones aisladas que
consiguen ese objetivo, tienen previsto iniciar pequeñas tomas de territorio
que amplíen sus posiciones hacia el objetivo final. Es muy posible que sus
acciones de terror se amplíen a Senegal, Marruecos y Nigeria, en África;
mientras que en Europa no podemos descartar que arremetan con atentados en
Reino Unido, España e Italia, además de Bélgica y Francia.
Así pues, la afirmación de Manuel Valls es completamente cierta: Estamos en Guerra. Una guerra ciertamente diferente, de nuevo cuño, que cuenta con muchos frentes, muchos actores, tácticas avanzadas, utilización de redes de Internet y combatientes en las filas de ISIS de más de 60 países. Todo indica que el número de efectivos ha crecido en lugar de disminuir y que se consolidan las posiciones tomadas, con gobiernos locales islámicos gestionados y coordinados por el Califa y sus comandantes.
Ganar esta
guerra llevará mucho tiempo y acarreará mucho sufrimiento en todos los campos
de batalla. Hemos de situarnos en ese escenario si realmente queremos ir
buscando soluciones de alcance.