El acuerdo
alcanzando por los líderes europeos y Turquía para la expulsión de los
refugiados a partir del domingo 20 de marzo, deja muy tocada a la Unión Europea
ante la opinión pública de sus ciudadanos y ante la comunidad internacional.
Lejos de mostrar la cara amable del cumplimiento obligatorio del refugio, según
la Carta de las Naciones Unidas, la UE ha decidido externalizar el servicio de
expulsión y atención a los refugiados a un tercer país. Es decir, ha contratado
a Turquía para que se encargue de solucionar el problema.
Contratar
servicios de este tipo no es un asunto nuevo, ya se ha hecho en otras ocasiones
aunque con un nivel mucho menor (Ruanda, Burundi, Uganda, etc.,), pero estos
contratos nunca salen gratis y de momento Turquía se embolsará 6.000 millones
de Euros para “atender a los refugiados”. Urgente que la propia Unión Europea
envíe veedores para controlar si efectivamente se está atendiendo a los
refugiados y las organizaciones internacionales deben dar prioridad ahora a este
asunto manteniendo en Turquía a sus observadores para denunciar cualquier tipo
de incumplimiento de las obligaciones contraídas por el país contratado.
Además del
dinero, Turquía ha exigido la exención de visados para los ciudadanos turcos
hacia Europa y el compromiso para acelerar desde el Consejo Europeo el proceso
de incorporación de Turquía a la Unión Europea a pesar de sus permanentes
violaciones de los Derechos Humanos.
Ahora nos
explicamos por qué Erdogan no hizo nada por frenar los flujos de refugiados
desde las costas turcas hacia Grecia. Sabía perfectamente que este tapón iba a
ponerles en bandeja a una Unión Europea frágil y sólo era cuestión de esperar.
Turquía no es ninguna ONG, es un Estado con muchas lagunas en lo social, en el
respeto y cumplimiento de los Derechos Humanos, y por mucho que asuma la
contratación para limpiar las vergüenzas de la Unión Europea, mucho me temo que
no parará de exigir otros temas para obtener mayores beneficios de los
conseguidos, sin que para ello tengan que organizar ninguna otra Cumbre, es
decir, sin luz ni taquígrafos.
La Unión
Europea ha demostrado su mediocridad. Ha optado por la solución más cómoda: la
contratación de un tercero, dejando a su suerte a millones de refugiados que
huyen de la guerra, de la muerte, del hambre y las enfermedades. Nos ha
mostrado su verdadera cara y ha sembrado una semilla que difícilmente podrá
parar, la desconfianza de sus propios ciudadanos. Van a repetir lo que ocurrió
en Europa en la Segunda Guerra Mundial, alojamiento de refugiados en campos
(muchos de ellos españoles en Francia), contando con el aval de su contrato con
Europa. Siento vergÜEnza de esta decisión, como europeo, como humano y estoy
seguro de que otras opciones mucho más humanitarias hubieran sido posibles si otros
políticos estuviesen al frente de los gobiernos europeos. Seguramente seguimos
teniendo lo que nos merecemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario