domingo, 4 de diciembre de 2011

LA PEGATINA EN EL PAÑAL.

Los españoles vamos dando pasos de gigante en esto de entender la democracia y las llamadas a las urnas. Cansados de tener que elegir siempre lo mismo, potenciando un bipartidismo troglodita, vamos asumiendo, poco a poco, que nos toca leer los programas electorales, visualizar los compromisos personales de aquellos que nos representarán y observar temporalmente sus acciones.

Vamos descubriendo que no nacemos con una pegatina en el pañal que indica a qué partido votar o de que ideología somos, ya que durante nuestro desarrollo vital vamos reflexionando, viendo aptitudes y actitudes nuestras y de otros, lo que se traduce en un espíritu crítico y constructivo de nuevas realidades.

Como dijera René Descartes “hemos de pensar que los que sostienen opiniones contrarias a las nuestras no necesariamente están equivocados”. Y esta máxima puede convertirse en una nueva manera de entender las tareas de gobiernos y el quehacer parlamentario. Pueden darse propuestas desde cualquier grupo político que merezca la pena apoyar porque buscan el progreso de nuestra sociedad y la solución a los graves problemas que venimos padeciendo. Y esas propuestas merecen ser apoyadas.

Por el contrario, pueden realizarse propuestas regresivas que ahonden las dificultades que estamos pasando y las asimetrías entre los derechos y deberes de los españoles. Serán propuestas que, vengan de donde vengan, no se han de apoyar.

Estos principios, que parecen tan básicos, no se han dado en la política española desde la recuperación de la democracia. Una vez colocada la pegatina, en el pañal o en la frente, todo aquello que propusieran los otros sería malo, mientras que lo que propongamos nosotros siempre será lo mejor. Y esa dinámica es la que ha provocado el estancamiento de lo político, de lo público, de lo comunitario en nuestro país.

Ha evitado que tengamos grandes pactos de estado que nos ayuden a todos a superar nuestro “tempo de dificultades”, pactos que podrían ser fácilmente asumibles por todos los grupos políticos y por la mayoría de los españoles. Ha frustrado la aparición de grandes estadistas en la política, contando con líderes cortoplacistas que piensan más en las siguientes elecciones que en los próximos problemas a abordar.

Ha colocado al frente de nuestro país a partidos con nula o escasa capacidad de previsibilidad, dedicándose a gestionar lo público de forma ineficaz, costosa y proclive al clientelismo. Han potenciado un bipartidismo para la alternancia en el poder olvidándose de los ciudadanos.

Pero, por suerte, eso va tocando a su fin y las pruebas las tenemos en que los ciudadanos cada vez asumen con mayor claridad su responsabilidad de jefes, de electores, de poner o de quitar. Lo cual nos da cierto margen de confianza en que las cosas pueden cambiar de verdad si usamos nuestro libre albedrío a la hora de analizar qué merecemos.

1 comentario:

Administradora dijo...

Estoy de acuerdo contigo. Los resultados de las últimas elecciones indican que tal vez no sea demasiado tarde. Tal vez no tengamos que emigrar para que nuestros hijos reciban una educación de calidad pero sólo tal vez. No olvidemos que tiene mayoría absoluta el partido que gobierna en la comunidad autónoma con mayor fracaso escolar: La Comunidad de Madrid, y que ha empezado sus recortes precisamente en Educación.