Si alguien no lo había
captado, en España estamos sufriendo una de las mayores crisis de nuestra
economía de consecuencias aún no calculadas con seriedad. Un desempleo del 23%,
con cinco millones y medio de personas, más del 53% de los jóvenes sin poder
trabajar, salarios de funcionarios congelados, una subida del 0’5% este año y
del 0’6% en los dos siguientes pactadas entre sindicatos y patronal, un déficit
del 8% con la obligación desde la Unión Europea de llegar al 4’4% a final de
año, entidades financieras que no financian, empresas y pymes que continúan
cerrando y cesando la actividad de más empleados, administraciones autonómicas
al borde del colapso total y ayuntamientos que no llegan a fin de mes.
De todos los datos
anteriores, que no pretenden ser alarmistas sino mostrar la globalidad de la
crisis en nuestro país, el que sin duda tiene mayor importancia a corto plazo
es la reducción del déficit. Cuando el PP asume el gobierno partía de un
déficit del 6% que para reducirlo al 4’4 necesitaba de implementar recortes de
calado en el gasto público, pero el mismo se ha calculado realmente en el 8%.
Ello implica que los aumentos fiscales del 30 de diciembre y las medidas de
recorte en el gasto público han quedado como la calderilla que hacía falta recortar.
Si el gobierno español
no consigue renegociar el objetivo para este año del 4’4% y pasarlo a un
porcentaje más elevado (podría ser el 5’5%), o en todo caso ampliar el plazo
para alcanzar el 4’4 (que viene a ser lo mismo), vamos a encontrar muy serias
dificultades para continuar siendo no ya Estado Miembro, sino simplemente
Estado.
Reducir en un año 3,6
puntos significa en la práctica reducir a la mitad todo el gasto de la
administración pública, dicho de una forma algo abrupta pero bastante real. Ello
implicaría el colapso en la mayoría de los servicios que el Estado, las
Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos vienen prestando. No es alarmismo
gratuito esta afirmación, sino la constatación de que Europa debe reconsiderar
el “momento español” si no quiere hacernos caer en el abismo.
El Partido Popular
acabará, más tarde o más temprano, subiendo el IVA y otros impuestos directos
al consumo (hidrocarburos, tabaco, bebidas alcohólicas, etc.,) porque es
urgente liquidez económica en las arcas del estado. Al mismo tiempo, tendrá que
reducir con fuerza las partidas destinadas al gasto en Ayuntamientos y
Comunidades Autónomas, así como reducir muchísimo más los gastos de los
servicios a cargo del gobierno central.
Si Europa obliga al
objetivo previsto del 4’4, tenemos que ir asumiendo que España está en la ruina
y que nuestra situación estaría siendo más grave que la Grecia. Por eso es
importante que prestemos atención a los resultados de las reuniones de la
Comisión Europea de estos días y pongamos alguna vela para que amplíen plazo o
reduzcan objetivo.
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