jueves, 26 de enero de 2012

LA RUINA



Si alguien no lo había captado, en España estamos sufriendo una de las mayores crisis de nuestra economía de consecuencias aún no calculadas con seriedad. Un desempleo del 23%, con cinco millones y medio de personas, más del 53% de los jóvenes sin poder trabajar, salarios de funcionarios congelados, una subida del 0’5% este año y del 0’6% en los dos siguientes pactadas entre sindicatos y patronal, un déficit del 8% con la obligación desde la Unión Europea de llegar al 4’4% a final de año, entidades financieras que no financian, empresas y pymes que continúan cerrando y cesando la actividad de más empleados, administraciones autonómicas al borde del colapso total y ayuntamientos que no llegan a fin de mes.

De todos los datos anteriores, que no pretenden ser alarmistas sino mostrar la globalidad de la crisis en nuestro país, el que sin duda tiene mayor importancia a corto plazo es la reducción del déficit. Cuando el PP asume el gobierno partía de un déficit del 6% que para reducirlo al 4’4 necesitaba de implementar recortes de calado en el gasto público, pero el mismo se ha calculado realmente en el 8%. Ello implica que los aumentos fiscales del 30 de diciembre y las medidas de recorte en el gasto público han quedado como la calderilla que hacía falta recortar.

Si el gobierno español no consigue renegociar el objetivo para este año del 4’4% y pasarlo a un porcentaje más elevado (podría ser el 5’5%), o en todo caso ampliar el plazo para alcanzar el 4’4 (que viene a ser lo mismo), vamos a encontrar muy serias dificultades para continuar siendo no ya Estado Miembro, sino simplemente Estado.

Reducir en un año 3,6 puntos significa en la práctica reducir a la mitad todo el gasto de la administración pública, dicho de una forma algo abrupta pero bastante real. Ello implicaría el colapso en la mayoría de los servicios que el Estado, las Comunidades Autónomas y los Ayuntamientos vienen prestando. No es alarmismo gratuito esta afirmación, sino la constatación de que Europa debe reconsiderar el “momento español” si no quiere hacernos caer en el abismo.

El Partido Popular acabará, más tarde o más temprano, subiendo el IVA y otros impuestos directos al consumo (hidrocarburos, tabaco, bebidas alcohólicas, etc.,) porque es urgente liquidez económica en las arcas del estado. Al mismo tiempo, tendrá que reducir con fuerza las partidas destinadas al gasto en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas, así como reducir muchísimo más los gastos de los servicios a cargo del gobierno central.

Si Europa obliga al objetivo previsto del 4’4, tenemos que ir asumiendo que España está en la ruina y que nuestra situación estaría siendo más grave que la Grecia. Por eso es importante que prestemos atención a los resultados de las reuniones de la Comisión Europea de estos días y pongamos alguna vela para que amplíen plazo o reduzcan objetivo.

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