Lejos de hacer
predicciones o lecturas ancestrales de culturas indígenas sobre lo que nos
puede deparar el año recién comenzado, sería bueno dar una vuelta a las
distintas situaciones que se presentan como presumiblemente convulsas desde un punto de vista de los conflictos
internacionales.
Hemos iniciado el año
con un escalada de la violencia en oriente próximo, donde el régimen sirio
defiende con uñas y dientes su poder frente a una población que cada vez es
menos civil y se está organizando militarmente para derrocar a Al-Assad. Es
cuestión de semanas que la llamada “comunidad internacional” con Naciones
Unidas al frente, asuman una misión del calado de la realizada en Libia, que termine
con la sangría de muertos en Siria.
Lo cierto es que sobre
el conflicto no sabemos nada. La cifra de muertos ¿quién las proporciona? ¿son
todos civiles indefensos o están armados?, ¿no hay ningún muerto de las filas
del ejército o de la policía?, ¿es cierto que se está armando a la población
civil desde el sur de Turquía, con apoyo de la CIA? ¿Hay o no hay asesores
militares estadounidenses, turcos o incluso israelíes, formando a los
rebeldes?. Las noticias que nos llegan a
través de los medios pueden estar condicionadas por toda una campaña orquestada
para que el nivel del conflicto se eleve y concluya con la intervención
internacional.
Pero aún siendo
importantísima la realidad Siria, lo que de verdad nos preocupa es la escalada
en la zona de la tensión con Irán. Moscú e Irán saben perfectamente que el conflicto
en Siria sólo será un calentamiento de motores para la madre de todas las
batallas contra Ahmadineyad, quien ha confirmado sus escarceos con lo nuclear y
ha puesto en escena un posible bloqueo del estrecho de Ormuz.
Los escenarios
geoestratégicos se mueven a pasos agigantados y todos colocan fichas en unos
lugares o en otros. Irán y otros países se encontrarían apoyando una más que
posible (inminente) guerra civil en Irak entre Chiíes y Suníes, de trágicas
consecuencias para un país que vive en guerra demasiado años. Será su
estrategia para desviar la atención sobre su propio territorio.
Por su parte Estados
Unidos y algunos aliados europeos, estarían provocando la intervención
inmediata en Siria para desde allí colocar a Irán en el punto de mira. Rusia
jugaría el papel de control y veto en el Consejo de Seguridad de Naciones
Unidas, para lo cual habría que desestabilizarla hacia su interior, con unas
elecciones a la vuelta de la esquina y una propaganda masiva de corrupción y
pucherazo electoral que la pondría entre las cuerdas.
Así y todo, no parece
que sea uno de los años más convulsos de los recientes, pero la tensión crece
por momentos en la zona y hemos de preocuparnos por el rumbo que tomarán las
relaciones internacionales en las próximas semanas y meses.
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