Los movimientos de la
llamada “primavera verde”, que se han desarrollado con distinta intensidad y
virulencia siendo su última expresión la intervención de la comunidad
internacional en Libia, dejó una lección aprendida para los aliados: “hemos de
intentar evitar a toda costa una situación similar que pueda desacreditar la
acción directa internacional”.
A pesar de la
prohibición expresa de las resoluciones de Naciones Unidas sobre la misión en
Libia, las armas entraron por Egipto y se contó con asesoramiento externo en
los cuadros mejor preparados de la insurgencia movilizada. Pero ello se hizo
conjuntamente a la presencia de los navíos aliados en el mediterráneo (entre
ellos españoles) y en absoluto incumplimiento de la última resolución de la
ONU.
Enseñanza de aquello es
la resultante de cómo enfilar el conflicto en Siria. Primero con una lluvia de
noticias difundidas por todos los medios de comunicación occidentales, noticias
sin confirmar ni posibilidad de hacerlo, sobre el grave deterioro de la
seguridad en el país, un número alarmante de muertos en el conflicto achacados
todos al gobierno a derribar, mientras a nivel diplomático y militar se
realizaban algunas acciones encubiertas.
Por un lado, había que
desestabilizar a Rusia lo máximo posible e intentar ponerla entre la espada y
la pared, ya que se sabía de antemano que vetaría cualquier resolución del
Consejo de Seguridad, cosa que por cierto ha hecho. De ello se ocupó
directamente la Secretaria de Exteriores norteamericana, la Sra. Clinton,
apoyando a nivel internacional la presión sobre falta de transparencia y
pucherazo en las elecciones rusas.
Mientras esto se hacía
evidente en medios informativos de todo el mundo, las acciones encubiertas para
formar militarmente a los opositores y comenzar con el abastecimiento de armas,
munición y pertrechos, se realizaba desde el sur de Turquía entrando en la
frontera norte de Siria y, curiosamente, el reino de Jordania preparaba en su
frontera con Siria enormes campos de refugiados ante el inminente inicio de la
guerra civil.
La comunidad
internacional ha sido capaz de dibujar un nuevo escenario de la intervención
que superara algunos de los errores que se dieron en Libia. El principal haber
tenido que participar directamente con la armada y fuerza aérea de varios
países. Ahora se trata de no tener que participar sino de propiciar que la
guerra la hagan los que tienen que hacerla, los sirios de la oposición,
consiguiendo el mismo objetivo sin que aparezca la intervención directa de
occidente.
Y lo han conseguido.
Nadie se ha preguntado de dónde salieron las armas que los rebeldes están
utilizando en esta guerra. A nadie parece interesarle qué países o qué agencias
de inteligencia están detrás del asunto. Lo que sí parece claro es que el
escenario es la preparación para una batalla mayor a programar en Irán, para lo
cual ya se ha iniciado todo el proceso mediático que garantice tener como
aliado a la opinión pública internacional a través de los informativos.
Nos están llevando a
una guerra superior y casi no nos estamos dando cuenta. No debemos dejar de
observar y denunciar que la escalada bélica en la zona pone en peligro la
estabilidad mundial y que solo algunos países interesados en ir recuperando
espacio económico dentro de la crisis son los que están promoviendo este
incremento bélico que a todos nos pone
en jaque.
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