Y aunque los ciudadanos
de momento observan con expectación cuáles serán los siguientes pasos, un poco
para auto convencerse de que eligieron bien el 20 de Noviembre quitando a los
socialistas, van perdiendo poco a poco las ilusiones de que la política pueda
cambiar realmente en España.
Y no va a cambiar
porque la instalación en el poder tiene eso en estos dos partidos que juegan a
ser partidos de poder, el poder que una vez obtenido se convierte en un fin en
sí mismo para ser mantenido. Dejando lejos a los ciudadanos, que como les han
apoyado recientemente para asumir gobierno poco tendrán que decir.
Los representantes del
bipartidismo del PP y del PSOE tienen asumido que esto de tener el poder va por
ciclos y que basta sentarse unos años a esperar que el otro acumule suficientes
errores como para regresar al poder. Cansan, de verdad cansan. Pero lo grave
sigue siendo que continúan desencantando de la política y de la confianza en
las instituciones públicas a los ciudadanos que decidirán alejarse de su
obligación de votar.
En realidad esto es lo
que persiguen los dos trasatlánticos de la política española, porque los
ciudadanos críticos son molestos y cercenan sus ansias de poder por el poder.
Ellos mantienen los escenarios en los que se mueven bien: el cortoplacismo, el
pactismo, la componenda y la prebenda, porque saben que así podrán continuar
estando arriba.
Es, por lo tanto,
la ciudadanía la única con capacidad, responsabilidad e instrumentos para
cambiar de una vez está ridícula situación. Uno de esos instrumentos es el
voto, la capacidad de elegir, de colocar en el ejercicio de la responsabilidad
pública a aquellas personas que no se alejen de la realidad ni de nuestros
problemas para centrarse en los suyos como “casta política”.
Hemos de tener amplitud
de miras para ser capaces de cambiar radicalmente nuestra representación
política, otear el horizonte y recuperar la confianza en personas de partidos
nuevos, que tienen en su ADN el no haber nacido para vivir de la política.
Hemos de recuperar nuestra responsabilidad de ciudadanos comprometidos con los de todos, no regalando el voto,
sino evaluándolo permanentemente, de forma continua, sin dejarnos engañar por
los vividores que llevan en esto más de 30 años sin que les de vergüenza la
situación en la que estamos.
Esa amplitud de miras
es en la que confío para que en el breve plazo seamos capaces de recuperar el
compromiso de los ciudadanos y ciudadanas de este país.
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