Los presupuestos
generales para 2013, elaborados por los hombres de negro del propio gobierno,
plantean un recorte de casi 40.000 millones de euros, lo que significa ahondar
la paralización del crecimiento en España y el aumento de las cifras de
desempleo.
Bajarán todas las
partidas a excepción de la destinada al pago de la deuda que, obviamente, tiene
que consagrarse a pagar lo que debemos. Vuelve a argumentar Rajoy que los
recortes necesarios a él no le gustan, pero que no tiene más remedio que
realizarlos para cumplir el objetivo fundamental de reducción del déficit y
cumplir el compromiso de llegar a finales de año al 4,5%.
Como saben, el recorte
de 40.000 millones será distribuido entre aquello que se deja de gastar y
aquello que se espera recaudar. Es decir, que van incluidas nuevas subidas de
impuestos que no conoceremos hasta después de las elecciones catalanas. Todo
parece indicar que se podría aplicar una subida al IVA de un punto, situándolo
en el 22%, por aquello de vender que otros lo tienen en el 23% y que se tocará
la aportación a la seguridad social para intentar nivelar la caja.
A ello hemos de sumar
los datos de inflación anual que se esperan alcancen el 3% y la congelación
salarial para 2013. Toda una obra de ingeniería financiera que tiene como
resultado una profundización en la pérdida del poder adquisitivo de los
españoles, un mayor enfriamiento de nuestro crecimiento y una subida del paro
que alcanzará el 26%.
El Gobierno del PP está
encantando con la situación pues este escenario le permite poder aplicar,
echando balones fuera, sus políticas neoliberales y conservadoras no
apareciendo como los culpables. Estirarán como un chicle “la herencia recibida”
y culparán a las condiciones de la troika los recortes efectuados por la
petición inminente del Rescate Grande y el ya concedido para reflotar el
sistema financiero.
Sin embargo, están
desoyendo muchas voces que se alzan en contra de esta política, tanto en la
calle como en el propio Parlamento, que realizan propuestas rechazadas una y
otra vez por el rodillo de la mayoría absoluta del PP. Se están equivocando no
sólo en las propuestas, que ya nos condenan a no levantar cabeza en muchos
años, sino además en la cerrazón para poder consensuar una salida a la crisis
efectiva y duradera.
La mayor crisis que
vivimos es la política. El PP está consiguiendo ampliar el desafecto que ya se
venía dando hacia los políticos y tenemos que hacer un gran esfuerzo por no
caer en esa trampa. Hay opciones claras, nuevas, con vigor y transparencia que
pueden cambiar el rumbo de nuestro país con otra forma de hacer política.