Desde la recuperación
de nuestra democracia representativa se ha ido configurando una especie de
Oligarquía en la política que ha jugado a mantenerse en el poder a toda costa.
Miles de cargos públicos como concejales, alcaldes, diputados provinciales,
diputados y gobiernos autonómicos, gobierno de la nación, representaciones de
los partidos políticos en empresas públicas, fundaciones, cajas de ahorro,
etc., han ido configurando una verdadera casta que, al convertirse en tal,
lucha por mantenerse en sus privilegios.
Los partidos políticos,
en la mayoría de las ocasiones manejados por sus pequeños aparatos, han ido
creando toda una serie de cargos, puestos y prebendas a repartir, que han
consolidado toda una estructura del “vivir de la política”. Cualquier persona
servía con tal de apoyar al aparato de turno, no creara problemas y permitiera
que todo siguiera como estaba. Así nos hemos encontrado con un gran número de
políticos con escasa capacidad de servicio público, alejados de conceptos tan
básicos como la previsibilidad, el bien común, la planificación. Sin estadistas
serios pero con mucha boca agradecida que sabían levantar la mano o apretar el
botón convenientemente cuando llegaba el momento.
Poco les ha importado a
estos partidos que el país no avanzara por el camino adecuado, que nuestras
cuentas fuesen insostenibles, que la economía de los ciudadanos no llegase a
cumplir con unos mínimos para la España en Europa. Confundieron gestionar con
despilfarrar, representar con pegarse al sillón, planificar con las próximas
elecciones. Perfiles de muy poca calidad y capacidad que al final han sido los
que han dirigido la vida política real en nuestro país, mediáticamente
bipartidista, para garantizarse el continuar estando al mando.
Ya nos hemos cansado de
esta forma de entender la política. Hay que cambiar el concepto de oligarquía
política por el de ciudadanos en política, mejorar los perfiles de las personas
que nos representan y ejercer con sumo cuidado nuestro derecho a elegir. Hemos
de terminar con esta espiral de mantenimiento de un inalterable Status Quo
ideado, inventando y alimentado por ellos.
Es la hora de
revolucionar, de cambiar a un nuevo tiempo, inevitablemente terminando con esta
forma de entender la política. Los ciudadanos en política hemos de asumir
nuestras responsabilidades y ser conscientes de que si hemos llegado a esta
situación ha sido, sólo y exclusivamente, por nuestra culpa. En nuestras manos
está profundizar los cambios, exigir las responsabilidades asumiendo un papel
protagónico en la película.
Pequeños grupos de
poder (los oligarcas) no pueden determinar nuestras vidas. Por eso, otra forma
de hacer política, de entender lo público y de afrontar nuevos retos es
absolutamente necesaria.
4 comentarios:
Mil gracias señor por, contan pocas palabtas, decir tanta verdad. por favor admita usted nuestro ofracimiento para publicar en nuestra pagina de UPyD las cabezas de san juan. busquenos en face. sera bien recibida
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Amigo mio como siempre el leerle siempre nos enriquece.
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