Si alguien ha
interpretado por el título que les voy a hablar del 21 de diciembre y de las
profecías mayas, se ha equivocado, por lo que puede dejar de leer el artículo
ahora mismo. Pero si quiere tocar cosas tangibles de lo que estamos haciendo en
nuestro hábitat sorprendente, le recomiendo que siga leyendo.
En Europa,
especialmente en Portugal, Grecia, Irlanda, España e Italia, estamos viviendo
una situación de crisis económica financiera que está modificando las conductas
individuales y colectivas, retrocediendo varios años en derechos fundamentales
y poniendo en peligro los Estados del Bienestar acuñados tras la II Guerra
Mundial.
Desde hace decenas de
años utilizamos la situación en Occidente para evaluar los niveles del resto de
países del mundo, siendo así que unos están por encima (los menos) y la gran
mayoría por detrás en cuanto a renta per cápita, derechos humanos,
consolidación democrática y un largo etcétera de ítems. En estos momentos se
cae la referencia de la Europa próspera y puntera, colocándonos a ras de la
media mundial.
El efecto perverso de
una reflexión centrípeta sobre la crisis financiera, nos está llevando a
modificar la realidad a pasos agigantados, destruyendo empleo, rebajando
salarios, pensiones, servicios como la sanidad y la educación, además de poner
en venta y privatizar grandes empresas estatales. Y todo ello bajo la premisa
de que Europa es el ombligo del mundo.
Basta leer un poco y
viajar mucho para darse cuenta de que esto no es así. Nos encontramos una
América Latina donde se crece a un promedio del 4% anual y ya llevan varios
años. Un continente asiático, que salvo el caso de Japón (y debido también a la
desgracia del Tsunami), todos los países crecen a un nivel muy elevado, de
entre el 4 al 10% sostenido. Un continente africano donde algunos países no
sólo crecen en torno al 3 ó 4% sino que además, como el caso de Sudáfrica se ha
convertido en una potencia económica emergente.
Cuando nuestros países
europeos asumen la desaceleración económica como política de freno al déficit,
se están equivocando tanto en la premisa como en la planificación a futuro.
Pero su efecto es demoledor entre las amplias clases medias que habitaban el
continente. Sin embargo, ha conseguido esta opción neutralizar el referente
puntero de Europa con respecto al resto del mundo y colocarnos a unos niveles
más cercanos entre la humanidad.
Lo que realmente sigue
siendo insostenible es que el 75% de la población mundial viva en niveles de
pobreza o pobreza extrema, mientras el restante 25% cuente con todos los
parabienes y servicios para magnificar la desigualdad. Eso es realmente lo que
pone en peligro nuestro planeta. La experiencia desarrollada por los humanos,
si fuera analizada desde otras ópticas, ha sido realmente lamentable.
No soportaríamos una
mínima evaluación de aplicación de principios como la solidaridad, la
hermandad, la colaboración, el apoyo y la redistribución; pero aprobaríamos cum
laude en codicia, egoísmo, destrucción de espacios naturales, contaminación,
asesinatos, guerras, conflictos, latrocinios y ansias de poder.
Todo un desastre de
experiencia humana que aún estamos en condiciones de volcar, de dar un nuevo
rumbo, de reiniciar con un ciclo nuevo para plantearnos otra forma de vivir en
nuestro planeta. Una nueva era basada en la conjunción con el otro y en un
caminar responsable y de comportamientos éticos elevados que deberían
diferenciarnos del resto de las especies.
Mientras continuemos
con los mismos patrones que destrozan la Tierra sólo seremos una civilización
perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario