viernes, 28 de diciembre de 2012

UN MUNDO PARA IGUALES.


Se acaba 2012 y muchas personas trasladan y hacen públicos sus pronósticos para el 2013 en lo económico, político y social. Marcadas las reflexiones por un año nefasto en las políticas económicas del gobierno del PP, que han empobrecido nuestro país y disminuido la garantía de los servicios básicos a la población, vamos a afrontar el 2013 desde una perspectiva reduccionista en el consumo y con los miedos propios de pérdida del empleo, disminución de los ingresos, viendo peligrar las pensiones y camino a un rescate que parece inevitable.

En estos momentos de deseos y compromisos, eliminando los tópicos de ir al gimnasio, apuntarnos a inglés y ponernos a dieta, sería importante reflexionar sobre nuestra evolución como especie y recapitular en qué estamos fallando para que nuestra sociedad no sea feliz o al menos no lo sea del todo.

El problema fundamental que priorizo parte de la hipótesis de que no hemos conseguido situarnos como “Iguales”. Iguales en Derechos, iguales en Obligaciones. Si bien es cierto que fallamos en lo fundamental de la igualdad que es la redistribución de la riqueza (pocos siguen teniendo mucho y muchos tienen muy poco), no lo es menos que tampoco existe igualdad de oportunidades, igualdad entre géneros, ante la ley, igualdad salarial, igualdad en el valor de nuestro voto y un largo etcétera que haría interminable esta nota.

Quizás para poder plantearnos en serio la consecución de la igualdad plena, hemos de incidir con fuerza en la redistribución de la riqueza (o de la pobreza), como elemento clave de todos los demás procesos de igualdad. Mientras continuemos propiciando un mundo dividido en pudientes y pobres, en consumidores y hambrientos, con salarios miserables y desempleo, que amenazan con esclavizar a grandes capas de población, no podremos avanzar en todos los estadios de la Igualdad.

Así considerada, la intencionalidad de conseguir la igualdad no debe convertirse en un propósito de fiestas navideñas o para el próximo año, sino en una opción de lucha permanente que hemos de afrontar en el escenario vital donde nos encontremos. Además, hemos de aplicar la máxima al mundo global, es decir, actuar localmente pero pensar globalmente. No puede ser de otra forma en este planeta globalizado si en verdad pretendemos consolidar la igualdad entre los seres humanos.

De nada nos serviría plantear la igualdad cercana si no abordamos con nitidez el grave problema de las diferencias entre nuestros semejantes en todo el mundo. Posteriormente a esa redistribución de la riqueza, estaremos en condiciones óptimas de plantear el resto de igualdades hasta conseguir la igualdad total. Un buen deseo para 2013.


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