Se acaba 2012 y muchas
personas trasladan y hacen públicos sus pronósticos para el 2013 en lo
económico, político y social. Marcadas las reflexiones por un año nefasto en
las políticas económicas del gobierno del PP, que han empobrecido nuestro país
y disminuido la garantía de los servicios básicos a la población, vamos a
afrontar el 2013 desde una perspectiva reduccionista en el consumo y con los
miedos propios de pérdida del empleo, disminución de los ingresos, viendo
peligrar las pensiones y camino a un rescate que parece inevitable.
En estos momentos de
deseos y compromisos, eliminando los tópicos de ir al gimnasio, apuntarnos a
inglés y ponernos a dieta, sería importante reflexionar sobre nuestra evolución
como especie y recapitular en qué estamos fallando para que nuestra sociedad no
sea feliz o al menos no lo sea del todo.
El problema fundamental
que priorizo parte de la hipótesis de que no hemos conseguido situarnos como
“Iguales”. Iguales en Derechos, iguales en Obligaciones. Si bien es cierto que
fallamos en lo fundamental de la igualdad que es la redistribución de la riqueza
(pocos siguen teniendo mucho y muchos tienen muy poco), no lo es menos que
tampoco existe igualdad de oportunidades, igualdad entre géneros, ante la ley, igualdad
salarial, igualdad en el valor de nuestro voto y un largo etcétera que haría
interminable esta nota.
Quizás para poder
plantearnos en serio la consecución de la igualdad plena, hemos de incidir con
fuerza en la redistribución de la riqueza (o de la pobreza), como elemento
clave de todos los demás procesos de igualdad. Mientras continuemos propiciando
un mundo dividido en pudientes y pobres, en consumidores y hambrientos, con
salarios miserables y desempleo, que amenazan con esclavizar a grandes capas de
población, no podremos avanzar en todos los estadios de la Igualdad.
Así considerada, la
intencionalidad de conseguir la igualdad no debe convertirse en un propósito de
fiestas navideñas o para el próximo año, sino en una opción de lucha permanente
que hemos de afrontar en el escenario vital donde nos encontremos. Además,
hemos de aplicar la máxima al mundo global, es decir, actuar localmente pero
pensar globalmente. No puede ser de otra forma en este planeta globalizado si
en verdad pretendemos consolidar la igualdad entre los seres humanos.
De nada nos serviría
plantear la igualdad cercana si no abordamos con nitidez el grave problema de
las diferencias entre nuestros semejantes en todo el mundo. Posteriormente a
esa redistribución de la riqueza, estaremos en condiciones óptimas de plantear
el resto de igualdades hasta conseguir la igualdad total. Un buen deseo para
2013.
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