Paraguay acaba de
estrenar Presidente, Horacio Cartes, quien ha asumido el gobierno de uno de los
países más pobres de América Latina, sólo por delante de Haití y Honduras. En
su discurso de toma de posesión de la semana pasada, hemos vuelto a oír el
canto de sirenas a que nos tienen acostumbrados todos los mandatarios en estos
actos llenos de promesas, propuestas y compromisos, que la mayor parte de las
veces incumplen.
Lucha contra la pobreza
y la corrupción, recuperar la identidad de país, acabar con la miseria en la
calle, etc., sólo son buenas intenciones y, por el contrario, no concretó ni
una de las propuestas a realizar para obtener dichos objetivos. Cartes, tiene
por delante un trabajo fatigoso para cumplir las promesas de su discurso del
qué solo destaco una reflexión: “No he venido a robar al país, porque ya soy
rico”. Un poco endeble.
Paraguay ha vivido
aislado de la escena regional (MERCOSUR), continental (OEA, UNASUR, CELAC) e
internacional, después de que el senado paraguayo destituyera al presidente
democrático Fernando Lugo y nombrara a Franco como sucesor. La primera tarea a
realizar, es recuperar la presencia de Paraguay en el escenario internacional
y, sobre todo, el latinoamericano donde ha perdido dos años preciosos de
presencia y avances.
En segundo lugar,
Paraguay cuenta con un territorio inmenso de tierra cultivable que está en
manos de unos pocos, mientras que muchos pobres viven en la miseria extrema.
Debería acometer reformas en la propiedad de la tierra poniendo coto a las
grandes extensiones en manos de latifundistas y terratenientes, mediante una
reforma agraria tan necesaria como urgente.
Paraguay precisa, en
tercer lugar, detener la corrupción política, empresarial, institucional, si
quiere progresar como un país del siglo XXI, al tiempo que combate el
narcotráfico galopante o se decide, como Uruguay a legalizar el consumo de
Marihuana. Ha de poner en marcha políticas sociales de altura, fundamentalmente
la universalización de la Sanidad y de la Educación, muy alejadas de las capas
más populares.
Cartes (57 años),
empresario exitoso (25 empresas) y dueño del equipo de futbol Club Libertad (por
lo que era muy conocido), debe abandonar las políticas de la vieja derecha
latinoamericana y convertirse en un presidente de todos los paraguayos,
pensando en el día a día pero también en el futuro con acciones de largo
alcance, que garanticen un cambio real en la grave situación del país.
Tiene que realizar un
gran esfuerzo por democratizar la democracia, abanderando la transparencia
desde el gobierno central a los municipios, así como propiciar la participación
y control de los movimientos sociales e indígenas guaraníes, para evitar
mayores desigualdades. Todo un reto para un presidente colorado que debería
estar a la altura de las circunstancias y de su pueblo.