Aún recuerdo algunas
ocasiones en que el dictador Francisco Franco utilizaba el conflicto sobre la
soberanía británica de Gibraltar para ensalzar y elevar el espíritu patriótico
de unos españoles sometidos por la persecución, la falta de libertades y el
hambre.
Durante nuestro periodo
democrático, con el gobierno de La Roca se han expresado diversos escenarios,
desde una colaboración total en aspectos judiciales y policiales, hasta
momentos de enfrentamientos en la verja parecidos a los actuales, bien por
nuestro lado o bien por el lado inglés, que llegaron a superarse gracias a la
entrada de España en la Unión Europea.
Miles de andaluces del
sur de Cádiz (La Línea, Algeciras, Los Barrios, San Roque) trabajan en
Gibraltar a diario, donde han conseguido un empleo que les negaran las
distintas propuestas de atacar el terrible e incontrolado paro de la zona, que
ronda el 40% de la población. Otros centenares viven del contrabando de tabaco
y del narcotráfico. Y es que cuando los distintos gobiernos se despreocupan de
los problemas reales de la gente, estos tienen que buscarse la vida de la forma
que les sea posible.
El gobierno español ha
actuado en el conflicto actual de forma poco seria, más bien lo calificaría de
chapuza diplomática. Las relaciones de España con el Reino Unido, sin ser
excelentes, guardan las formas de poder alcanzar acuerdos antes de que
prosperen fórmulas arcaicas de presión política. España debería de haber
levantado el teléfono con el primer bloque de cemento lanzado a la bahía para
hablar directamente con las autoridades británicas. No lo hicieron y dejaron
que la cosa prosperase. Nuestros pescadores serían los primeros perjudicados.
Margallo, a quien por
cierto llaman todos los periódicos británicos “el gallo”, siguiendo una
estrategia equivocada en la diplomacia del Siglo XXI (igual no se ha enterado
que hemos cambiado de siglo), ha optado por la escalada del conflicto
utilizando el instrumento del control aduanero castigando a miles de ciudadanos
llanitos y españoles con enormes colas de retención para entrar o salir del
peñón.
Reino Unido es nuestro
socio, aliado y compañero en la Unión Europea, siendo ese el marco de
resolución de un conflicto que se arregla levantando el teléfono y no poniendo
en marcha una cortina de humo que centre la atención de los españoles y dejen
de preocuparse de Bárcenas o de la posible financiación ilegal del PP. Esto
funcionaba el siglo pasado y con otras formas de gobierno, más autoritarias y
aisladas internacionalmente.
Si el Ministro Margallo
pretende que le apoyemos en la escalada hasta donde se tenga que llegar se está
equivocando. Lo que los ciudadanos de la zona quieren es que se arregle el
conflicto de forma urgente y sin molestar lo más mínimo a quien no tiene culpa
de nada.
Espero que alguien en
el PP pueda tener la lucidez suficiente para no continuar por el camino del
pulso y dejen de una vez de hacer el ridículo en nuestra política exterior.
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