domingo, 11 de agosto de 2013

GIBRALTAR ESPAÑOL.

Aún recuerdo algunas ocasiones en que el dictador Francisco Franco utilizaba el conflicto sobre la soberanía británica de Gibraltar para ensalzar y elevar el espíritu patriótico de unos españoles sometidos por la persecución, la falta de libertades y el hambre.

Durante nuestro periodo democrático, con el gobierno de La Roca se han expresado diversos escenarios, desde una colaboración total en aspectos judiciales y policiales, hasta momentos de enfrentamientos en la verja parecidos a los actuales, bien por nuestro lado o bien por el lado inglés, que llegaron a superarse gracias a la entrada de España en la Unión Europea.

Miles de andaluces del sur de Cádiz (La Línea, Algeciras, Los Barrios, San Roque) trabajan en Gibraltar a diario, donde han conseguido un empleo que les negaran las distintas propuestas de atacar el terrible e incontrolado paro de la zona, que ronda el 40% de la población. Otros centenares viven del contrabando de tabaco y del narcotráfico. Y es que cuando los distintos gobiernos se despreocupan de los problemas reales de la gente, estos tienen que buscarse la vida de la forma que les sea posible.

El gobierno español ha actuado en el conflicto actual de forma poco seria, más bien lo calificaría de chapuza diplomática. Las relaciones de España con el Reino Unido, sin ser excelentes, guardan las formas de poder alcanzar acuerdos antes de que prosperen fórmulas arcaicas de presión política. España debería de haber levantado el teléfono con el primer bloque de cemento lanzado a la bahía para hablar directamente con las autoridades británicas. No lo hicieron y dejaron que la cosa prosperase. Nuestros pescadores serían los primeros perjudicados.

Margallo, a quien por cierto llaman todos los periódicos británicos “el gallo”, siguiendo una estrategia equivocada en la diplomacia del Siglo XXI (igual no se ha enterado que hemos cambiado de siglo), ha optado por la escalada del conflicto utilizando el instrumento del control aduanero castigando a miles de ciudadanos llanitos y españoles con enormes colas de retención para entrar o salir del peñón.

Reino Unido es nuestro socio, aliado y compañero en la Unión Europea, siendo ese el marco de resolución de un conflicto que se arregla levantando el teléfono y no poniendo en marcha una cortina de humo que centre la atención de los españoles y dejen de preocuparse de Bárcenas o de la posible financiación ilegal del PP. Esto funcionaba el siglo pasado y con otras formas de gobierno, más autoritarias y aisladas internacionalmente.

Si el Ministro Margallo pretende que le apoyemos en la escalada hasta donde se tenga que llegar se está equivocando. Lo que los ciudadanos de la zona quieren es que se arregle el conflicto de forma urgente y sin molestar lo más mínimo a quien no tiene culpa de nada.

Espero que alguien en el PP pueda tener la lucidez suficiente para no continuar por el camino del pulso y dejen de una vez de hacer el ridículo en nuestra política exterior.


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