El discurso sobre las
bondades del Servicio Andaluz de Salud (SAS) que nos traslada de forma
recurrente el gobierno de la Junta de Andalucía, dista mucho de ser una
realidad, escondiendo datos sobre inversiones y falta de planificación que nos
alejan de una convergencia real no sólo con Europa sino incluso con el Estado.
Durante los últimos
cuatro años la inversión de la Junta en Salud ha caído un 17% provocando una
serie de deficiencias en la prestación del servicio que ha perjudicado
seriamente la salud de los andaluces. Sólo el empeño del personal sanitario,
médicos, especialistas y enfermería, ha ido sacando del atolladero al SAS,
encontrándose en una situación actual de fuerte estrés a la hora de la atención
a los pacientes. Los médicos de familia han visto saturarse sus consultas, los
laboratorios han ampliado la toma de muestras en una media de diez días, las
listas de espera en quirófanos han aumentado y pruebas diagnósticas presentan
un retraso considerable.
Hemos de plantear una
gestión de la sanidad con nuevos parámetros, que hagan converger la atención de
calidad con las necesidades de los enfermos. Huir de promesas de macro
hospitales garantizando el buen funcionamiento de los que tenemos y
descentralizando aún más los servicios básicos de atención familiar, alto
rendimiento y centros aptos para pequeñas intervenciones quirúrgicas que
permitan una especialización real en los centros hospitalarios provinciales y
comarcales.
Hemos de mejorar las
dotaciones de equipos médicos con la adquisición de nuevas tecnologías que
mejoren los diagnósticos, planificar la atención de tal forma que el personal
sanitario cuente con tiempo suficiente para una formación continua y
actualizada, y que los pacientes puedan recibir a la mayor brevedad una
atención personalizada y de calidad. Hay que gestionar bien, con eficacia y
eficiencia, y hay que oír a los profesionales y a los usuarios de la sanidad
pública.
El gasto sanitario por
cabeza coloca a Andalucía a la cola de las Comunidades Autónomas en España. La
media es de 1.204 euros por habitante/año y en Andalucía se dedican 980 euros
por persona, muy lejos de los 1.541 del País Vasco o de los 1.400 de Navarra.
Somos los que menos gasto tenemos por habitante en la salud pública y no es
precisamente porque se gestione mejor. Hace falta un diagnóstico serio de
nuestra sanidad para abordar los problemas que tendremos en los próximos 10 o
15 años, donde nuestra población envejecerá considerablemente en Andalucía y
hemos de tener los dispositivos activados para evitar la improvisación. El Baby
Boom de los 60 comenzará a necesitar masivamente los servicios de salud y se
hace preciso ir adaptando la cobertura sanitaria a esos tiempos, de lo
contrario nos encontraremos desbordados por la falta de planificación que se
deduce simplemente de observar la pirámide de población.
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