martes, 11 de marzo de 2014

VAMOS A LLEVARNOS BIEN.

La triste realidad de la economía andaluza, el altísimo desempleo, la pésima gestión de la sanidad pública y los serios problemas que tenemos en educación, no han estado en las conversaciones de la presidenta heredera y del heredero del dedazo. La foto de la entrevista entre Susana y Juanma estaba destinada a las portadas, pero no a los problemas de fondo que afectan a los andaluces.

El pasado domingo tuve la oportunidad de entrevistarme con un grupo de jóvenes que acaban de adquirir su mayoría de edad y que, por tanto, podrán ejercer su derecho a voto en las próximas elecciones. Les preguntaba sobre su impresión de la política, de los partidos políticos, del gobierno de la Junta y mil cosas más en una conversación agradable y distendida. Me sorprendió que pasados las primeras arengadas de que todos son iguales y que no confiaban en los políticos, tuvieran la clarividencia de comenzar a separar y disgregar su pensamiento.

Sus conclusiones eran contundentes: No aprecian que desde la Junta de Andalucía se le preste atención alguna a los jóvenes, la educación que se imparte no les anima para nada a superarse y entrarán la mayoría en una carrera universitaria porque es lo único que les queda por hacer. Ninguno de los partidos del parlamento se preocupa de que los jóvenes no tengamos trabajo, que más de del 65% nos en encontremos en el paro y, dicen como conclusión, para eso ¿para qué queremos un gobierno en Andalucía?

Sabían separar lo mal que lo hacen de lo que bien que se podría hacer, dando la impresión de que hubiesen estudiado los frescos de los hermanos Lorenzetti del Palacio Público de Siena, para concluir que no votarían a ninguno y que tenían esperanza de que otras fuerzas políticas nuevas, con empuje y con coraje asumieran de una vez los problemas reales que tienen los jóvenes y Andalucía en general.

Mientras, en el Palacio de Gobierno andaluz, los de la sonrisa hablaron de todo sin hablar de nada, buscando la foto y las caras de la felicidad y de la normalidad, porque entre bomberos han decidido no pisarse mucho la manguera. Pareciera que tapándose con la mano, para que no pudiera nadie leer sus labios, se hubiesen dirigido las famosas palabras del “Vamos a llevarnos bien”. Ambos tienen tantísimo que ocultar y tantísimo de lo que rendir cuentas que les conviene su pacto de silencio. Pero se equivocan si piensan que los andaluces van a seguir aguantando el mal gobierno y la pésima oposición. Y van a ser los jóvenes, a pesar de su aparente alejamiento de la política, los que comiencen dando un varapalo a los nuevos actores de la vieja política.



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