La crisis del petróleo, con la
bajada de los precios del barril a 45 dólares, ha puesto en solfa las economías
petrodependientes del globo terráqueo. Acostumbrados a tres lustros de bonanza,
que han permitido a los estados productores sanear sus economías y crecer en
torno a un 4-5% sostenido, ahora se encuentran en una situación real de
enfriamiento de sus ingresos, lo que repercutirá en serios recortes de los
servicios públicos hacia los ciudadanos.
Aunque la bajada de los precios afecta
de desigual manera a los países productores, dentro y fuera de la OPEP, a nivel
global la economía sufrirá un freno espectacular. Mientras Arabia Saudita,
Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Qatar, apenas sufrirán por un prolongado
periodo con estos precios, países como Argelia, Venezuela, Ecuador, Angola,
Nigeria o Libia, sitúan en grave peligro sus ingresos para soportar el gasto
social, lo que puede traer consecuencias en sus propios Planes Estratégicos de
Desarrollo.
A pesar del aumento del consumo por
la bajada de precios del gas y el carburante, nunca llegarán a obtener los
ingresos de otrora, estimándose la duración de esta situación al menos hasta
2020. Muchas de las políticas públicas que se han puesto en marcha en los
países citados como afectados, serán puestas en cuestión al no contar con
fondos para cubrir el gasto. De igual modo, el gasto social, que va desde los
subsidios para los precios de productos básicos (pan, leche y carne), en alguno
de estos países se verán obligados a eliminarlos. Ambas afectaciones pondrán en
serio peligro la situación de “paz social”, que por ejemplo se ha vivido en
Argelia, Indonesia o Nigeria. Gravísimo el efecto sobre la economía de
Venezuela e Irán.
Otros países, como es el caso de
Ecuador, han ido incorporando a sus políticas económicas una diversificación
que ayudará a paliar los efectos de la bajada del precio del petróleo. Sus
inversiones en Turismo, Desarrollo Agropecuario e Industrial, permitirán al
gobierno ecuatoriano reducir el enfriamiento de su economía, al menos sin
recortes drásticos para la población. Países como Bolivia, Argentina o Brasil,
sufrirán una merma importante en sus ingresos, dañando sus posibilidades de
crecimiento en los próximos años.
Así pues, la derivada de los
precios bajos del barril de petróleo, provocará un enfriamiento global de la
economía mundial, que tendrá serías repercusiones en el avance social de muchos
países y estancará procesos de desarrollo iniciados recientemente. Esperemos
que los gobiernos aprenda la lección y, como en el caso de Ecuador, pongan en
marcha planes diversificados de desarrollo económico, no dependiente de los
hidrocarburos (al menos en exclusividad), para sortear crisis venideras. En
época de vacas gordas han se saber planificar para la de vacas flacas.
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