Nuestro gobierno ha sacado pecho
en la reunión del Eurogrupo, a cuenta de las deudas griegas, exigiendo con
vozarrón inusual que se les pague lo que se les debe. Una manipulación
mediática más para trasladar a los españolitos de a píe que los hermanos de
Podemos no nos quieren pagar la deuda y que tengamos cuidado con votar a los de
la coleta.
Tsipras, más listo que el hambre,
le lanzó el mensajito a Rajoy de que no intente tapar los problemas internos en
España con semejante burrada de meapilas rancio, porque toda Europa sabe que el
problema de la deuda griega se llama Alemania con 184.000 millones de euros
entregados, frente a los 26.000 españoles. Los acólitos de Merkel van a
intentar sacar tajada en clave nacional de la pésima opción de apoyar en las
urnas a populismos bolivarianos y que las opciones más serias pasan por ellos,
que para eso le echan carbón compartiendo objetivos a la locomotora alemana.
La creación de la eurozona se
hizo demasiado rápido con intenciones orientadas por el sistema financiero y no
pensando en la unión política y social de la Europa del Siglo XXI.
Curiosamente, la mayoría de los estados miembros estaban gobernados por
partidos de la derecha neoliberal y conservadora que arrastraron en el envite a
los demás para no quedarse fuera del abrigo económico. Pero la situación al
interior de los estados no era simétrica y pronto se comprobó que esas
asimetrías habrían de pagarse en forma de deuda contraída, memorándum para los
pagos de las mismas, requisitos y condiciones, siendo el caso más esperpéntico
la modificación del artículo 135 de nuestra Constitución por el bipartidismo
reinante.
Europa vive de prestado. Es como
una gran familia, donde cada uno tiene sus propios intereses, en la que manda
el que tiene más dinero y los demás se afanan en aparentar no ser demasiado
pobres, entrampándose hasta las cejas para lucir países saneados. Cuando las
deudas son ya impagables (la de España también), se descubre que los intereses
reales del sistema financiero europeo pasan por el control de las políticas a
ejecutar en los países receptores. Sencillamente, entregar la soberanía del
estado a los que permiten que nos sigamos llamando estado.
Grecia ha dicho basta, que lo
primero son los ciudadanos y que no van a permitir que la política de un país
soberano sea dictada desde el Fondo Monetario Internacional, ni desde el Banco
Central Europeo, ni desde Alemania. Serán los griegos, con sus problemas y
dificultades, los que tendrán que afrontar y decidir cómo solucionar las desastrosas
políticas europeas y de sus gobiernos anteriores. Los griegos y nada más que
los griegos. Habrán de reconocer su deuda, renegociar los pagos, los plazos y
las quitas, con soberanía y dignidad.
Rajoy debería aprender en lugar
de situarse en un discurso de crecimiento cuando tiene al país sometido a los
mandatos de la metrópoli alemana, viviendo de prestado.
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