sábado, 15 de agosto de 2015

CUBA


La bandera de las barras y estrellas vuelve a ondear en el malecón de La Habana, bajo el edificio que siempre fue el de la Oficina de Intereses de Estados Unidos. Las relaciones diplomáticas entre ambos países se han restablecido y lentamente se irán retomando asuntos concernientes a los negocios, el turismo, el fin del anacrónico bloqueo y la recuperación de la soberanía de la base yanqui de Guantánamo.

Fidel, en su 89 cumpleaños, no ha querido dejar pasar la oportunidad para recordarle al gobierno de los Estados Unidos la enorme deuda que tiene con el pueblo cubano, al que ha sometido a etapas de verdadera calamidad fruto del embargo económico durante más de medio siglo. Exige una indemnización por tantos años de estrangulamiento y desea que de una vez por todas cese el hostigamiento hacia la isla.

Otros actores de la coyuntura, ven con buenos ojos los pasos dados por Obama y Raúl Castro. El exilio de Miami, el menos rancio, contempla el nuevo escenario como una posibilidad de acelerar los procesos en Cuba y de asegurar el acercamiento de las familias cubanas. El más rancio, ha reaccionado en contra de la apertura y exige mantener las restricciones en lo económico y el mantenimiento del bloqueo.

En el interior de la isla, las opiniones también están divididas. Por un lado, los pasos dados incrementarán el turismo y la apertura comercial, aunque con distintas etapas, y eso beneficia la economía del país. Por otro, observan con cautela los pasos de Estados Unidos porque no se fían, después de tanto años de sufrimiento innecesario. Los grupos de la oposición en el interior, ven también una oportunidad de apertura en lo político, que de momento no se va a dar. Cuba continuará gobernada por el partido único, pero sin duda alguna se suavizarán las vigilancias y prohibiciones extremas, con mucha permisividad que permitirá un avance de los postulados del camino hacia la democracia.

Los cambios más profundos no vendrán con Raúl Castro. Si no se tuerce la cosa será el próximo Presidente de Cuba, Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, actualmente vicepresidente del Consejo de Estado, quien ponga en práctica el nuevo diseño del avance político y económico para el país. Es la generación nacida después de la revolución la que va a asumir la tarea del cambio, un cambio tranquilo y sin estridencias, pero camino a la superación de barreras enquistadas y hacia la construcción de una nueva Cuba para el siglo XXI.

Será muy interesante observar el proceso y las transformaciones. Los que amamos Cuba sentimos la enorme responsabilidad que pesa sobre los artífices del cambio y los deseos de la población cubana de avanzar y acabar con una situación económica que se les hace insostenible.

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