En estos días de incertidumbre
sobre las plebiscitarias catalanas, he podido hablar con un amigo polaco, de
Badalona, para compartir su visión desde dentro sobre la convocatoria de Artur
Mas. Mi amigo es muy europeo, por tanto esto de los nacionalismos e
independencias le suena arcaico, pero reconoce que en Cataluña se ha dado un
proceso que puede desembocar en una tragedia constitucionalista, si no se pone
remedio.
Según su percepción, las cartas
que ha jugado el nacionalismo catalán han sido: la aplicación de la
normalización lingüística durante 30 años, el arraigo del sentimiento patrio
catalán, los enfrentamientos permanentes con el gobierno central a cuenta de
las cuotas a recibir del Estado, la frustración del veto del Tribunal
Constitucional sobre el nuevo Estatuto de Autonomía que Zapatero se comprometió
a aceptar saliese lo que saliese del Parlament y, por último, los
enfrentamientos directos a cuenta del derecho a la consulta.
Con estos ingredientes, se ha ido
cocinando una situación de punto límite, donde las únicas opciones posibles
serán: que la propuesta independentista pierda las elecciones del 27S y no
gobierne en Cataluña, o que Rajoy saque pecho y haga su campaña de las
generales aplicando el Artículo 155 de la Constitución Española.
Desde Badalona, mi amigo ve las
cosas feas. Hay mucho exaltado de uno y otro bando, es decir, “ultras” que
están dispuesto al enfrentamiento con el Estado si hiciera falta y otros
“ultras” que azuzan a los militares a que tomen las instituciones catalanas con
los tanques en la calle. Parece que esos extremos están descartados por un
grueso de catalanes, que lo que quiere es vivir en paz, poder decidir en paz,
convivir en paz y ser algo más felices. Pero es obvio que, con el marco normativo
de la actual Constitución, las opciones de independencia ni son posibles ni se
van a permitir.
El panorama dista mucho de una
solución fácil y hemos de contemplar todos los escenarios posibles. Pero
comparto con mi amigo que Rajoy ya tiene la campaña hecha si el enfrentamiento
se da y es muy probable que recupere en las dos Castillas, Extremadura, Madrid,
Valencia y Andalucía, buena parte de los votos que ha perdido, gracias a la
mano dura contra los independentistas catalanes.
Tendremos que observar los
movimientos de unos y de otros en los próximos días, pero todo parece apuntar a
una solución complicada. Lo que parece definitivo es que nuestra Constitución
tiene que entrar al taller y hacerse algunas reparaciones, después de 37 años
se merece, al menos, una puesta a punto.
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