Buceando un
poco en nuestra historia reciente, no deberíamos dejar pasar un recuerdo a la
situación española de hace 80 años, marcada por los resultados de las
elecciones de febrero de 1936, preludio de la Guerra Civil Española. El 16 de febrero
se celebraron las elecciones con una participación del 72,9% del electorado,
resultando triunfante del llamado “Frente Popular” con 4.654.116 votos (47,1%),
contra el “Frente Nacional Contrarrevolucionario”, que obtuvo 4.503.505
(45,6%), mientras que el Centro obtenía 400.901 votos (5,3%).
En total, el
“Frente Popular” contaba con 263 diputados y la derecha 156 diputados. Con
estos resultados, el frente de derechas inició de inmediato la puesta en marcha
de una intentona golpista, que fue conocida como “golpe de fuerza”, para
impedir la constitución de un gobierno republicano de izquierdas y
revolucionario. La campaña del Frente Nacional no había presentado ningún tipo
de programa electoral, simplemente se limitó a señalar su programa como
Antirrevolucionario, siendo sus slogans: “Contra la Revolución y sus
cómplices”; “Por Dios y por España” y planteo la batalla entre “la España
Católica y la Revolución bárbara”.
Gil Robles
intentó el día 17 de febrero declarar el Estado de Guerra en el país, sin éxito
por la negativa del Presidente en funciones Portela Valladares y le siguió el
General Franco, en ese momento Jefe del Estado Mayor del Ejército, siendo
desautorizado por el Ministro de la Guerra, General Nicolás Molero. Una de las
primeras medidas tomadas por gobierno de Azaña, fue alejar de los centros de
poder a los generales golpistas enviando al General Franco a la Comandancia
Militar de Canarias y al General Mola al Gobierno Militar de Pamplona.
En estos
antecedentes, encontramos una aceleración de las intenciones golpistas por
parte del General Franco, que consideró su traslado a Canarias como una
degradación, una humillación y un destierro. Los militares golpistas, alentados
por la derecha parlamentaria, comenzaron a organizar el golpe de Julio del 36,
incorporando progresivamente a generales proclives y grupos paramilitares
fascistas del campo falangista. La consigna antirrevolucionaria y fascista del
día después de las elecciones era clara: “hay que extirpar la barbarie de
España”, iniciando el proceso más sangriento de nuestra historia reciente: “la
Guerra Civil Española”.
Durante los
meses de febrero al golpe fascista de Julio, el gobierno decretó la amnistía
para más de 30.000 presos políticos y sociales, repuso a los alcaldes y
concejales elegidos en 1931, el 1 de marzo reanudaba su tarea el Parlament de
la Generalidad de Cataluña, con la liberación y reposición de Lluís Companys
como Honorable President y sus consejeros. Pronto comenzaron a defenderse
posturas de creación del Estado Independiente de Cataluña.
Mientras el 1
de Marzo una multitudinaria manifestación recorría las calles de Madrid para
celebrar el triunfo del Frente Popular y apoyar al nuevo gobierno, los
militares golpistas ya habían iniciado una trama encabezada por el General
Mola, acordando el 8 de marzo el inicio de las acciones que propiciaran el
Alzamiento Nacional, que colocará una Junta Militar encabezada por el General
Sanjurjo, quien se encontraba exiliado en Portugal.
Llegaron a
fijar la fecha del golpe militar para el 20 de abril, pero diversos problemas
de coordinación paralizaron la acción pasando a diseñar una nueva estrategia
basada en las siguientes prioridades: “Se tendrá en cuenta que la
acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo,
que es fuerte y bien organizado. Desde luego serán encarcelados todos los
directivos de los partidos políticos, sociedades y sindicatos no afectos al
Movimiento, aplicándose castigos ejemplares a dichos individuos para
estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas”.
El alzamiento
pretendía conseguir un triunfo rápido que depusiera al gobierno en pocos días,
iniciando la sublevación con la llegada de las tropas del Ejército de África
que entraría por el estrecho y se dirigiría a Madrid, capitaneadas por el
General Franco. Sus planes de incorporación de otros centros de poder militar
en la capital fallaron y se inició la Guerra Civil Española que duraría 3 años
y causaría un millón de muertos y uno de los episodios más tristes de la
historia española: 40 años de dictadura fascista.
No está mal
que recordemos estos hechos de febrero del 36, porque hoy, 80 años después
parece no haberse cerrado convenientemente la herida de las Dos Españas y
continuamos bregando con los frentismos sin rumbo y con alianzas perdidas.
Nunca debemos olvidar nuestra historia, sobre todo si está tan fresca y
reciente como la ocurrida en Febrero del 36.
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