domingo, 15 de mayo de 2011

ENCUESTAS

Hoy, último día oficial para la publicación de encuestas y sondeos electorales, nos hemos sorprendido de la gran cantidad de muestreos ofrecidos por la prensa escrita, lo que nos ha obligado a dedicarle más tiempo a navegar que el habitual. Independientemente de los resultados que se ofrecen en los medios, absolutamente cocinados y en línea con los intereses de los partidos clásicos, quisiera destacar dos asuntos que merecen una reflexión. Por un lado, el elevado porcentaje de abstención que se prevé en las elecciones del 22 M, que roza una media del 45%, en muchos lugares superando el 50% del electorado. Como ya he insistido en varias notas, es justo lo que les interesa a PP y PSOE, un electorado desmovilizado que garantice que ellos seguirán gobernando. No les importa para nada que disminuya la participación electoral, lo único que les importa es mantenerse ellos en el poder, para después continuar teniendo más poder. De otro lado, el porcentaje de personas encuestadas que aún manifiestan abiertamente su voto como indeciso, cercano al 20%. Sin duda, este alto porcentaje de personas que aún no tienen decidido a quién votarán el 22 de Mayo será el que incline la balanza para unas opciones u otras. Si se diera el caso, poco probable, de que al final se sumaran los dos porcentajes, es decir, que los indecisos decidieran no ir a votar, el porcentaje de abstención sería escandaloso. Y con la cara de sorpresa de los portavoces de los partidos tradicionales que han fomentado el bipartidismo hasta el hartazgo y la desesperación del personal, nos dirán que ha hecho un día muy bueno y la gente se ha ido a la playa, o que ha llovido y que la gente cuando llueve siempre se retrae en casa. Jamás reconocerán en público lo encantados que están de que los ciudadanos no vayan a votar, porque es para lo que han estado trabajando todos estos años a sabiendas de que alejando al electorado de la ilusión por la política siempre ganarían ellos, que para eso tienen una fuerte maquinaria electorera, aunque votemos el 30% de los españoles. El fracaso de un sistema se da cuando los principales actores de la película se dedican a sustraer el sentimiento de apoyo al propio sistema y cuando los ciudadanos se dejan engañar por el primer impulso del “todos son iguales”, dándoles así el gusto de ver cumplido su objetivo. Por eso, la única opción de recuperar “los pasos perdidos”, como titulara Alejo Carpentier su novela, consiste en retomar la obligatoriedad ciudadana de convertirnos en verdaderos electores, eligiendo en libertad, sin cortapisas, y optando por alternativas reales para cambiar la política tan dañada en nuestro país. La mayor sorpresa que pueden llevarse estos partidos políticos profesionales, que funcionan como empresas de marketing vendiendo humo, es que las urnas se llenen de votos alternativos, orientando el futuro del cambio real en las formas de hacer política.

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