domingo, 10 de junio de 2012

EL ENGAÑO DEL RESCATE


Recordarán ustedes aquellos tiempos en los que uno iba al banco a pedir un crédito y le daban más de lo que necesitaba. Yo soy uno de los afortunados por la dinámica. Al comprar mi vivienda necesitaba 10 millones de pesetas de las del año 2.000. Como no era mucho según la tasación del inmueble que había realizado el propio banco, en lugar de 10 me dieron 16 millones, “así aprovechas para los muebles y te compras un coche nuevo”. Como quiera que la cuota mensual no aumentaba demasiado y podía pagarla en cinco años más, piqué como un pez el anzuelo.

Hoy sabemos que en aquel entonces nuestros bancos y cajas vivían su época dorada. A su vez estaban siendo financiados por otros bancos europeos, sobre todo de Alemania y Francia que, viendo la prosperidad del negocio del ladrillo en su España vacacional, no dudaron ni un momento en hacer negocio, prestando dinero a cajas y bancos para que todos pudieran hacer su particular agosto.

Pero a los pocos años, 2007-2008, viendo quebrar al cuarto banco norteamericano por la burbuja inmobiliaria en Estados Unidos, los hasta entonces prestadores europeos cerraron el grifo de forma brusca, sabiendo que no tardaría el efecto dominó en llegar a la vieja Europa y que sus financiados españoles tendrían dificultades con sus activos tóxicos para poder devolverles su dinero.

Así fue como los bancos y cajas españolas dejaron de tener dinero fresco,  echaron candado a la concesión de hipotecas, ya no daban más de lo imprescindible y poquísimas, viéndose afectados también los pequeños y medianos empresarios, los autónomos y, por supuesto, los préstamos para vivienda.

Desde ese momento comenzó a aumentar el desempleo de forma incontrolable en España, los hipotecados tuvieron dificultades para continuar pagando sus deudas y los bancos y cajas para devolver el dinero con intereses prestados por los bancos europeos. Una espiral que se mordía la cola, como las pescadillas, mirases por donde mirases, impidiendo ningún respiro a las entidades bancarias que comenzaron a presionar al gobierno de turno para solicitar créditos a bajo interés y poder aguantar el chaparrón, debido a que los prestatarios europeos querían cobrar.

Esa espiral es la que ha llevado a bancos y cajas a encontrarse bajo mínimos y con muy poca liquidez en sus arcas. La acción del gobierno ZP en este problema llegó tarde y mal, entre otras cosas porque no quiso asumir el problema desde el 2007 y tardó 2 años en darse cuenta de lo que pasaba. Seguramente, en aquel momento, el gobierno podría haber parado o al menos reducido la incidencia del desastre particular del sistema financiero.

Los bancos prestadores europeos quieren cobrar y lo quieren hacer sin demora y sin quitas. De ahí que hayan presionado a sus líderes políticos convenientemente para garantizar la refinanciación de la banca española y, con ello, cobrar sus deudas. Los gobernantes europeos, sabiendo que si sus bancos no cobran corren el peligro de ingresar al mismo problema, se han apresurado a encontrar una fórmula de “rescate” para sus bancos, prestando dinero a la banca española teniendo como garante del préstamo al mismísimo Estado español.

Una jugada magistral que tiene varios culpables (nuestros bancos y cajas, nuestros políticos, los propios usuarios que entramos al trapo en su momento, etc.) y varios beneficiarios (los bancos europeos que prestaron, los gobiernos que no quieren problemas en sus economías nacionales, etc.).

Así que no nos engañen con la milonga de que reflotarán los préstamos a la pequeña y mediana empresa, a los particulares, a las instituciones, como si eso fuese verdad. La única realidad es que han garantizado el pago de la deuda adquirida durante años de bonanza con distintos bancos europeos. Esa es la única realidad.

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