jueves, 28 de junio de 2012

LOS ERRORES DE RÍO+20


Desde que en 1992 se celebrara la Conferencia Internacional sobre el medio ambiente en Río de Janeiro, Brasil, puede afirmarse que poco o muy poco se ha avanzado en la consolidación de políticas frente al cambio climático, el efecto invernadero, los altos niveles de contaminación y sobre el respeto a la biodiversidad.

Para los gobiernos que participan en estas cumbres, su participación en las mismas ha pasado a convertirse en la lectura de un discurso escrito durante 8 minutos, en los que todos declaran sus buenas intenciones, loan las bondades del planeta, llaman a asumir responsabilidades en la materia, pero sin comprometerse lo más mínimo en una estrategia común de envergadura para hacer nuestro planeta más limpio, más sano y duradero.

En Río + 20, hemos podido comprobar el vacío de contenido en los compromisos gubernamentales, mientras en la cumbre alternativa ecologistas de todo el mundo se desgañitaban con el grito de “salvad al planeta”. Se ha llegado a afirmar que Río+20 sólo ha servido para que los mandatarios participantes comentaran en encuentros aparte la situación económica mundial y estrecharan lazos bilaterales, dando así una muestra real de lo que les importa el medio ambiente. Ni un solo compromiso en firme, dejándolo todo para la siguiente, en la que podría ocurrir lo mismo y así dejar vacíos de contenidos los compromisos internacionales.

El problema no es ya la baja calidad de los gobiernos, ni siquiera su inexcusable insensibilidad sobre el tema, sino que encontramos el error principal en la misma concepción de lo que entienden por preservación del medio ambiente y que al ser un tema que ni quita ni da votos pasa a ser de cuarto orden. Se cumple la obligación de “estar” pero aprovechando para otras cuestiones.

La concepción imperante en los estados participantes en la cumbre, parte de la base equivocada de que debe enfrentarse el problema medioambiental pensando en el ser humano, es decir, vuelven a situar a una de las especies, el hombre, por encima de todas las demás y abordarán la biodiversidad desde la perspectiva de resolver qué es lo que sería más necesario para mejorar la calidad de vida de los humanos. Si al menos asumieran con rigor ese criterio ayudaría a mejorar la calidad del planeta, pero ni quiera asumen aquello.

Se olvidan los mandatarios de que el planeta lo formamos todas las especies existentes en la tierra y en el mar, que todo ello conforma la biodiversidad y que nos toca a los humanos, dotados de la capacidad de ordenamiento y, a veces, de raciocinio, ordenar todos los aspectos necesarios para preservar dicha biodiversidad. Ese es el error de bulto de Río+20, no encontrar el equilibrio necesario entre el avance y desarrollo económico y humano y el resto de las especies que habitan nuestro planeta.

De continuar por ese camino estaremos condenando al hundimiento de una de las experiencias quizá irrepetibles en todo el universo: la vida en el planeta tierra.

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