EL próximo domingo 1 de
Julio, se celebrarán las elecciones presidenciales en México, donde además, serán
elegidos 128 senadores y 500 diputados federales. De los cuatro candidatos
inscritos, con sus correspondientes coaliciones, podemos descartar al candidato
de Nueva Alianza, Gabriel Quadri, que en ninguna de las encuestas previas
realizadas supera el 5% de intención de voto.
Josefina Vázquez,
candidata oficialista del PAN, Partido de Acción Nacional, sería la tercera
mejor colocada, dados los problemas internos que ha tenido en su propio partido
en las primarias y que personas del PAN, como el ex presidente Fox, están
apoyando a otros candidatos. Parece apuntar la contienda a que la Presidencia
de los Estados Unidos de México se librará entre Enrique Peña Nieto, del
todopoderoso PRI, Partido Revolucionario Institucional, que concurre en
coalición con los verdes; y Andrés Manuel Lopez Obrador,(AMLO), que encabeza
una coalición de varios partidos entre los que figura el PRD, Partido Revolucionario
Democrático.
AMLO ya se quedo a
pocos votos de ser Presidente en las anteriores elecciones y actualmente
encabeza todas las encuestas, mientras que el joven Enrique Peña del PRI ha ido
desinflándose a medida que han pasado los días de una larga campaña electoral,
principalmente porque ha dejado de acudir a varios encuentros de debate, entre
ellos los organizados por movimiento #132, con jóvenes indignados por la
situación política en el país.
México necesita un
cambio de rumbo en su política, en sus estructuras institucionales, un control
exhaustivo de sus niveles de corrupción de arriba abajo y precisa contar con
nuevas ideas para periodos nuevos. Sin embargo, la ola de violencia que azota
el país puede condicionar seriamente el resultado electoral. Todo el mundo sabe
en México que el PRI, que ha gobernando 70 años consecutivos, es el peor de los
candidatos para afrontar esta etapa, pero un discurso populista y duro, de
lucha contra los cárteles de la droga, la delincuencia común y la corrupción,
les puede reportar un triunfo electoral no merecido por su candidato que deja
muchísimo que desear para la responsabilidad del cargo.
AMLO es la opción más
seria, con un discurso mucho más de Estado, capaz de plantear una alternativa a
corto, medio y largo plazo, de reinventarse México y es apoyado por muchos
sectores críticos que ya han decidió no volver a apoyar al PRI ni al PAN.
Estados Unidos se volcará con el candidato del PRI, pues no quiere ningún tipo
de desajuste en su patio trasero y desconfía de AMLO que representa a la
izquierda democrática, clase media y a grandes capas de población
desfavorecida.
México se ha convertido
en el país más violento de América Latina, por encima de EE.UU y de Colombia,
viviendo atenazado por las guerras encubiertas y luchas de poder entre el
narcotráfico, la violencia contra las mujeres, la tenaza a la prensa libre,
perdiendo muchos enteros en su recorrido de libertades y democracia. Necesita
un cambio profundo, no sólo de maquillaje, para volver a situarse en la senda
de la defensa de los derechos humanos y el control institucional sobre la
violencia, pero también para recuperar los espacios de crecimiento económico
que actualmente son vitales para el país, ya que puede caer en recesión en
cualquier momento.
El gran problema
mexicano sigue siendo la necesidad de redistribuir la riqueza pues en los
últimos años ha aumentado la brecha entre ricos y pobres, y ha crecido el
número de aquellos que viven en situación de pobreza y extrema pobreza. Como
país emergente tiene la necesidad de sumar esfuerzos, con Brasil y Argentina,
para consolidar los nuevos sistemas de integración puestos en marcha en América
Latina.
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