Agosto será un mes
decisivo en la resolución del conflicto en Siria. Las autollamadas y aceptadas
(tanto por los medios de comunicación como por la comunidad internacional)
“fuerzas rebeldes”, realizan duros ataques en varias ciudades del norte y
centro del país. En algunos barrios de la capital se comienza a luchar calle a
calle, mientras que en la segunda ciudad siria, Alepo, los combates son
encarnizados, utilizando el ejército los bombardeos más o menos
indiscriminados.
Mientras Kofi Annan ha
tirado la toalla, ante la imposibilidad de mediar en el conflicto, el Consejo
de Seguridad de Naciones Unidas continúa sin encontrar la fórmula que
comprometa a los representantes en una solución pacífica y duradera. Se
convierte en una “Misión Imposible” restablecer las opciones de un acuerdo que
encuentre un camino hacia la paz.
Contando con un número
de víctimas en aumento, cada día más indiscriminadas, hay que volver a exigir a
la comunidad internacional un último esfuerzo para solucionar de forma
dialogada el conflicto. Hemos de tener en cuenta algunos factores en esta
especie de continuación de la primavera árabe, que sin embargo ha contado con
algunas diferencias sustanciales con las ocurridas en el resto de países
mediterráneos.
Rusia y China continúan
negándose a apoyar una intervención internacional, que sin embargo se viene
dando de facto. A nadie se le escapa que la CIA y el MOSSAD han optado en esta
ocasión por dotar militarmente a los rebeldes con armamento de distintas
proporciones, municiones y pertrechos militares. Turquía, socio de la OTAN, ha
servido de corredor para la dotación de armas ante los temores de Israel por la
posible utilización de Al Assad de las armas químicas.
La opción utilizada por
los países de apoyo a los rebeldes en esta ocasión, ha sido la de no mancharse
directamente en el conflicto, para asegurar su éxito evitando reacciones en
cadena que pudieran perjudicar la seguridad en Israel. No han dudado para ello
en generalizar la guerra en territorio sirio, aún a sabiendas de que ello
perjudicaría a la población civil, a la que se viene utilizando como escudo
humano por ambos bandos cada vez con mayor número de víctimas.
No cabe duda que son
muchos los intereses geoestratégicos que se juegan en la zona y que son dichos
intereses los que realmente ordenan el escenario bélico y los posicionamientos
internacionales. Es lo que ha denunciado Annan para renunciar a su misión
especial para Siria.
El conflicto amenaza
con extenderse hacia Líbano e Irán, verdadero objetivo de occidente, y debería
ser este extremo la principal preocupación de las Naciones Unidas. Sin embargo,
una vez más, asistimos a la débil fortaleza de la ONU para la resolución y/o
prevención de conflictos. Personalmente, sólo me preocupa la suerte que
correrán cientos de miles de sirios cercados en un conflicto creado
artificialmente por los países que hace poco tiempo eran amiguísimos del presidente
Al Assad.
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