De las misiones
exteriores en las que participan nuestras Fuerzas Armadas, las de Afganistán y
Líbano, no tienen mucho sentido mantenerlas. La primera, Afganistán, donde ya
todo el mundo tiene fecha de salida y España mantiene finales de 2014 para
hacerlo, cuando fácilmente podría salir del país a mediados del 2013 sin poner
en peligro ninguno de los objetivos propios de la misión. Prolongar la
permanencia significa aumentar las opciones de atentados habiéndose convertido
los efectivos internacionales en blancos para las pruebas sobre terreno de la
preparación de las guerrillas talibanas.
Es el ejército Afgano
el que debe hacerse cargo de la situación sin más demora, contando con
asesoramiento externo de algunos países (entre los que puede continuar España),
pero sin presencia de las tropas con la estrategia de objetivos que mantiene en
la actualidad. Ni tiene ningún sentido que sea de otra forma, al habar cambiado
la situación geopolítica, ni tenemos por qué poner en riesgo innecesario a nuestras
tropas.
En Líbano la realidad
también ha cambiado desde que asumimos la participación en la misión de control
del alto el fuego con Israel. Hoy día, el peligro inminente es la escala del
conflicto Sirio y su extensión al Líbano, donde ya se están produciendo
enfrentamientos en zonas de la capital. Nuestras tropas no tienen por qué
permanecer durante más tiempo en las zonas delimitadas por la misión de
Naciones Unidas. La misma debe ser revisada y modificada con la nueva realidad
y no debe hacerse en base a las tropas que ya se encuentran sobre el terreno
(pues estaban para otra misión), sino plantear el final de la misma con la
retirada incluida y proponer nuevas acciones que puedan ser estudiadas por la
comunidad internacional para concretar su participación.
Poner en peligro a
nuestras tropas en una situación totalmente distinta a la que motivó nuestra
participación en la misión es, cuando menos, temerario. Como temerario es
escuchar algunas opiniones cercanas al Ministerio de Defensa quejándose de la
utilización de nuestras fuerzas armadas dentro del marco de la proyección de la
llamada “Marca España”. Hemos de saber
diferenciar los objetivos de dicha proyección con la implicación de nuestras
Fuerzas Armadas en misiones desnaturalizadas, costosas y que ponen en riesgo la
seguridad de nuestros soldados.
Ambos conflictos
necesitan de un replanteamiento urgente que debería pasar, en nuestro caso, por
la retirada inmediata de nuestras tropas. Naciones Unidas debe revisar de
urgencia los objetivos a plantear en dichas zonas y los países participantes
reubicarse en las mismas según sus posibilidades. El gobierno de Rajoy tiene
que alejarse de grandes pretensiones (recortes), así como renunciar nítidamente
a la utilización de la presencia de nuestras tropas para mejorar la marca. Eso
pertenece a otras esferas de la vida política.
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