Las estrategias
dibujadas por los partidos políticos nos están sometiendo a un nivel de trauma
social que será difícil de superar en el futuro inmediato. España vive hoy una
de sus mayores crisis económicas, encontrándonos prácticamente en la
bancarrota, mientras los ciudadanos valoran a los políticos como uno de los
principales problemas en nuestra sociedad. Un desapego y desafecto que no
significa alejarse de la política, sino de los partidos políticos.
Es curioso como las
instituciones dejan de tener aprecio para la mayor parte de la población, en
respuesta a las más que veladas intenciones de llevarnos a un callejón sin
salida donde, curiosamente, solo se salvarían los partidos políticos. La
situación que vivimos no tiene arreglo y ellos lo saben. Nadie puede arreglarla
porque nuestros acreedores nos agarran con fuerza mientras nuestros pretendidos
socios europeos tensan la cuerda al cuello, con la única intención de preservar
el sistema, no la especie.
Sin embargo, lejos de
caer en la sumisión, desencanto o desánimo, es el momento en que los ciudadanos
tenemos ejercer nuestra responsabilidad como tales. Si estos políticos no nos
sirven, hay que cambiarlos. Si las políticas aplicadas están viciadas, hay que
cambiarlas. Si el sistema que nos hemos dado para la convivencia adolece de
cordura institucional y tiene demasiados flecos para enmendar, hay que
cambiarlo.
Es el momento de
plantar cara, de decir ¡Basta!, de acabar con tanta mezquindad y tanto ruin.
Nuestra sociedad ha avanzado considerablemente desde la dictadura hasta este
momento, pero se ha estancado en una suerte de gigantesca administración
pública que ha generado toda clase de prebendas, convirtiendo a los partidos
políticos en auténticas empresas de colocación, dispendios y clanes, que han
torcido y corrompido las líneas básicas de actuación en lo público.
Somos los ciudadanos
los únicos responsables de que esto haya llegado a este punto. Hemos de
reconocerlo así si queremos salir del agujero. Y por eso mismo, hemos de ser
los ciudadanos los que pongamos punto y final a esta etapa. Necesitamos un
nuevo proceso constituyente, un nuevo modelo de organización política del
Estado, que fije nuevas prioridades sociales, económicas y políticas, que
centre la atención en la buena gestión y el buen gobierno, que se aleje de
Rinconete y Cortadillo.
Necesitamos los mejores
gestores de lo público, de lo que es de todos. Terminar de una vez con lo opaco
y comenzar a hablar con firmeza de aquello que es justo. Es el momento de
recuperar una dignidad que hemos ido perdiendo gramo a gramo. Y de esto no nos
sacará ningún partido político, ninguno, porque el problema es sistémico. Los
tiempos que vivimos son malos pero los que están por venir son mucho peores. O
comenzamos ya a cambiar radicalmente los escenarios o seremos engullidos por la
propia obra representada. Es el momento.
1 comentario:
El cambio debe ser en la sistema económico, que no sea basada en el crecimiento, sino en la estabilidad, y ciertamente no en el crecimiento sintética a través de préstamos, lo que ha provocado la situación actual y que va a ser peor con 'rescates' osea tirando salva-vidas de plomo y gritando ordenes de como nadar cuando están puestos los mismos salva-vidas (hechos en Alemania).
La población esta perdiendo su ultimas gotas de fe en los políticos, que parece en general sirven solo a sí mismos y sus amigos, y no a aquellos que los eligieron por el puesto.
Ademas están comiendo los derechos de hacer algo divertido, de protestar o ir pasivamente contra los que manden, dejando gente trabajadora sin recursos para vivir - provocando riesgos de una primavera Española.
No te envidio la lucha que tienes solo para convencer al electorado que se vayan a votar, te mando suerte !
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