domingo, 26 de mayo de 2013

ANDALUCÍA,UN AÑO DESPUÉS.

Se ha cumplido un año desde la conformación del gobierno de coalición entre el PSOE e Izquierda Unida en Andalucía. Un año que presenta más sombras que luces en la gestión del ejecutivo andaluz y que varios analistas ya han considerado como un año perdido. A mi juicio, cuatro han sido los elementos que dan lugar a dicha afirmación.

En primer lugar, que ambos partidos han considerado al gobierno andaluz como un bastión dentro del mapa español para el enfrentamiento directo con el gobierno central. No se puede gobernar una institución tan amplia como la Junta de Andalucía pensando permanentemente en sacar rédito político de su acción frente al Partido Popular.

En segundo lugar, el PSOE está situado en un escenario de recuperación nacional desde el bastión de Andalucía, mientras IU pretende mostrarse a nivel nacional como una fuerza con capacidad de gobernar. Ambos representan hoy en sus fuerzas políticas la referencia básica para los avances de sus partidos.

En lo ejecutivo, tercera apreciación, durante este año Andalucía no ha avanzado nada. Pareciera que se ha tardado todo un año en hacerse con la dinámica de funcionamiento de gobierno, conocer sus claves, poner en marcha la maquinaria de gestión compartida, sin haber puesto en valor iniciativas clave para un periodo de grave crisis.

Por último, algunos fracasos sonados como la inútil comisión de investigación de los Eres, un verdadero escándalo parlamentario, caso Invercaria, incremento exagerado del desempleo en Andalucía, falta de políticas de incentivos económicos, recortes en Educación y Sanidad, permanencia de infinidad de institutos, empresas públicas, fundaciones, observatorios, etc., que continúan siendo un lastre de la administración andaluza.

Izquierda Unida cree haber encontrado un filón con el decreto sobre la vivienda como golpe de efecto, pero no sólo asume la gestión nefasta del gobierno del que forma parte sino que además ni siquiera pone sobre la mesa aspectos que eran irrenunciables y firmados ante notario como la reforma de la ley electoral en Andalucía y su opción clara por levantar las alfombras, tan cacareada en la campaña electoral. Una vez en el gobierno parece que las cosas se ven de otra forma, que lo que era irrenunciable se vuelve tímido y negociable.

Andalucía ha perdido un año en Planificación Estratégica tan necesaria para combatir una situación de crisis económica y desempleo. Un diseño a medio y largo plazo que permita a los andaluces visibilizar algunas posibles salidas. Es necesaria y urgente la diversificación de nuestro tejido productivo y económico, la incorporación de nuevas propuestas de desarrollo.

Andalucía precisa de políticos que piensen “en” los andaluces no “por” los andaluces. Ambos partidos se empeñan en arrogarse lo que tenemos que pensar y se olvidan de que simplemente (ni más ni menos) están al frente de una institución para desarrollar políticas públicas, no para utilizarla como cabeza de puente en su carrera de enfrentamientos interesados. El Pueblo Andaluz necesita un punto de referencia estratégico y no estrategias partidistas para recuperar la Moncloa. Un año perdido.


miércoles, 22 de mayo de 2013

VUELVE AZNAR


En la entrevista del pasado martes en Antena 3, el ex presidente del gobierno, José María Aznar, dejó caer a las claras que está dispuesto a asumir la responsabilidad de ponerse de nuevo al frente del partido, si este se lo pide y lo ve necesario.

Lo manifestó como quien no quiere la cosa, sin boato ni fanfarria, más bien como quien está dispuesto a hacer un sacrificio por el país y asumir las riendas del liderazgo del que su partido adolece con Rajoy.

A los poco observadores, la noticia ha podido pillarles de sorpresa. A los que hemos seguido las luchas intestinas del PP no nos ha sorprendido nada. El argumento es el siguiente:

1)     Mariano Rajoy fue puesto a dedo por Aznar en la línea sucesoria. El partido lo asumió a regañadientes, pues todos conocían de sus defectos en liderazgo personal, reconociéndole eso sí su capacidad de gestor.
2)     Aznar sabía muy bien lo que hacía. Haber colocado a otra persona al frente del partido con mayor peso político, hubiera significado la renuncia total a la posibilidad de regreso. Un mediocre era la mejor baza para esos objetivos y con esa intención, no otra, colocó a Mariano en el sillón.
3)     Ya estuvo a punto José Mari de plantearse en las elecciones de 2011 encabezar el PP, pero se retuvo a tiempo a sabiendas de lo que se venía encima en el nuevo gobierno: recortes, ajustes estructurales, paro, deuda, déficit, etc., mejor dejárselo a Mariano que se coma el marrón y luego aparezco yo como salvador de la patria y del partido.

Estas pautas son de primero de política y pronto nos dimos cuenta de las verdaderas intenciones del  ex presidente. Ahora faltaba escenificar el asunto. Primero, derivando a Rajoy todos los posibles males y repercusiones de la trama Gürtel y los papeles de Bárcenas. Segundo, iniciando el debate interno de posiciones encontradas dentro del PP, contando para ello con la inestimable ayuda concertada de Esperanza Aguirre. Poco a poco las propuestas irían cayendo por su propio peso y bastaba que Aznar se acercara a una televisión en Prime Time para decirle a todos los españoles: “Estoy listo para la vuelta, porque el país se desangra”.

Dentro de la actual dirección del PP, Aznar cuenta con varios submarinos que se han mantenido en el puesto a la espera del momento oportuno, el día D hora H que le indique el jefe. La maquinaria dinamitera se ha puesto en funcionamiento y la lucha interna va a durar poco debido al grave desgaste del actual gobierno y a la pretendida fortaleza de un José Mari que ha sabido jugar sus cartas.



lunes, 20 de mayo de 2013

RELIGIÓN EN LAS AULAS.


La Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOCME), aprobada por el Consejo de Ministros del pasado viernes, inicia su tramitación parlamentaria que culminará allá por el mes de Octubre y está prevista su entrada en vigor para el curso 2014-2015.

Durante todo el periodo democrático hemos conocido una docena de Leyes de Educación (demasiadas), que han pretendido mejorar y avanzar el modelo educativo, pero que a la vez han intentado introducir algunos elementos discordantes basados en ideologías caducas. Este caso no iba a ser menos. El Partido Popular, rebuscando en el baúl de los recuerdos, ha tirado del elemento doctrinal para crear una discordia absurda y que pensábamos superada en una España moderna y del siglo XXI.

Dos son los motivos fundamentales de análisis en la propuesta de incorporar la asignatura de Religión como evaluable igual que las demás y ponderada en el cálculo necesario para la obtención de becas escolares.

El primero tiene que ver con la incongruencia de que en un Estado Laico se continúe enseñando en la escuela básica la religión. La fe es una cuestión personal e intransferible y no una cuestión de Estado. La Iglesia Católica ha debido plantearse hace tiempo, que la enseñanza de la doctrina católica debía realizarla en sus parroquias y centros religiosos y no en las escuelas públicas. Sus catequistas, cursillistas de cristiandad, beatos, monjas y párrocos, deberían ser los encargados de transmitir a sus fieles y a los que quisieran captar, la doctrina de la fe.

A pesar de que la mayoría de los españoles se declaren católicos, que no practicantes, no es motivo para romper la baraja del laicismo iniciado a finales de los 80 en este terreno. Bastaría con apuntar a los hijos/as en la parroquia para que reciban catequesis, al igual que otras confesiones religiosas lo hacen, evangelistas, musulmanes, testigos de Jehová, etc., sin implicar al sistema educativo de un país en dicha empresa.

El segundo elemento, tiene que ver con la incorporación de la evaluación de la asignatura para la media, evaluación que se sitúa al mismo nivel que las matemáticas, lenguaje, geografía o historia. Es decir, no sólo se enseña en los centros públicos sino que además tienes que estudiar a fondo porque sirve para nota media. Es decir, tanto monta que el alumno sepa trigonometría, cálculo o los mandamientos de la Ley de Dios.

Hemos retrocedido en el tiempo con esta propuesta, pero a tiempos pre-democráticos. Me han hecho recordar mi escuela básica, donde formábamos en fila todos los cursos antes de entrar a clase, nos hacían cantar el “cara al sol”, a las doce en punto suspendían la clase que tocara para el rezo del “ángelus”, y se rezaba en clase más que repetir la tabla de multiplicar.

No sólo hemos retrocedido en el tiempo, también en libertades y avances de una España para el siglo XXI, una España europea, acercándonos más a países totalitarios donde la religión con sangre entra, países a los que repudiamos permanentemente y, sin embargo, reproducimos sus esquemas de fundamentalismo religioso.

Es una auténtica Wertgüenza que el Partido Popular quiera introducir un cisma en el país a cuenta de la fe. La Conferencia Episcopal en lugar de aplaudirles debería de reprenderles, castigarles y mandarles una penitencia. Aunque de eso ya se encargará la ciudadanía cuando llegue la hora de votar.


sábado, 18 de mayo de 2013

LOS MALES DEL BIPARTIDISMO


Después de 35 años de democracia en nuestro país, muchas son las cuestiones a revisar de nuestro funcionamiento político. Como en cada situación de cambio, al pasar un determinado tiempo conviene hacer una evaluación global para detectar aquello que ha servido, con lo que nos ha ido bien, así como lo que no ha funcionado para intentar cambiarlo a mejor.

Si nos detenemos a analizar cada uno de los aspectos que no funcionan, la lista sería interminable y, posiblemente, nos alejaría de buscar el punto focal en dicha evaluación, ya que todos ellos tienen una raíz común: el bipartidismo PP-PSOE.

Ambos partidos han tenido periodos de gobierno, alternándose en el poder en todos los ámbitos de la administración: central, autonómica, provincial y local. Para ambos, la alternancia era la opción, no la alternativa. Mantener todas las estructuras de poder político y una administración gigantesca, les permitía un amplio escenario donde ubicar miles de puestos políticos que engrosarían la mamadera de lo público.

Ninguno de los dos partidos grandes (que no grandes partidos) han abordado, con rigor y velando por los intereses de todos, la necesaria reforma de la estructura política del Estado. Y no lo han hecho porque a ambos le ha ido y les va bien. Mantienen más de 8.000 ayuntamientos en España, cuando por ejemplo Brasil, con 200 millones de habitantes sólo cuenta con 5.300 municipios. Mantienen las Diputaciones Provinciales, entes que quedaron absorbidos en competencias al ponerse en marcha el mapa autonómico y que duplican inexplicable el gasto y estructuras públicas. Permitieron la creación de infinidad de mancomunidades, instituciones que se han convertido en un coladero de enchufes y mal gobierno. Asumieron como normal los estatutos autonómicos llamados de segunda generación, que vinieron a profundizar las asimetrías entre comunidades autónomas consolidando la desigualdad entre los servicios públicos a los españoles.

Pero eso a PP-PSOE les daba exactamente igual. Lo importante, lo realmente importante para ellos, es obtener el poder y distribuir miles de cargos públicos que, como bocas agradecidas, trabajen para mantenerse en el poder. Esa ha sido su única visión de Estado, su única vinculación con las estructuras políticas que no han usado para cambiar la realidad española y poner en marcha la previsibilidad de acciones políticas para la mejora social y económica, sino simplemente para permanecer en el poder.

Tanto daño nos ha hecho esto en el avance democrático en nuestro país, que por fin cada vez más ciudadanos captan el mensaje de que el discurso y el debate, al que nos han querido llevar, es ficticio. Ya hemos descubierto que no se trata de contraponer propuestas sobre determinados temas o asuntos claves (asuntos que ellos decidían si eran claves o no), sino de estar o no estar en el poder.

Detenerse a visualizar la gran cantidad de casos de corrupción, la ineficacia de la política económica, la pérdida de servicios sociales, la pésima gestión pública, los recortes en educación o sanidad, las propuestas de privatización, el contubernio con la iglesia católica, el paro general o el juvenil, sería entretenernos en los síntomas sin ver la causa.
Atacar de raíz la causa que ocasiona un país a la deriva significa acabar con el bipartidismo, erradicarlo de los ámbitos de poder, terminar con las estructuras empresariales y oficinas de colocación en las que se han convertidos ambos, para recuperar la dignidad.

Los políticos a los que elegimos son nuestros representantes en las instituciones, nosotros los ponemos y nosotros los quitamos. Es la quintaesencia de la democracia. Por eso, si realmente queremos cambiar la situación actual y avanzar en un desarrollo democrático, hemos de tomar la decisión firme de acabar con un bipartidismo dañino y autocomplaciente.

jueves, 16 de mayo de 2013

UNA EUROPA PROGRESISTA


A pesar del euroescepticismo lampante actual, he de confesar que siempre he sido un defensor de la idea de una Europa Unida. Una simple mirada a nuestra reciente historia (últimos 100 años) nos indica muchísimas razones para insistir en este empeño de paz, desarrollo y caminar comunes.

Construir la Unión Europea ya sabíamos que no sería una tarea fácil, demasiados intereses nacionales y pocos supranacionales. El avance podría darse en la medida en que los estados miembros apostarán realmente por políticas comunes, fiscales, financieras y, sobre todo, sociales, que hicieran real la convergencia entre los europeos. Sin embargo, lo que nos encontramos es algo absolutamente asimétrico, a las órdenes del sistema financiero, sobre todo de Alemania y otros países comparsa que apuestan por la Europa a dos o tres velocidades. Para las intenciones de los partidos más conservadores, cuanto más divididos y  más débiles sean las instituciones europeas, mejor.

Se hace vital la promulgación de la Constitución Europea y su desarrollo legislativo, así como la aplicación de políticas comunes. Es obvio que para ello ha de entregarse una buena parte de la llamada “soberanía nacional” a favor de la “soberanía supranacional”, pero con el actual panorama la empresa se presenta con demasiados obstáculos para su avance.

A nadie se le escapa que los intereses de las grandes transnacionales europeas, los grandes bancos y los que mueven el sistema financiero, apuestan por una Europa lenta, pesada, ineficaz, haciendo todo lo posible para que los europeos dejemos de sentirnos europeos y acabemos por nosotros mismos con el proyecto. Y esto es así, precisamente porque contar con una Europa Unida fuerte, progresista en lo social, lo laboral, lo cultural y controladora del sistema financiero y productivo, no es un buen negocio para ellos.

Las actuales estructuras de gobierno de la Unión Europea van quedando caducas. Ni el Consejo Europeo ni la Comisión, deberían permanecer tal cuales en una futura aplicación de la carta magna europea. Habría que aplicar la elección directa de la ciudadanía de una presidencia y del gobierno, quizás a través del Parlamento, que debe asumir mucho más protagonismo en el control de la aplicación de las políticas públicas y desarrollo de las leyes que emanaran de la Constitución.

Muchos piensan que lo ideal estaría en aplicar el modelo estadounidense, pero la realidad europea es mucho más compleja, comenzando por las lenguas y terminando por la historia de cada uno de los estados miembros. Sin embargo, aplicando todas las salvaguardas necesarias, sería un modelo a tomar en consideración si realmente queremos avanzar en la construcción de una verdadera Unión.

Por tanto, una Europa Unida y Progresista, sería fundamental para lograr un nuevo escenario apoyado por la población, frente a la actual manipulación que del proyecto se realiza desde las propuestas más conservadoras.



sábado, 4 de mayo de 2013

27% DE PARO.


Los datos de avance emitidos por el Consejo Europeo, indican que en el mejor de los casos España mantendrá el nivel del 27% de desempleo para el año 2014. Así muy a pesar de lo que nos cuente el Gobierno Español, nos mantendremos en un número de 6 millones y medio de parados en 2013 y 2014, sin saber muy bien cuáles serán las previsiones para los años siguientes.

La crisis económica generada en Europa por la políticas de austericidio, nos colocan en un escenario bastante imprevisible para el futuro mediato. Todos los datos nos indican que España se encuentra a punto de tocar fondo (elemento con el que todos soñamos), pero nadie es capaz de predecir cuánto tiempo estaremos en el fondo, es decir, cuándo empezaremos a salir del mismo.

Estabilizar la cifra de desempleo en torno a los 6,5 millones de desempleados (27’4%) puede significar el fondo de la desocupación española. El problema se concreta en saber cuándo comenzaremos a generar empleo en nuestro país.

En la comparación mundial sobre el desempleo, España ocupa el puesto 168 de 200 países. Todos los países de América Latina están por delante, así como todos los asiáticos. Solo un número reducido de países de África, Serbia y Bosnia Herzegovina, nos ganan en desempleo.

Resulta muy triste ver en los cuadros de desempleo mundial que España esté en la cola de todos los países, pero esa tristeza se traduce en grave preocupación cuando no sabemos la temporalidad para revertir esa situación ni las medidas concretas que se aplicaran para ello.

De momento, el Gobierno español ha anunciado los datos macro económicos sin ofrecer ningún tipo de alternativa, ha tirado la toalla y pareciera como si se desentendiese del asunto mirando permanentemente a Europa para poner cara al culpable. A nadie se le escapa que los errores los hemos cometido en casa y que las políticas que emanan de Europa son apoyadas, votadas y asumidas por nuestro Gobierno. Así que no vale mirar para otro lado.

Si nos mantenemos por un periodo superior a diez años en ese pozo tremendo del desempleo, el consumo continuará cayendo, el ahorro será muy escaso, peligrarán los ingresos para mantenimiento de las pensiones de jubilación y el país estará sumido en una desesperanza muy parecida a la vivida en los años 60 donde la emigración era la única salida a la misma.

Es claro que hay que cambiar radicalmente de política económica potenciando el crecimiento sostenido y racional del empleo. Si no se acometen de forma urgente reformas en el modelo económico, institucional y financiero, nuestro país consolidará el mayor fracaso de nuestra democracia.