Se ha cumplido un año
desde la conformación del gobierno de coalición entre el PSOE e Izquierda Unida
en Andalucía. Un año que presenta más sombras que luces en la gestión del
ejecutivo andaluz y que varios analistas ya han considerado como un año
perdido. A mi juicio, cuatro han sido los elementos que dan lugar a dicha
afirmación.
En primer lugar, que
ambos partidos han considerado al gobierno andaluz como un bastión dentro del
mapa español para el enfrentamiento directo con el gobierno central. No se
puede gobernar una institución tan amplia como la Junta de Andalucía pensando
permanentemente en sacar rédito político de su acción frente al Partido
Popular.
En segundo lugar, el
PSOE está situado en un escenario de recuperación nacional desde el bastión de
Andalucía, mientras IU pretende mostrarse a nivel nacional como una fuerza con
capacidad de gobernar. Ambos representan hoy en sus fuerzas políticas la
referencia básica para los avances de sus partidos.
En lo ejecutivo,
tercera apreciación, durante este año Andalucía no ha avanzado nada. Pareciera
que se ha tardado todo un año en hacerse con la dinámica de funcionamiento de
gobierno, conocer sus claves, poner en marcha la maquinaria de gestión
compartida, sin haber puesto en valor iniciativas clave para un periodo de
grave crisis.
Por último, algunos
fracasos sonados como la inútil comisión de investigación de los Eres, un
verdadero escándalo parlamentario, caso Invercaria, incremento exagerado del
desempleo en Andalucía, falta de políticas de incentivos económicos, recortes
en Educación y Sanidad, permanencia de infinidad de institutos, empresas
públicas, fundaciones, observatorios, etc., que continúan siendo un lastre de
la administración andaluza.
Izquierda Unida cree
haber encontrado un filón con el decreto sobre la vivienda como golpe de
efecto, pero no sólo asume la gestión nefasta del gobierno del que forma parte
sino que además ni siquiera pone sobre la mesa aspectos que eran irrenunciables
y firmados ante notario como la reforma de la ley electoral en Andalucía y su
opción clara por levantar las alfombras, tan cacareada en la campaña electoral.
Una vez en el gobierno parece que las cosas se ven de otra forma, que lo que
era irrenunciable se vuelve tímido y negociable.
Andalucía ha perdido un
año en Planificación Estratégica tan necesaria para combatir una situación de
crisis económica y desempleo. Un diseño a medio y largo plazo que permita a los
andaluces visibilizar algunas posibles salidas. Es necesaria y urgente la diversificación
de nuestro tejido productivo y económico, la incorporación de nuevas propuestas
de desarrollo.
Andalucía precisa de
políticos que piensen “en” los andaluces no “por” los andaluces. Ambos partidos
se empeñan en arrogarse lo que tenemos que pensar y se olvidan de que
simplemente (ni más ni menos) están al frente de una institución para
desarrollar políticas públicas, no para utilizarla como cabeza de puente en su
carrera de enfrentamientos interesados. El Pueblo Andaluz necesita un punto de
referencia estratégico y no estrategias partidistas para recuperar la Moncloa.
Un año perdido.