Durante demasiado
tiempo, nuestra clase política viene confundiendo las elecciones con
democracia, o viceversa. Todos sabemos que ambas palabras significan cosas
distintas. Si bien la democracia debe llevar implícitas las elecciones directas
por el pueblo, no es cierto que la elección popular lleve implícita la
democracia.
El problema fundamental
que se ha dado en nuestra reciente historia política ha sido la apropiación por
parte de los partidos políticos (sobre todo los dos mayoritarios), de la
democracia, dejando implícita como una participación de la ciudadanía la
llamada a las urnas para luego hacer y deshacer a su antojo, la mayor parte
incumpliendo su propio programa electoral y trasladando a la ciudadanía un
sentimiento de frustración y desafección hacia lo político que siempre han
utilizado en beneficio particular.
La democracia no
significa en exclusividad el poder votar libremente. Implica un rendir cuentas
permanente de lo que se está haciendo, una transparencia total sobre la gestión
de los fondos que son de todos, una separación de poderes clara y nítida, una
honradez manifiesta en la gestión y un contacto permanente con la realidad y
problemas que vive la población. Alejarse de todo ello, refugiándose en un
resultado electoral obtenido la mayor parte de las veces con mentiras
manifiestas, significa horadar en sus entrañas los principios rectores de la
democracia.
En nuestro siglo XXI,
España ha ido perdiendo capacidad democrática a pesar de poder elegir a
nuestros representantes políticos, llegando el momento imprescindible de
plantearnos la necesidad de Democratizar la Democracia que tenemos.
Ello implicaría, un
funcionamiento totalmente laico del Estado, un control del poder político sobre
el económico, una mayor participación de la ciudadanía, que de verdad seamos iguales ante la Ley, que los gobiernos
piensen en las futuras generaciones y no en las próximas elecciones.
Democratizar la
Democracia, implica también que haya separación real de poderes, siendo el
judicial independiente de los partidos políticos, implica una reforma electoral
que permita que el voto ciudadano siempre cuente, una transparencia total de
las instituciones con acceso a la información de los ciudadanos, unos medios de
comunicación que no estén comprados por los poderes políticos y económicos, con
una información veraz. La igualdad debe ser el eje central del sistema entre
todos los ciudadanos del país, sin diferencias según el territorio donde
habiten.
Si nuestros políticos
no se dan cuenta de la necesidad de Democratizar la Democracia, estarán cometiendo
un error mayúsculo contribuyendo a alejar cada vez a los ciudadanos de los
intereses comunes a gestionar por el sistema que nos hemos dado. Claro que
igual es eso lo que les interesa.
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