Susana Díaz se ha
convertido en la Presidenta de la Junta de Andalucía cargando con la herencia
de Griñán y gracias a los votos de Izquierda Unida. Como su mentor, no ha
pasado por las urnas para la elección y los andaluces ni pinchan ni cortan a la
hora de elegir la presidencia de su máximo órgano rector. Después de más de 30
años de gobiernos socialistas en Andalucía, una mujer asume las riendas del
gobierno (ya han tardado) y reclama para ella un tiempo nuevo para ejecutar las
políticas que necesita Andalucía, con un talante distinto y con transparencia,
lucha contra la corrupción y fomento del empleo (¿les suena?).
Con una Izquierda Unida
entregada a su propia estrategia del “Sorpasso”, sosteniendo al PSOE para ver
por dónde le puede hacer más daño en el futuro inmediato, la presidenta tiene
los días contados. De momento conformando un gobierno que no contentará a los
propios socialistas, profundizando sus diferencias entre las “familias” y
poniendo en peligro el patio trasero de un partido torticero, antiguo,
cortijero y lleno de prebendas provinciales. En lo inmediato, negociando unos
presupuestos con Izquierda Unida bajo el paraguas del 1% impuesto por el
gobierno central como endeudamiento y que pondrá en peligro la continuidad de algunas
políticas sociales.
A pesar de la anodina e
inexistente oposición del Partido Popular, que se mantiene amordazado por su
propia corrupción, en Andalucía no se respira un clima de apoyo ni al PSOE ni a
Susana Díaz como presidenta. A la desafección generalizada hacia la política se
le suma que nadie la ha votado directamente como candidata y la visión de que
se repite el chanchullo de herencias a dedo que tanto molestan a los electores.
Tiene la intención la
presidenta de agotar la legislatura, es decir, culminarla en marzo de 2016,
aunque muchos dentro del PSOE opinan que lo ideal sería convocar elecciones en
Andalucía para hacerlas coincidir con las europeas, de tal forma que se evite
la caída prevista del PSOE a nivel nacional. Otros opinan que incluso antes, el
28F, podrían convocarse para ir repuntando poco a poco la debacle socialista.
Todos los movimientos y estrategias tienen que ver con la situación del PSOE a
nivel nacional, utilizando de nuevo Andalucía para sus objetivos internos de
partido.
Lo que realmente
necesitamos en Andalucía no es un frente contra el gobierno central sino la
aplicación de políticas públicas que afronten nuestros problemas enquistados
desde hace mucho tiempo. Un Plan Estratégico para el Desarrollo, diversificado
y con efectos medibles a corto, medio y largo plazo; la disminución de la
administración paralela en la Junta de Andalucía; la Reforma de la Ley
Electoral y la mejora de nuestra Sanidad y Educación. Mucho me temo que la
presidenta, independientemente de su condición de mujer, seguirá por los cauces
marcados por su partido durante tanto tiempo y que no pondrá en prioridad uno
los problemas reales de los andaluces sino los intereses de su partido. El
poder por el poder simplemente continuará haciendo daño.
No hay comentarios:
Publicar un comentario