sábado, 23 de agosto de 2014

RETOS EN POLÍTICA EXTERIOR: PODEMOS CAMBIARLA.


Durante todo el periodo de nuestra democracia, la política exterior española ha sufrido un sinfín de avatares, propuestas de cambios nunca realizados y gastos suntuosos puestos más bien al servicio de las grandes empresas privadas que a los intereses del propio Estado. Es por ello que apunto algunas sugerencias que pueden tenerse en cuenta como guión para elaborar una Política Exterior y de Cooperación alternativa a los intereses de una casta gobernante, empresarial y comercial, para recuperar esencias perdidas en este devenir interesado.

En primer lugar, tendrían que redefinirse los objetivos en las relaciones internacionales y de cooperación. España ha abandonado demasiado espacio de hermandad histórica con los países de América Latina y perdido peso en avances comunes relacionados con la cultura, lo social, lo económico y la cooperación al desarrollo. Formamos parte de una historia común que tiene que ser reforzada desde posiciones de igualdad, respeto mutuo y trabajo en común, no desde la imposición ni convirtiendo nuestras embajadas en agentes comerciales al servicio de los intereses de las multinacionales españolas. Fomentar la colaboración Norte-Sur, pero también profundizar los espacios que nos posibilita las relaciones Sur-Norte.

Para ello, habría que tomar un buen número de medidas de las que adelanto las siguientes como posibles:
-       Redefinir el organigrama central del Ministerio, reduciendo personal, gastos suntuosos y logrando mayor eficacia y calidad.
-       Eliminación de sedes subalternas, edificios no principales y reducción de gastos en viajes, dietas y complementos.
-       Definir indicadores verificables al trabajo realizado en las Embajadas y Consulados.
-       Reordenación de la Escuela Diplomática.

En Cooperación al Desarrollo, nuestro país debe abandonar en lo posible las cooperaciones bilaterales (gobierno a gobierno), para centrarse en propuestas que ayuden a los pueblos en procesos endógenos de mejora social. Se ha comprobado que el 90% de las ayudas bilaterales no cumplen sus objetivos, mientras que al contrario, el 90% de las ayudas a través de ONGD alcanzan los objetivos previstos.
En este campo habría que tener en cuenta:
-       Suspender cualquier tipo de relación con los gobiernos que violan sistemática u ocasionalmente los Derechos Humanos, no así con sus pueblos.
-       Ampliar nuestra capacidad de solidaridad en Cooperación con la dedicación del 0’7% del PIB, según la recomendación de Naciones Unidas.
-       Anular los condicionamientos de la ayuda o la vinculación de esta con intereses comerciales privados o públicos.
-       Revalorizar la presencia de las ONGD españolas como referente clave de la Marca España.



En los Organismos Internacionales, España debe mantener una presencia activa y no de mero acompañante a decisiones tomadas en terceros lugares: UE, OTAN, EE.UU, etc., estableciendo objetivos verificables y de calidad, asumiendo prioridades de Paz, Solidaridad y defensa del planeta.

Solo con estos tres enunciados, insisto a modo de borrador/sugerencia, nuestra política exterior puede producir en cambio de 180 grados, significando una auténtica revolución sobre la situación actual. Es cierto que muchísimos intereses de nuestra casta empresarial, comercial, política y diplomática se opondrán con ferocidad a estos cambios, por lo que el pueblo debe asumir la batuta del vuelco en este sector. 









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