A nadie se le escapa que el
verano siempre ha sido época de relax, con vacaciones o sin ellas, donde los
temas que nos preocupan bajan sus decibelios para dar cobijo a los tintos de
verano, las tapas, playa o piscina, paseos y reuniones con familiares y amigos.
Sin embargo, estoy notando en este agosto tórrido que las preocupaciones del
personal sobre el futuro inmediato de nuestro país no han desaparecido de las
conversaciones en cualquier lugar donde las mismas se produzcan.
Básicamente, se habla de la mala
situación en el empleo, el desastre del paro juvenil, los contratos temporales,
estacionales y basura, la escasa realidad de los anuncios de la salida de la
crisis que pregona el PP, de los continuos ataques a los servicios públicos en
sanidad y educación, los altos impuestos que pagamos y sobre todo, se habla de
PODEMOS.
No hay lugar, charla ni programa
de televisión, donde no se hable del fenómeno de esta formación política que ni
siquiera está constituida aún como partido, cosa que realizará en Octubre con
el moreno desaparecido de la piel y cuando hayamos guardado en el armario los
pantalones cortos y las chanclas como indumentaria.
PODEMOS es, hoy por hoy, el tema
favorito de conversación. Y es que todas las movilizaciones y reivindicaciones
plasmadas en las protestas en la calle por infinidad de mareas,
manifestaciones, marchas y demandas de servicios públicos de calidad sin
recortes, están dirigiendo su esperanza hacia una formación que recoja
políticamente el compromiso de un cambio real para este país. Las encuestas del
CIS y sondeos de Metroscopia, también ayudan a que se hable de PODEMOS, pues
aparecen con claridad como la tercera fuerza política en intención de voto,
dejando muy lejos a Izquierda Unida y a UPyD.
Mientras los partidos viejos y
los nuevos tradicionalistas continúan hablando de reformitas y regeneraciones,
poco útiles para los cambios que precisamos, las propuestas de PODEMOS
comienzan a calar en la gente que observa los ataques inmisericordes que recibe
la formación morada, siendo un acicate más para recoger simpatías. Cada
insulto, cada intento de descrédito, se convierte en un crecimiento de la
simpatía hacia la nueva opción.
PODEMOS tiene un reto
extraordinario: ser capaz de organizarse de forma tal que la ciudadanía
entienda y comprenda su idoneidad para realizar las tareas de gobierno para la
transformación real de este país. Todo lo anterior está caduco, ha perdido
interés para los electores por ser los mismos de siempre, aunque cambien
algunas caras y algún discurso. Por eso, PODEMOS debe ampliar la concreción de
su programa y las posibilidades de participar en la opción alternativa sin
sectarismos ni ortodoxias.
En este verano aciago, donde
muchos se esmeran por lavarse la cara y retocarse un poco, PODEMOS comienza a
vertirse de los píes a la cabeza para terminar con la ignominia.
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