domingo, 28 de diciembre de 2014

LOS CONFLICTOS DE 2015.


La política internacional en el año que termina, nos ha dejado bastantes señales sobre cuáles serán los temas que, a nivel global, nos mantendrán ocupados y preocupados en el año entrante.

2015 se presenta como el año definitivo para comprobar si la expansión del Estado Islámico continúa o, por el contrario, es controlada y menguante. Muchos intereses están en juego en el conflicto, desde la situación en Siria al control de los pozos petrolíferos de Irak, desde las empresas que suministran armas a uno y otro lado hasta las repercusiones que pueda tener para Israel y la causa Palestina. Después de los movimientos golpistas (con aquiescencia internacional) en Egipto, que truncaron la opción democrática de un gobierno de los Hermanos Musulmanes, pasando por los contradictorios resultados de las “primaveras árabes” en todos los países, excepto en Túnez, así como el descabezamiento de Al Qaeda, la opción del ISIS aúna las voluntades de más de cien mil yihadistas con un propósito común: recuperar el Califato de sus antepasados.

Tras el asunto del Estado Islámico, que coloco en primer lugar por orden de importancia y preocupación, he de situar la pandemia del Ébola que ni mucho menos hemos de dar por controlada. Las muertes a día de hoy alcanzan las 7.500 personas y más de 16.000 están infectadas en aislamiento en los cinco países mayoritariamente afectados por el virus. Y aunque los protocolos aplicados a nivel internacional parece que han funcionado, no es menos cierto que el peligro de una explosión vírica pueda desencadenar una de las peores crisis sanitarias de la historia reciente. Si la comunidad internacional no actúa con celeridad y con recursos para frenar la expansión del virus podemos encontrarnos ante un grave problema para la humanidad.

El petróleo se coloca como tercer tema a tener en cuenta, ya que sus altibajos siempre provocan consecuencias tanto a los países productores como consumidores. Los miembros de la OPEP verán caer sus ingresos por la bajada del precio del barril de crudo, lo que implicará serios reajustes económicos en algunos de esos países, especialmente en Angola, Venezuela, Ecuador y Nigeria, mientras se mantienen los países árabes a duras penas. También afectará a otros productores como Brasil, Estados Unidos y Rusia. Los hidrocarburos mantendrán su precio actual o bajarán incluso un poco más, alentando así el consumo que continuará desequilibrando las consecuencias del cambio climático.

Por último, un reguero de conflictos “menores” que amenazan la paz y la seguridad mundial, entre los que merece la pena resaltar la cuestión de Ucrania y Rusia no resuelta hasta el momento, la inestabilidad de varios países en África, como Burkina Faso, Mali y Guinea, el eterno conflicto israelo-palestino, las correosas relaciones con Corea del Norte o los procesos de enriquecimiento de uranio en Irán.

Todo lo anterior, junto, nos presenta un panorama poco esperanzador sobre la pacificación mundial y la necesaria armonía para mantener un planeta finito. Mientras los poderes fácticos estén concentrados en el poder financiero, poco margen tendrán los políticos para reorientar hacia un camino libre de conflictos.


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