Sobrecogido por la noticia del
fallecimiento de Carlos Villegas, un gran amigo boliviano con quien compartí
desde 2004, me apresuro a escribir unas líneas desde España con el deseo para
su familia de fortaleza en estos momentos tan difíciles.
De mi relación con Carlos,
quisiera destacar algunos aspectos que me parecen bastante relevantes. En
primer lugar, sus dos grandes preocupaciones y ocupaciones. De un lado sus
hijos, de los que estuvo pendiente en todo momento y con los cuales pudimos
compartir en varias ocasiones. Por otro, la empresa estatal YPF de Bolivia,
donde en todas nuestras conversaciones dejaba de manifiesto su implicación en
la mejora para obtención de beneficios, a sabiendas de que era un gran aporte
económico para el Estado y que posibilitaría la puesta en marcha de políticas
públicas sociales para el bien común del pueblo boliviano.
Desde nuestro primer encuentro en
España, en el marco de la precampaña de 2005, donde por cierto agarró una
neumonía que le obligara a hospitalizarse en La Paz a su regreso, hasta nuestra
última conversación antes de entrar a quirófano en Santiago de Chile, siempre
nos pudimos reconocer como grandes amigos.
Para mí, además de amigo, Carlos
Villegas ha sido un Patriota (con mayúscula). Desde el primer momento se situó
en la apuesta por el cambio y compartimos tantas reflexiones sobre las
prioridades, la necesidad de cambiar algunas cosas para ser más eficaces,
lluvia de ideas que provocaron muchas propuestas nuevas, adornado todo ello de
una sencillez, camaradería y amistad, que muchos de ustedes podrían considerar
envidiable.
En estos momentos tan difíciles,
sabiendo lo que ha padecido en los últimos meses, quiero quedarme con su
amistad irrenunciable e incondicional. En España éramos muchos los que le
queríamos, porque como saben bien los que le conocían, Carlos sabía hacerse
querer, por su forma de ser y su ternura. Por eso nunca olvidaremos su
tenacidad sensible y le tendremos siempre presente.
Bolivia ha perdido un
revolucionario, firme y comprometido. Pero no se ha ido hasta que el Presidente
tomará posesión, como un último gesto de compromiso, encontrando en Chile su
muerte. Bolivia le debe mucho a Carlos Villegas y, en concreto, el poder
ejecutivo con su Presidente al frente. Con personas como Carlos el cambio no
sólo es posible sino contundente.
Yo sólo me despido de un gran
amigo, de esos que uno tiene pocos en la vida, y reitero a su familia un abrazo
de los muchos amigos que Carlos Villegas supo y quiso mantener en España. Bolivia
está de luto.
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