Mucho se está hablando de la
repercusión negativa sobre las economías de países productores de
hidrocarburos, especialmente sobre Rusia y Venezuela, pero muy poco, o casi
nada, sobre su repercusión en un país cercano como Argelia, situado a 150
kilómetros de distancia, cuyo gas entra en España y Europa a través del
gaseoducto marino.
Argelia es un país absolutamente
dependiente de la exportación de recursos energéticos. El 97% de sus
exportaciones y el 40% de su Producto Interior Bruto (PIB), dependen de ellos.
Es el tercer productor africano, detrás de Nigeria y Angola, y de todos los
países miembros de la OPEP, es el más dependiente de los ingresos en divisas
por sus exportaciones.
Haciendo memoria de la
importancia de la llamada “primavera árabe”, en países como Túnez, Libia y, en
menor medida, en Marruecos, hemos de recordar que en Argelia prácticamente pasó
desapercibida, fundamentalmente por la puesta en marcha de una serie de
subsidios gubernamentales que acallaron muchas demandas sociales de la
población argelina. Ese aumento del gasto social en Argelia ha tenido una
importancia tremenda a la hora de gestionar la pacificación de la “primavera
árabe”, pero también en sus arcas del estado, que se han colocado en un déficit
cercano a los 10.000 millones de dólares y que sufrirá un incremento del mismo
en 2015 de un 13%.
Los precios a la baja de los
hidrocarburos estrangularán la entrada de divisas y el gasto social va a
disminuir inexorablemente. Mucha de la población subsidiada dejará de recibir
ayudas y la adquisición de productos básicos será puesta en peligro para la
mayoría de los argelinos. Esta situación puede traer revueltas importantes en
Argelia, quizás retomando su “primavera árabe” no realizada o acallada en su
momento.
Uno de los errores que más se le achaca a las autoridades argelinas, es el no haber sabido introducir una diversificación de su economía en las exportaciones que fuese disminuyendo la absoluta dependencia de los hidrocarburos. Esta es la diferencia fundamental con otros productores, a excepción de Arabia Saudí o Qatar, que pueden soportar precios bajos del barril de petróleo durante mucho tiempo, aun siendo dependiente en absoluto de su producción y exportación.
Ya comienzan a alzarse voces de
protesta en Argelia, a sabiendas de la repercusión inmediata sobre la
disminución considerable de su gasto social para no caer en bancarrota y no
sería de extrañar que en breve plazo puedan darse revueltas sociales de
gravedad. También hemos de tener en cuenta que en Argelia se ha venido dando
una recuperación de los grupos islamistas reprimidos que apoyaron con fuerza la
aparición del GIA (Grupo Islámico Armado) y del FIS (Frente Islámico de
Salvación), que fuera declarado ilegal en marzo de 1992.
Todas estás variables pueden
cruzarse para que Argelia sufra un cambio radical en su actual situación
pacífica en el norte de África.
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