El escenario político se va a
modificar este año en todos los procesos electorales que en él se celebran. Ha
comenzado con las Andaluzas, continuará con las municipales y autonómicas,
cerrando el ciclo con las generales. El dibujo que se proyecta sobre el tablero
político, nos indica un final del bipartidismo claro, quedando el mismo con
cuatro partidos que se acercarán más o menos al 20% (80%), quedando el restante
20% para el resto de partidos.
Este nuevo escenario se
consolidará este año, rompiendo la nefasta tradición española de gobiernos
mayoritarios, monocolores y muy poco transparentes. Sin embargo, esta realidad
de juego político se está dando en bastantes países europeos desde hace
muchísimo tiempo. Un ejemplo de ello siempre ha sido Italia, donde los
gobiernos multipartidistas han sido la norma y no la excepción. Los países
nórdicos también tienen fuerte tradición en este tipo de gobiernos de colación,
que sin duda han ayudado a contar con una mayor fiscalización interna de las
políticas gubernamentales y ha esclarecido el trabajo de la oposición.
Llama la atención que en estos
países la lógica no consistiera en un bipartidismo fuerte, ni siquiera en
cuatro fuerzas que se distribuían el 80% del electorado, sino que la dispersión
del voto a diversas opciones colocara el tablero como cosa de ocho partidos en
torno al 10% de los votos (otra vez el 80), y varios que se repartían el 20%
restante. En las componendas para formar gobierno entraban al menos cuatro de
los partidos mayores y no menos de dos pequeños. Es decir, se podría formar
gobierno con representantes de hasta seis fuerzas políticas.
Podríamos poner en cuestión
algunos asuntos menores de las políticas públicas en estos países, pero nadie
puede negar su fuerte estabilidad democrática, la asunción ciudadana de que el
voto disperso no implica que sea un voto inútil y que la diversidad de
propuestas ha enriquecido y consolidado una forma de gobernar muchísimo más
transparente e institucional que la que vivimos en nuestro país.
España es muy posible que se esté
dirigiendo hacia este modelo de tablero. Ahora se consolidan cuatro fuerzas
políticas, pero los desgastes y declives pueden ir favoreciendo la aparición de
nuevas propuestas que ocupen su espacio en la política nacional, autonómica y
municipal, haciendo mucho más diverso el espectro partidario de los electores.
No hay que tenerle miedo a ese
escenario, más bien habría que ir trabajando para que el mismo se diera.
Tendríamos políticos mucho más cercanos a la realidad concreta de la gente, las
posiciones políticas en parlamentos y plenos serían mucho más enriquecedoras
que las apisonadoras a las que nos tienen acostumbrados y obligaría a los
partidos a estar mucho más pendientes de sus electores, pues estos pueden
cambiar el voto en cualquier momento al tener suficientes ofertas y diversidad
para hacerlo.
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