A menos de un mes de las
municipales y autonómicas, mirando de reojo a la fecha de las generales, España
vive sumida en un ir y venir a las urnas que puede traer algunas sorpresas en
la composición de los órganos de poder institucional, sin por ello torpedear
las líneas de flotación del capitalismo financiero.
Las políticas económicas que se
aplican en la Unión Europea están manejadas por los expertos, quienes diseñan,
elaboran, ordenan y ejecutan todo un arsenal de medidas para que el desarrollo
económico, político y social este atado y bien atado según los intereses del
sistema financiero. En este contexto, el eslabón más débil de Europa siguen
siendo los votantes, ya que aunque se celebren elecciones, la función de las
mismas sería solamente la de confirmar la acción de esos expertos.
Obviamente, eso continuará siendo
así de no producirse un vuelco electoral en toda Europa que determine un cambio
de rumbo y coloque a la economía bajo las órdenes del poder político y social y
no al contrario, como viene sucediendo. Y cuando hablo de vuelco no me refiero
a pequeñas propuestas reformistas de cambio tranquilo, pues incluso ese
escenario está contemplado por los expertos diseñadores. En momentos de grave
crisis como la actual, utilizan a “Partidos Tránsito” como articuladores de
algunas mejoras en la situación que intentarán revertir en el momento que les
sea posible.
Estos partidos transitorios
encuentran nicho electoral aprovechando una pésima gestión de los anteriores
gobernantes, innumerables casos de corrupción y presentando algunas propuestas
para suavizar el mazazo que el boxeador del capital te pega directamente en el
mentón. Son propuestas para suavizar y no para esquivarlo cambiando las reglas
del juego y aceptando que son parte del espectáculo reformista. Los del
recambio tranquilo hacen el juego a los expertos.
Por lo tanto, las alternativas
tienen que venir de nuevas propuestas políticas que rompan con una dinámica de
la sumisión a los mercados e implanten nuevas reglas y normas. Sobra decir que
dichas alternativas deberían darse en todo el contexto europeo para lograr un
cambio significativo en la aplicación de las políticas económicas y sociales,
pero no es menos cierto que para que ello se dé tienen que producirse los
cambios a niveles de los estados miembros. Grecia es un reflejo de ese posible
cambio real que debería ser acompañado, más temprano que tarde, por otros
países europeos.
En España la clave estará en el
cambio real en las elecciones generales, pero también hemos de contemplar el
mismo en las próximas municipales y autonómicas del 24 de mayo, como una paso
de introducir las propuestas alternativas en los municipios y en las
autonomías. Para que esto se produzca, el elector ha de tomar conciencia de su
poder para perpetuar un régimen financiero manejado por los expertos o para
promover un cambio en las reglas del juego.
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