jueves, 30 de abril de 2015

ELECCIONES.


A menos de un mes de las municipales y autonómicas, mirando de reojo a la fecha de las generales, España vive sumida en un ir y venir a las urnas que puede traer algunas sorpresas en la composición de los órganos de poder institucional, sin por ello torpedear las líneas de flotación del capitalismo financiero.

Las políticas económicas que se aplican en la Unión Europea están manejadas por los expertos, quienes diseñan, elaboran, ordenan y ejecutan todo un arsenal de medidas para que el desarrollo económico, político y social este atado y bien atado según los intereses del sistema financiero. En este contexto, el eslabón más débil de Europa siguen siendo los votantes, ya que aunque se celebren elecciones, la función de las mismas sería solamente la de confirmar la acción de esos expertos.

Obviamente, eso continuará siendo así de no producirse un vuelco electoral en toda Europa que determine un cambio de rumbo y coloque a la economía bajo las órdenes del poder político y social y no al contrario, como viene sucediendo. Y cuando hablo de vuelco no me refiero a pequeñas propuestas reformistas de cambio tranquilo, pues incluso ese escenario está contemplado por los expertos diseñadores. En momentos de grave crisis como la actual, utilizan a “Partidos Tránsito” como articuladores de algunas mejoras en la situación que intentarán revertir en el momento que les sea posible.

Estos partidos transitorios encuentran nicho electoral aprovechando una pésima gestión de los anteriores gobernantes, innumerables casos de corrupción y presentando algunas propuestas para suavizar el mazazo que el boxeador del capital te pega directamente en el mentón. Son propuestas para suavizar y no para esquivarlo cambiando las reglas del juego y aceptando que son parte del espectáculo reformista. Los del recambio tranquilo hacen el juego a los expertos.

Por lo tanto, las alternativas tienen que venir de nuevas propuestas políticas que rompan con una dinámica de la sumisión a los mercados e implanten nuevas reglas y normas. Sobra decir que dichas alternativas deberían darse en todo el contexto europeo para lograr un cambio significativo en la aplicación de las políticas económicas y sociales, pero no es menos cierto que para que ello se dé tienen que producirse los cambios a niveles de los estados miembros. Grecia es un reflejo de ese posible cambio real que debería ser acompañado, más temprano que tarde, por otros países europeos.

En España la clave estará en el cambio real en las elecciones generales, pero también hemos de contemplar el mismo en las próximas municipales y autonómicas del 24 de mayo, como una paso de introducir las propuestas alternativas en los municipios y en las autonomías. Para que esto se produzca, el elector ha de tomar conciencia de su poder para perpetuar un régimen financiero manejado por los expertos o para promover un cambio en las reglas del juego.




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