viernes, 18 de junio de 2010

OTOÑO CALIENTE.

Se acerca peligrosamente el verano, momento para relajar tensiones, y lo único claro que aparece en el horizonte político es que Zapatero no adelantará las elecciones generales para hacerlas coincidir con las Catalanas. A esta conclusión no ha llegado el presidente del gobierno solito, sino que han tenido que ayudarle los representantes de CIU, que le han puesto como condición a apoyar sus reformas parciales del mercado laboral la próxima semana, que de ninguna manera haga coincidir ambas elecciones. Considero un tiempo perdido de gran importancia que todo el verano España se mantenga en un espacio muerto en cuanto a su gobernabilidad, continuando con el descrédito generalizado que provocamos en Europa y en el Mundo en general. Zapatero sigue echando sus cuentas electorales, asesorado por la impresionante máquina de marketing político de su partido, y va a intentar jugar todas sus bazas. A la vuelta de las vacaciones, o quizás antes de las mismas, se va a dejar caer con un cambio importante en los miembros de su gobierno, en un intento de lavar su propia imagen y colocando al frente de los ministerios importantes a pesos pesados del partido, a fin de demostrar que no todo está perdido y de mostrar una foto de borrón y cuenta nueva, como si quisiera volver a iniciar la jugada. La clave del adelanto electoral, una vez más, está en Cataluña. Si CIU gana las elecciones y obtiene la presidencia, su posicionamiento será de mantener al gobierno de Zapatero para “sacarle” todo lo que pueda y más en la negociación de presupuestos. Si las elecciones catalanas dan como resultado la opción actual de tripartito y CIU queda fuera de su gobierno, su posición de fuerza ante la no aprobación de los presupuestos generales del estado para 2011, podría llevar a un adelanto electoral inminente. Este podría ser para febrero o, en un intento de agotar sus opciones de mejora electoral, aguantar hasta las elecciones municipales y autonómicas de mayo, con el argumento de que hay que ahorrar en gastos electorales. Sea como fuera, los únicos perjudicados en este envite somos los españoles. El descrédito de nuestro país cae en picado y actualmente estamos al borde del abismo económico, con una posible intervención anunciada por parte de la Unión Europea, porque aunque no seamos Grecia ya han dejado claro los gobiernos fuertes del área que sí somos España. Los pagos de la deuda en los próximos meses, el incremento del desempleo al terminar la temporada estival y el asunto presupuestos, nos presenta un otoño caliente.

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