A raíz de la edición
del ensayo del mismo título por Moisés Naím, no puedo dejar pasar la oportunidad
de plasmar algunas reflexiones que considero de vital importancia en el tiempo
que nos ha tocado vivir. Estamos sometidos a una carga extra de stress que
procede fundamentalmente del campo de la política y del sistema financiero. En
realidad esa presión no es casual sino que forma parte de la esencia y raíz de
una concepción del mundo y sus relaciones geoestratégicas que pierden eficacia sobre
una humanidad más libre, informada y comprometida.
Los partidos políticos
están viendo como cada día cuentan con mayor desprecio por parte de la
ciudadanía en general y, con ello, un descrédito de las instituciones públicas
donde ejercen su acción política. La ciudadanía va buscando nuevas formas de
organización y representación alejadas de las tradicionales, con partidos
estancados en pequeñas oligarquías que lo deciden todo, cerrados y vetustos.
Van perdiendo poder y eso no pueden permitírselo. Inventarán mil maneras de
mantenerse y aferrarse al poder y les da miedo el descubrir que los ciudadanos
ya no creen en ellos a pié juntillas como antaño. Su capacidad de maniobra está
perdiendo impunidad al tiempo que la información llega a la población y las redes
sociales hostigan cada minuto.
La alianza entre el
poder político y el sistema financiero (cuya mayor expresión es la City) ha
sufrido un severo varapalo a raíz de la crisis reciente, dejando al descubierto
las vergüenzas del alejamiento de intereses sociales y generales, prevaleciendo
los intereses particulares y económicos. Bajo un falso paraguas de liberalismo social,
lo que realmente están dibujando es un escenario de neo conservadurismo a
ultranza. La alianza economía-política viene marcando las directrices mundiales
desde inicios del siglo pasado y no están dispuestos a perder su capacidad de
imposición global.
Todo esto se puede
venir abajo, o al menos recomponerse, si la ciudadanía actúa de forma
inteligente, apoyando nuevas opciones políticas que cercenen esta absurda
dinámica. Partidos y agrupaciones políticas realmente sensibles al bien común y
capaces de abordar la necesaria reestructuración bajo el control político de
las acciones económicas. El principal reto en la busca de la felicidad humana,
del vivir bien, del buen gobierno, líneas de las que nunca debieron alejarse
los gestores de lo público.
Hoy día, la capacidad
de consumo de los habitantes, su nivel de interrelación global y las opciones
de cambiar su apoyo a determinadas fuerzas políticas, ponen en jaque el sistema
establecido, ante lo cual las fuerzas clásicas del poder inventarán nuevas
estrategias para no perderlo. Acciones que intentarán recortar espacios de
libertades públicas y penalizaciones extremas (dictablanda), hasta escenarios
mucho más agresivos acercando acciones de preguerra mundial (dictadura del
miedo).
En esos escenarios es
donde debemos demostrar la ciudadanía nuestra capacidad de reacción y de ello
dependerá el planeta que dejemos a las futuras generaciones. Intentemos que no
nos acusen de cobardes ni de mirar para otro lado.
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